sábado, 30 de noviembre de 2024

Dijiste que eran

 

Al llegar al pueblo donde 

viviste tantos veranos, 

con el sol en la cara, 

alejando el polvo con tus manos, 

te preguntaste cómo volver 

dúctil lo arraigado en uno.

 

Sensaciones perturbadoras 

que vuelven para reclamar 

sus lazos con la historia,

dijiste que eran.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

La historia era cierta

 

 

Caía el sol. Hablaban 

de lo lindo que sería ver 

un faro a lo lejos. 

Una gaviota, al ras del agua, 

enfrentaba el viento.

 

Contaron los barcos. 

El agua es el número cero, 

dijo ella cuando entraron 

a una iglesia construida 

sobre pilares en el agua. 

 

Y agregó: La tuya 

es una historia 

bastante tergiversada. 

 

Pero la historia era cierta:

habías sido monaguillo

en esa misma iglesia 

donde debajo corría el agua.

 

martes, 26 de noviembre de 2024

Casi enseguida

 

 

Frente a una vidriera 

comentabas: Ese cuadro 

no es abstracto. Si lo ves bien, 

habla de unos pantanos donde 

una cigüeña mira los cuervos 

que graznan alrededor. 

 

Veías también posibilidades parecidas

en los tachos de basura, tirados 

en la vereda, a lo largo de la calle, 

quietos, tenues, bajo la luz.

 

Ese día mirabas con ella 

los festejos de año nuevo.

La gente también 

disfrutaba de los fuegos 

que terminarían perdidos 

en las estrellas.

 

Y las nubes sobre el mar, 

se veían finitas, y casi enseguida 

ya no estaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 24 de noviembre de 2024

De pronto

 

De pronto, todo en mi vida era perfecto. O tal vez, ideal en el sentido de que era todo lo que debía ser. Y cuando digo todo, hablo también de mi pasado. Días desgraciados por fin tenían un sentido pleno. No solo me habían llevado al lugar donde estaba, un lugar soleado, sino que también, incluso con todos sus puntos oscuros, habían sido lo mejor que yo podía tener cada uno de esos días. Por fin, lo veía con claridad. Y lo llegué a sentir incluso. Y después, al rato, todo ese panorama no estuvo más.

sábado, 23 de noviembre de 2024

Un poeta en las montañas

 

Arriba, cerca de las nubes, en una casa antigua, joven todavía, aunque no tanto ya, con dos hijos incluso, y una mujer amada y un montón de ideas capaces de ampliar el paisaje alrededor. ¿O es el paisaje el que se acercaba a tu escritorio y volvía a salir en las palabras que creaban todavía más espacios en donde las nubes pasaban?

viernes, 22 de noviembre de 2024

La noche quieta

 

Te sentías mejor 

gracias al aire templado 

en la noche quieta.

 

Esa tarde los grillos cantaban, 

los plumerillos apenas se movían 

y el camino recorrido durante 

tantos días te llevaba 

a un palacio en la montaña. 

 

 

 

 

jueves, 21 de noviembre de 2024

Qué pasará

 

Amanece. Una noche plena de imágenes, sueños, reiteraciones de secuencias que se graban de una manera vertiginosa y que hablan y hablan. No paran de decir cosas que no están inscriptas en una lógica. Solo la reiteración de escenas disparatadas. Un mundo encendido no se sabe para qué. Mucho menos qué pasará después. 

martes, 19 de noviembre de 2024

La parte antigua

 

Debajo, noté que el canal seguía agitado por el viento y no sé por qué pensé que mis días siguen los de mis padres, y los de mis padres buscan a mis abuelos. Y me pregunté, como tantas veces, sobre el vínculo verdadero que existe en la línea de los que nacen. Pero es mejor dejar ciertas cuestiones al margen, me dije. No conviene saber tanto. Y se corrieron las nubes, se iluminó primero el agua y después la iglesia. Miré entonces hacia el canal donde supuse que ajenos y mudos nadarían los peces, y en mi cabeza volviste a alejarte sobre los adoquines de la parte antigua. 

 

 

 

 

lunes, 18 de noviembre de 2024

Esa misma noche

 

Esa misma noche, el aire templado, en la noche quieta, ampliaba el canto de los grillos. Los plumerillos casi no se movían y el camino de siempre, de vuelta a casa, en mi cabeza iba hacia un palacio medieval en la montaña. Un castillo que habíamos visitado un verano cercano de la mano. 

domingo, 17 de noviembre de 2024

No hay

 

No hay una forma, ni una idea, 

ni siquiera una estructura,

mucho menos un dogma, 

que explique, justifique, 

o narre en detalle 

lo que nos pasa a cada rato 

en este mundo del universo 

infinito. 


No sabemos casi nada 

de lo poco que alcanzamos a entender 

al aproximarnos al canto de los pájaros.

Apenas que nos alcanza a conmover, 

bajo un árbol de moras, en donde otros 

seres también encuentran placer.


Desde ese sentimiento 

deberíamos crear los cuentos

que ideamos durante noches heladas 

para darle uso al tiempo.




sábado, 16 de noviembre de 2024

Cantos lejanos

 

También en ese tiempo, un día antes al atardecer, vimos una roca, bañada por una lluvia torrencial, resbaladiza y en partes brillante, en el medio de la playa. Se escuchaban cantos lejanos. Benteveos. Había mucha humedad, leo en mi cuaderno; cierta bruma se acercaba. 

 

Sentados en la orilla, veíamos lo que declina del día en las ramas. El río, cada vez más pálido, invitaba a mirarlo. Hablaste de remar por los canales. “Nunca supe dónde acaban”, y comenzaron a cantar las ranas. 

jueves, 14 de noviembre de 2024

Al fin

Mejor dejar que afloren las ideas, me dije.

Mejor que todo es acomode con un título,

porque si encuentro el nombre perfecto para 

lo que quiero contar, todo lo deseado 

se va a ordenar detrás de la potencia

de ese nombre. Pero ese nombre nunca

apareció esa tarde, ni las que siguieron.

Solo volvieron los deseos. Y siempre

los mismos. La necesidad de contar

la sorpresa que genera la existencia. 

Pero eso es muy difícil, me dije al fin.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Al despertar

 

Al despertar, gracias al ruido de la lluvia, las tensiones se habían aplacado: el agua adquiría un sentido renovador y ya no me importaban las inquietantes manchas de petróleo en la arena que descubrí en mi infancia en la playa donde íbamos los veranos. Las manchas se debían al derrame que había sufrido un barco petrolero a pocos kilómetros de la costa. O eso al menos me había dicho mi abuelo. Llevará mucho tiempo para que desaparezcan las manchas, dijo con solemnidad. Pero en ese momento, en mi sueño, llovía, y las gotas, millones, suaves, limpiaban en segundos las manchas. 

 

A esas gotas tan preciadas, las sentía en el techo de chapa. Gotas que con sus golpes me invitaban a permanecer concentrado hasta escuchar a lo lejos un zorzal. Por sobre todo porque, de ese modo, pensaba, podría olvidar que de los infortunios hice un compendio de temores que me ataron a un palenque y que desde entonces mi salvación sería salir de ahí.

martes, 12 de noviembre de 2024

Esa misma noche

 

Esa misma noche, por lo que dice mi cuaderno, tuve un sueño extraño. Junto a la pileta, con tu bikini blanca puesta, rodeada de una bruma incipiente, en una reposera, mientras sobre tu cabeza el viento movía las ramas del sauce, me mirabas. Lo más lindo era que no había en tu cara una sola imperfección, pero tampoco un aire de soberbia. 

 

domingo, 10 de noviembre de 2024

Copenhague 3

 

Salimos del café, cruzamos la calle, me siento en un banco a la espera de mi pareja - que mira algo en un negocio- y luego emprendemos camino. Pasamos por el parque, frente al palacio real, donde unos ciclistas mejicanos pretenden andar por un  espacio estrecho -cosa que me altera y me hace pensar en la cantidad de veces en tan poco tiempo que alguna persona a mi alrededor me irrita-. Después, seguimos para conocer la famosa estatua de la sirena. No tiene un gran atractivo, más allá de estar bien emplazada frente al mar. A continuación, tomamos por un parque y por fin, luego de caminar un tiempo, llegamos a la zona donde se ve un edificio importante que alberga un museo. El edificio está  a nuestra derecha. Después, llegamos al castillo de Rosenborg, que es relativamente chico y tiene formas complejas en un estilo holandés renacentista y está junto a un parque.

Antes de entrar, como son casi las tres de la tarde, decidimos ir a un supermercado de las inmediaciones. La idea es comprar lo necesario para hacer una suerte de picnic en los jardines del palacio. Cosa que hacemos. Y después nos tirarnos en el pasto a dormir una siesta. Soy feliz. Me abandono y, al final, cuando me despierto, veo a mi pareja a la distancia haciéndome señas para advertirme dónde está -la orilla de un estanque en donde hay patos que conviven con carpas-. Vemos unos instantes los peces. Es demasiado tarde para entrar al castillo, convenimos, y con cierta pena nos vamos. 

sábado, 9 de noviembre de 2024

Sobre los muros

 

Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el intento de comprender a mis padres. Uno puede comprender menos a sus padres que a uno mismo, pensé. Pero no estaba seguro de eso porque mis impresiones tienden a cambiar y los pájaros sobre los muros a seguir. 

viernes, 8 de noviembre de 2024

El témpano

 

En el cuaderno, a continuación, tengo anotado otro sueño: Sobre la proa de un crucero, mirábamos un témpano a lo lejos. Como el mar estaba calmo, sobre el azul del agua, el blanco vibraba. Unos copos de nieve caían al agua. 

 

Sonriéndome, me extendías tu mano. Vamos a nadar, decías en el sueño. Te va a gustar, está tibia el agua. Pero yo desconfiaba…

 

Y en ese mismo sueño, un poco antes, estábamos en una cabaña al cuidado de varias ovejas. Los pájaros en unos robles cantaban y las fuentes se escuchaban a distancias lejanas. Llovía y las burbujas iban por una ladera que se volvía cada vez más brillante. Pero en el sueño propiamente no pasaba más nada. Hasta que, de la nada, aparecíamos en el crucero y veíamos el témpano. 

 

 

jueves, 7 de noviembre de 2024

Mirar un buen rato el árbol

 

Miré el árbol y con el tiempo

-un buen rato- el árbol adquirió 

una existencia más intensa. 


Se reveló de alguna forma

que jamás podría poner en palabras.

Pero igual quise decirlo porque pensaba

que así podría darle la relevancia que tuvo 

en mí -aunque ahora que lo pienso mejor

es absurdo igualar ese momento-.

Lo cierto en todo caso

es que ese instante pasó 

y me apena, y que la única forma 

que existe para remediar esa pena, 

es creer por un instante 

que describir la experiencia 

servirá de algo.


miércoles, 6 de noviembre de 2024

Todavía más impresionante

 

Todo duró casi nada. Estábamos pintando, de nuevo con cierta familiaridad. Todo estaba bien entre nosotros. Al principio, no. Pero luego sí. Algo así, recuerdo. Pero enseguida era la hora de irme. Las seis de la tarde. No sé por qué en ese horario debía partir.. Pero antes, te contaba que me había llamado tu madre. Siempre confunde mi número con el del hermano que se llama igual que yo, te explicaba. Y vos nada. No parecía importante en absoluto.


Y después, bajaba de mi casa y me encontraba con el portero del taller, que me saludaba con cariño. Más del que suele mostrarme. Y le explicaba que luego iría para allá, que todavía tenía cosas que arreglar... Abajo de mi casa había una plaza mucho más grande que la que existe en la realidad. El sol de la primavera la iluminaba y el edificio de enfrente, que parece un palacio, se veía como el coliseo. O todavía más impresionante. 

martes, 5 de noviembre de 2024

Te contaba

 

Te contaba mi sueño de la noche anterior: Iba feliz, al galope, paralelo al río. Pero el animal pisaba un pozo, trastabillaba y caía al piso y, cuando todavía estaba en el suelo, dos toros, que pastaban a cierta distancia, arremetían para toparme. Sin embargo, en el último instante me esquivaban, y seguían a toda marcha. 

domingo, 3 de noviembre de 2024

En el agua caliente

 

Y así, en el agua caliente de mi bañadera, me puse a recordar que al final del otoño, en ese pueblo perdido, un no sé qué prosperaba junto a las veredas entibiadas por el sol de la tarde, durante la hora de la siesta, cuando casi no pasaban autos y el viento hacía sonar unas casuarinas y pocas personas iban por la calle. Y no pude dejar de pensar en cómo quisiera recorrer de nuevo esas lomadas. Ir, sin apuro, hasta el lugar donde una ramita, casi negra, al filo de una zanja, bajaba agitada por la corriente. Porque, aunque cueste creerlo, todavía veo con claridad esa rama bajando a intervalos junto a otras ramas caídas de otros árboles. 

 

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

La noche de la que hablo

 

Sin embargo, la noche de la que hablo a continuación en mi cuaderno, como se acercaba el fin de año, había cierta exaltación en las calles. Varias personas caminaban apuradas para celebrar en sus casas, mientras nosotros, de la mano, frente al estanque de la plaza principal, mirábamos cómo el viento movía el agua. Y ahora mismo, gracias a mi cuaderno, todavía el viento permite que viaje una hoja seca del roble sobre el agua, y el sol la hace brillar, mientras gira. Es mejor que una obra de arte, dijiste aquella vez. 

 

 

viernes, 1 de noviembre de 2024

Jardín botánico

 

Copenhague. Un parque donde trotan unos estudiantes cada uno por su lado. Salvo dos chicas que van juntas. Se esfuerzan, por lo visto, bastante, aunque no demasiado. Son serios. Después, vemos una chica meditando al costado del camino. Está fija en unas plantas, a no más de veinte centímetros de ellas. Seguimos y pasamos por un hospital inmenso, doblamos y atravesamos un espacio más de parque en donde hay un bici acostada. Al parecer, abandonada. Y por fin, debido a la lluvia, nos subimos a un bus y nos bajamos en el jardín botánico donde entramos a comprar unas semillas. Una joven simpática nos advierte:  Tal vez no podamos ingresarlas a Argentina. No habrá problemas, aseguro. El jardín botánico nos gusta. Tiene unas montañas artificiales hechas con piedras, en cierto modo, al estilo japonés, con acequias y cascadas, de no más de medio metro de alto. Como llueve, no hay nadie. Solo una madre y su hija, La hija tiene unos cuarenta años. También son simpáticas. Supongo que alemanas, y nos sacan una foto. Después, pasamos por una casa anexa, que en sus paredes exteriores, sobre cajones de tierra, muestra cómo trabajan los almácigos. Vuelve a llover y miramos los árboles desde una lomada. Un momento feliz.

Sábado

  Día cálido de sol y un viento tenue. Me levanté y después de mirar como tantas veces por el balcón los edificios que me acompañan desde ha...