Fuimos a lo de unos amigos que viven junto al mar.
Ella había sido hermosa, según pude ver en las fotos.
Él un hombre de acción, de aventuras más bien.
Comimos junto al fuego y luego tuvimos que apagar
unos pastos secos que alguien había prendido
un poco más abajo de esa preciosa loma...
De vuelta en la ruta, como llovía hablamos lo necesario
para mantener un nivel de atención acorde al clima y la hora.
Antes, habíamos parado un instante a ver el mar
después de pasar una ciudad que creció demasiado.
Pasa lo mismo con tantas ciudades, dijiste...
Ya en casa vi en la tele una entrevista a un señor
multimillonario que habla de forma pausada y criteriosa
acerca de sus planes inmobiliarios expansionistas
y sobre su paternidad con una mujer cuarenta y cinco años
menor... Después, la noche me llevó por sus mundos,
que en apariencia son confusos y entrañan
cadenas que no terminan sino con la mañana,
que en este caso resultó lluviosa, calma y gris.