miércoles, 6 de noviembre de 2024

Todavía más impresionante

 

Todo duró casi nada. Estábamos pintando, de nuevo con cierta familiaridad. Todo estaba bien entre nosotros. Al principio, no. Pero luego sí. Algo así, recuerdo. Pero enseguida era la hora de irme. Las seis de la tarde. No sé por qué en ese horario debía partir.. Pero antes, te contaba que me había llamado tu madre. Siempre confunde mi número con el del hermano que se llama igual que yo, te explicaba. Y vos nada. No parecía importante en absoluto.


Y después, bajaba de mi casa y me encontraba con el portero del taller, que me saludaba con cariño. Más del que suele mostrarme. Y le explicaba que luego iría para allá, que todavía tenía cosas que arreglar... Abajo de mi casa había una plaza mucho más grande que la que existe en la realidad. El sol de la primavera la iluminaba y el edificio de enfrente, que parece un palacio, se veía como el coliseo. O todavía más impresionante. 

martes, 5 de noviembre de 2024

Te contaba

 

Te contaba mi sueño de la noche anterior: Iba feliz, al galope, paralelo al río. Pero el animal pisaba un pozo, trastabillaba y caía al piso y, cuando todavía estaba en el suelo, dos toros, que pastaban a cierta distancia, arremetían para toparme. Sin embargo, en el último instante me esquivaban, y seguían a toda marcha. 

domingo, 3 de noviembre de 2024

En el agua caliente

 

Y así, en el agua caliente de mi bañadera, me puse a recordar que al final del otoño, en ese pueblo perdido, un no sé qué prosperaba junto a las veredas entibiadas por el sol de la tarde, durante la hora de la siesta, cuando casi no pasaban autos y el viento hacía sonar unas casuarinas y pocas personas iban por la calle. Y no pude dejar de pensar en cómo quisiera recorrer de nuevo esas lomadas. Ir, sin apuro, hasta el lugar donde una ramita, casi negra, al filo de una zanja, bajaba agitada por la corriente. Porque, aunque cueste creerlo, todavía veo con claridad esa rama bajando a intervalos junto a otras ramas caídas de otros árboles. 

 

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

La noche de la que hablo

 

Sin embargo, la noche de la que hablo a continuación en mi cuaderno, como se acercaba el fin de año, había cierta exaltación en las calles. Varias personas caminaban apuradas para celebrar en sus casas, mientras nosotros, de la mano, frente al estanque de la plaza principal, mirábamos cómo el viento movía el agua. Y ahora mismo, gracias a mi cuaderno, todavía el viento permite que viaje una hoja seca del roble sobre el agua, y el sol la hace brillar, mientras gira. Es mejor que una obra de arte, dijiste aquella vez. 

 

 

viernes, 1 de noviembre de 2024

Jardín botánico

 

Copenhague. Un parque donde trotan unos estudiantes cada uno por su lado. Salvo dos chicas que van juntas. Se esfuerzan, por lo visto, bastante, aunque no demasiado. Son serios. Después, vemos una chica meditando al costado del camino. Está fija en unas plantas, a no más de veinte centímetros de ellas. Seguimos y pasamos por un hospital inmenso, doblamos y atravesamos un espacio más de parque en donde hay un bici acostada. Al parecer, abandonada. Y por fin, debido a la lluvia, nos subimos a un bus y nos bajamos en el jardín botánico donde entramos a comprar unas semillas. Una joven simpática nos advierte:  Tal vez no podamos ingresarlas a Argentina. No habrá problemas, aseguro. El jardín botánico nos gusta. Tiene unas montañas artificiales hechas con piedras, en cierto modo, al estilo japonés, con acequias y cascadas, de no más de medio metro de alto. Como llueve, no hay nadie. Solo una madre y su hija, La hija tiene unos cuarenta años. También son simpáticas. Supongo que alemanas, y nos sacan una foto. Después, pasamos por una casa anexa, que en sus paredes exteriores, sobre cajones de tierra, muestra cómo trabajan los almácigos. Vuelve a llover y miramos los árboles desde una lomada. Un momento feliz.

Todavía más impresionante

  Todo duró casi nada. Estábamos pintando, de nuevo con cierta familiaridad. Todo estaba bien entre nosotros. Al principio, no. Pero luego s...