miércoles, 30 de abril de 2025

El arte de mantener la calma

Día de sol apacible en cuanto al viento y la temperatura (alrededor de veinte grados). Anochece cada vez más cerca de las seis de la tarde. En el pasado, no había dado cuenta de lo temprano que empieza a bajar el sol para esta época. Y si me hubieran preguntado hubiera dicho que anochece más tarde de las seis y media, tal vez cerca de las siete, pero seis y media cae el sol a fines de abril. 

El día muy típico en muchos sentidos y en otros totalmente infrecuente. Fue típico en cuanto a la ruta de mi casa al trabajo y lo mismo en relación a mi lugar de almuerzo y me visita al taller. Incluso después pasé a cortarme el pelo en el lugar de siempre, pero esta vez opté por no charlar casi nada con el peluquero para disfrutar de cada detalle del corte. Quise concentrarme en eso y no lo logré al nivel que deseaba tal como me ocurre cada vez que quiero concentrarme en algo por más de un instante. 

Los detalles excepcionales: el festejo del cumpleaños de mi hijo. El tiempo que me pasé en la madrugada con los ojos cerrados atento al negro (la visión que vemos cuando cerramos los ojos en la oscuridad). Esperé algún tipo de milagro, un detalle o lo que fuera que me permitiese pensar que hay un Dios o algo más pero solo estaba ese negro absoluto. 

Y luego, al leer a Séneca, tomé consciencia de que si hubiera nacido en la antigua Grecia lo más probable es que en mi cabeza solo hubieran existido cantidades de dioses, tal vez nunca la idea de un solo Dios.  El arte de mantener la calma, se titula el libro, y es breve, espléndido.


martes, 29 de abril de 2025

Hasta el infinito

 

¿Cuándo se descubre 

lo no escrito en algún lado,

una aproximación 

a tantos matices 

que no puede ser  

   resumida?

sábado, 26 de abril de 2025

Un corazón

 

Un corazón deseante, franco, o no tanto.

Tal vez un corazón doliente. Voluptuoso,

y por momentos duro y frágil

enseguida. Hay un perro que pasa 

junto a él. Y pájaros arriba 

en un cielo que se vuelve gris

por la llegada de la noche. 

Y más allá, un mar junto a ese 

corazón en donde un niño está 

volcado a paliar sus inquietudes

nocturnas, verdaderas, sentidas de un

modo fenomenal tal vez, eso no se sabe. 

viernes, 25 de abril de 2025

Mondongo

 

Veo un programa acerca de un grupo de dos artistas, un hombre y una mujer que trabajan juntos obras de gran repercusión contemporánea. Sus propuestas se definen por la calidad de la innovación, y por lo tanto por la búsqueda de una osadía que revele un salto sorpresivo (y por eso convocante) para un espectador que más que nada es víctima de cierta apatía, fruto de ser más o menos consciente de que los movimientos artísticos han llegado a su fin. 

En efecto, las posibilidades de una evolución estética tal como la conocemos no existe más. Todas las formas parecen haber sido ya creadas. Todas las maneras de algún modo se remiten a otras, y cualquier tipo de gesto para escapar de esas limitaciones por lo tanto pasa por lo "conceptual", y por ende solo resulta un llamado más a pensar el arte fuera de sus límites. El arte no es más un recurso en donde se parte de cierto material para unir sus posibilidades a la fuerza creativa del autor, sino a ser un espacio donde en donde se debe plasmar una idea que responda a un mensaje capaz de formar una novedad que incluya una "historia" atractiva desde el punto de vista social. Así se crea cierta repercusión, en teoría, y por lo tanto cierta "utilidad" sobre los otros, que son el "mercado". Tal vez por eso la mujer del grupo artístico, sobre el final de la entrevista, se pregunta acera del sentido que tiene lo que "hace". 

jueves, 24 de abril de 2025

Pronto quisiera salir

 

Vuelta de la casa en el mar y ya extraño los pájaros y los árboles, la densidad del bosque, y sobre todo la posibilidad de estar frente a plantas y árboles por mucho rato. En el camino de vuelta, la noche estrellada en el campo abierto me hizo pensar que quiero mucho a esta tierra. Cena en un restaurante de un pueblo donde todos se saludan el entrar, y después la velocidad estúpida de algunos en la ruta mientras no paro de pensar en el trabajo y cosas que supuestamente implican algo importante para la construcción de mis proyectos, siempre atados a ciertas certezas y seguridades que me retienen en un ciertos planos del que pronto quisiera salir. 

martes, 22 de abril de 2025

La puerta

 

Visita de amigos en la casa cercana el mar. Algo feliz y al mismo tiempo exigente para quien desea estar a tono con un momento de calma y silencio. Vamos a la playa y me encuentro con otra pareja de policías que contemplan el mar. Los veo parados a un costado, cerca de nosotros. Son jóvenes y me generan ternura. Ambos tienen la expresión en el rostro de haber terminado en ese trabajo porque no encontraron opciones mejores. Es como si la vida los hubiera puesto ahí por necesidad y nada más. Seguramente lo sea y en la misma medida que todos nos encontramos en nuestro lugar por circunstancias que nos han invadido, o que nos pesan demasiado y por eso nos han privado de otra fuerza que estaba en nosotros, que deseaba salir, andar, explayarse, pero no pudo hacerlo: nadie la abrió la puerta... 

Pero tal vez la puerta algún día se abra, pienso, sonriente. Y vuelvo a verlos. Siguen de pie junto a nosotros. Todavía contemplan el mar arriba del médano.

lunes, 21 de abril de 2025

Los caminos

 

Salgo de mi casa pasado al mediodía. 

En la esquina me cruzo con una joven 

de unos 20 y pico y años, que me parece 

atractiva, aunque ligeramente 

más que nada por la distancia entre su edad y la mía. 

Después, me pongo a pensar en esas 30 años 

que han pasado desde que yo tenía esa edad, 

y se me ocurre que he girado sobre una rueda 

más o menos parecida: mi matrimonio, 

el crecimiento de mis hijos, el desarrollo de mi 

profesión, los intentos por expresar algo cierto 

y los instantes en donde percibo algo excepcional.

No sé qué debería haber pasado 

para que hoy sintiese la satisfacción de haber 

logrado algo notable. Tal vez una vida más aventurera, 

pero no creo que eso hubiese bastado. De todas maneras, 

las aventuras están a la vuelta de cada esquina, 

y muchas experiencias que parecen 

fantásticas y excepcionales no lo son. 

Y otras, por ser tan simples, se vuelven 

figurantes y memorables. O tal vez es un consuelo 

que tengo cuando me pongo a pensar en los caminos, 

que son tantos y llevan a más dudas que certezas.

domingo, 20 de abril de 2025

Postal

 

Son más de las seis de la tarde y está por anochecer. Camino a la playa y me topo con un hombre y una mujer policía en una esquina; charlan felizmente. Al verlos, pienso en cómo la brutalidad de la dictadura parece haber terminado por menguar toda autoridad estatal en estas tierras, y cosas así, insustanciales, y sigo viaje por los médanos hasta que, echado al final de uno de ellos, en un espacio en donde tengo unas plantas silvestres en mi espalda, me echo a contemplar el mar. Pasan unos minutos y veo cómo esa pareja de policías bajan sonrientes a la playa para tomarse una selfie; como si fuesen una pareja feliz (y tal vez lo son) de vacaciones y sonrío, a la distancia, con ellos. 

sábado, 19 de abril de 2025

Mes de abril

 

Salgo con mi teléfono y llamo a mi padre mientras camino por el bosque y siento el frío con fuerza en la noche abierta, limpia, completa. Cuando termino de hablar, noto que los pinos están quietos, y lo mismo las cosas, la gente en sus casas. No se escuchan perros, solo las olas a lo lejos. Alzo la vista para ver las estrellas en un claro rodeado de muchos pinos. Las estrellas son muchas, pero muchas veces se ven al fondo todavía más diminutas. Donde hay muchas de cierta luminosidad hay muchas más que son más lejanas o pequeñas, no sabría decirlo. Lo importante, pienso, es que donde hay muchas estrellas en realidad se pueden ver muchísimas más, y así hasta el infinito. Muchas esconden muchas más, sería el concepto, termino por decirme como si eso le otorgase algún tipo de importancia a mi pensamiento sobre las estrellas esta noche de mediados de un mes que se llama abril.

viernes, 18 de abril de 2025

La cuadra

 

Ya de niño percibí en la cuadra 

de la casa de mi abuela, fijo 

en unas grandes hortensias con tonos 

violáceos, azules y rosados, 

el poder de un lazo con cierto espacio, 

y sobre todo el hecho de que ese vínculo irradiase 

un patrimonio intangible, y a la vez certero, 

capaz de acercarme a un centro 

con colores más vívidos 

y sonidos más diáfanos. 

jueves, 17 de abril de 2025

Lo increíble

 

Está claro esta altura de mi vida que las cuestiones más interesantes tienen que ver con lo increíble que es tomar conciencia de la presencia de cada objeto, de cada ser y cada elemento, y de cómo el tiempo actúa en ese escenario desde una perspectiva cierta y profunda que no se puede comprender nunca con los elementos que tenemos a mano. Es incomprensible desde nuestra perspectiva. Y por lo tanto, esta perplejidad, ese misterio, resulta bastante intolerable porque, en lo fundamental, implica una libertad subjetiva enorme, inmensa y difícil de ocupar, ya que exige aceptar ese alto grado de impotencia, de limitación, y al mismo tiempo ser capaz de no caer en la tentación de querer respuestas demasiado concluyentes. Hace falta coraje para mantenerse en verdad en la ignorancia y solo intentar aprehender secuencias esporádicas y muy limitadas y al mismo tiempo descartar las teorías que pretenden llegar a niveles todavía más fantásticos.

miércoles, 16 de abril de 2025

Fragmento de una novela

Descubro un cuaderno que tiene la siguiente anotación. Proyecto para una novela, dice un título en mayúscula subrayado. Más abajo dice: Empezaba a darse cuenta de que lo importante era huir de la historia y mantenerse en caminos — casi senderos—, que uno puede transitar con cierta lentitud ¿Y para qué estaban los grandes proyectos? Para absorber a quienes se desvían de esos senderos. No, él caminaría por ellos, encontraría la paz y tal vez, por un instante —en una pradera recién florecida, un día de sol y viento, arriba de una hondonada, fijo en unos pinos a lo lejos— se sorprendería con el vuelo cercano de un pájaro. ¿Llegaría a posarse incluso en su hombro ese pájaro?

martes, 15 de abril de 2025

Un día como tantos otros

 

Un día como tantos otros. Mañana de trabajo en casa, disfrutando del sol y de la compañía de mi hijo durante el desayuno. A las diez y veinte regresó la perra de su paseo con Luis, uno de los mejores hombres que conozco por su predisposición a disfrutar de cada día. Tal vez sea el sabio más importante que he conocido.

Pero pienso en otros también. Daniel, el hombre de seguridad de mi oficina, está a un nivel semejante. Tal vez ellos sean los seres más altos entre los que me toca compartir la vida.

A veces creo que cada uno de nosotros está unido, por gestos mínimos, a una cadena infinita que viene desde el principio: desde aquel primer hombre y aquella primera mujer que, tal vez, vivieron siempre en un paraíso. Tuvieron incontables hijos, formaron hordas que cruzaron los valles, navegaron los ríos, luego los mares. Aprendieron a dominar el fuego, y escribieron un día las primeras frases.

Me encantaría saber qué decían.

lunes, 14 de abril de 2025

Por los años de los años

 

Ella le resultaba una gloria eterna. Los años de juventud lo habían marcado a tal punto que vivía en total correspondencia con ellos. Por eso mantenía un amor que se acrecentaba, no obstante el paso de los años. Ninguno de ellos lograba derribar el interés que lo había consumido al punto de casi quemarlo, pero que, al fin salvado, le había permitido seguir, aunque fijo en ese momento crucial que, desde entonces, lo miraba.

domingo, 13 de abril de 2025

Sábado

 

Empezaba a intuir que lo esencial era salirse de la historia. Evitar los grandes relatos, las gestas, los nombres. Prefería los senderos cortos, los que conocía, los que podía caminar con calma. Para eso hacía falta lentitud. ¿Para qué estaban, entonces, los grandes proyectos? Tal vez solo para devorar a quienes cruzaban las murallas. Elegiría su historia mínima y caminaría despacio para tal vez, un día de sol y viento, en una loma frente a unos pinos a lo lejos, sentir, sin saber bien por qué, que eso era suficiente.

 

sábado, 12 de abril de 2025

Día nublado, polenta y cuadros

Día nublado y después con sol. Desayuno con mi hijo. Hablamos mientras la puerta del balcón estaba abierta. Por momentos, podía entrever lo espléndida que puede ser la calma, pero fue solo un instante. Pequeños ejercicios de gimnasia más tarde y antes la noche atiborrada de sueños como siempre. Mi cabeza precisa asistir a incontables imágenes.. ¿Porque pienso demasiado durante el día? ¿Cómo puedo saberlo? Tal vez la IA podría decírmelo, si es que sabe tanto. Pero no lo creo. Sobre el mediodía, comienzo de una reunión en la oficina en torno a los recursos humanos. Las peripecias de liderar un grupo de gente. Algo que ya me resulta una ilusión. Un engaño inmenso. Nadie puede liderar a nadie. Nadie logra demasiado tiempo liderar su propia existencia. Habría que derribar las estatuas de todos los Césares. 

Después, almuerzo en lo de mi amigo. Polenta con salsa de tomate, cebolla, ajo cerdo, romero y especies. Decliné un canelé: quiero limitar los dulces. He tenido bastantes a lo largo del último tiempo. Cuatro y diez fuimos a ver una película con mi amigo en el cine contiguo a su muy pequeño restaurante. Película sobre la violencia de género con un clima aciago y por sobre todo enajenado y opresivo. Bien creado el clima en definitiva, pero muy poco interesante el guión. Me pareció previsible y lento tal vez. Más tarde, taller de pintura tras comprar un bastidor a la tienda de mis amigos. Volví a decirles que el futuro del lugar es crear obras de arte conceptual lindando con lo pornográfico. Sería la mejor forma de levantar ese espacio decaído. En el taller, me atreví a pintar un cuadro de más de un metro de largo y de ancho. Ensayé con mis esculturas en el lienzo. Tal vez será el inicio de una nueva corriente pictórica. O al menos eso espero. Cuando salí noté que había llovido. Un aguacero en un día húmedo y todavía cálido y me dispuse a conversar con mi amigo de toda la vida que vive en USA acerca de sus últimos cuadros y los míos sentado en una plaza frente a un palacio del siglo XIX que no me canso de admirar. A mi derecha, a lo lejos, por momentos también miraba el primer rascacielos de estas tierras. Creo que soy más feliz de lo que pensaba.  

viernes, 11 de abril de 2025

A medida que pasan los años

 

Hoy hubo un día de cierta tranquilidad en la ciudad. Un paro general. No obstante, fui a la oficina alrededor del mediodía. Pero antes me levanté temprano, después de otra noche plagada de sueños, densos, aciagos. Como debo limpiar mi cuarto de estos espíritus, ojalá supiese cómo. Durante la mañana, además de un poco de trabajo, pude pasar por el taller a pintar. Un punto inusual en mi vida: pasar por las mañanas por el taller lo debo celebrar. Después de la reunión del mediodía, fui a almorzar a lo de mi amigo y conversé con su pareja acerca de las diferentes idiosincracias de los ciudadanos de São Paulo, Río de Janeiro, Bahía y el sur de Brasil. Todo muy general y subjetivo pero entretenido. El momento tuvo destellos de playas, descriptas por la mujer de mi amigo, que me lograron trasladar a ciertos placeres tropicales, deseados ahora solo en parte, porque antes una playa soñada me parecía un lugar espléndido y hoy me interesan más los paisajes de otra índole, y sobre todo los espacio donde por un motivo u otro encuentro un arte antiguo que me convoca cada vez más a medida que pasan los años. 

jueves, 10 de abril de 2025

Lunes de lluvia

Lunes de lluvia. Amaneció nublado y después, pasado el mediodía, comenzaron a caer las gotas. Una a una sobre el techo de chapa de la casa. Me acosté debajo de ese techo a escuchar los sonidos e intenté no pensar, solo escuchar, cosa que por momentos no pude porque, al fin y al cabo, para decir la verdad, me encanta pensar y todas esas cuestiones del silencio de las ideas por supuesto las valoro, pero más me atrae seguir ese impulso fuertísimo que pasa por volar con las ideas de un lugar a otro hasta el espacio cada vez más lejano donde se ven icebergs flotando en un mar negro y donde las estrellas permanecen mudas, estáticas, a la espera de un nuevo día.

miércoles, 9 de abril de 2025

Frente al río 4

 

El caso es que, finalmente, después de nadar un rato y disfrutar de una ducha caliente, me senté a tomar un café en una confitería ubicada en el primer piso de una antigua casa de madera. Es la casa principal y da a una bahía donde descansan veleros. La gente los usa para navegar por un río tan ancho que parece mar, aunque tiene un color marrón que, con los años, aprendí a valorar. Se llama de la Plata.

El sol se escondía a mi izquierda, casi tocando unos edificios demasiado altos en el horizonte. A la derecha, el río, como siempre, avanzaba con la fuerza de un caudal que viene desde lo remoto, lo selvático. Un espacio donde los pájaros se multiplican. Supongo que en un clima de felicidad.

martes, 8 de abril de 2025

Frente al río 3

 

Con este conocido —ahora que lo recuerdo— también hablamos de la posibilidad de ir a vivir a una ciudad frente al mar. De retirarse ahí, me dijo, y vivir con tranquilidad, sin preocupaciones, sin prisas. Después me habló de un lugar donde habían pescado un tiburón, sobre la costa. Se llega, comentó, después de traspasar un médano inmenso. Allí hay canales cerca de la orilla. Eso me gustó; más que nada, porque pude imaginarme en un sitio así. Pero no tanto para ir, me atrevo a decir, sino para mantener ese espacio en mi imaginación.

lunes, 7 de abril de 2025

Frente al río 2

 

Luego de hablar con este conocido acerca de las bondades de ese lugar frente al río —y de lo importante que es estar cerca del mar, que preferimos antes que la montaña—, me fui a cambiar para entrar a la pileta, que estaba fría por el viento sur. Sin embargo, pude disfrutarlo, en soledad, consciente de que al nadar es fundamental entender la dinámica del agua: cómo el cuerpo avanza como una canoa por un brazo del río que, tal vez, es el Amazonas, y bajo el cual se ven peces naranjas y otros de un tono dorado, y víboras en las ramas de la orilla, que no son venenosas ni agresivas.

Después salí del agua y, como otras veces, me quedé en un costado con la campera puesta, tratando de recobrar el calor, atento al río. Entonces, un zorzal se posó cerca, en un alambre grueso de la cerca que rodea la pileta, justo enfrente de mí. Me miró —o quiero creer eso.

domingo, 6 de abril de 2025

Frente al río

Por la tarde fui a la sede del club sobre el río a nadar en una pileta que está en la orilla, frente al agua, con la intención de aprovechar los últimos días de la temporada, aunque el viento del sur había bajado la temperatura, y llegué a preguntarme si valía la pena meterme, porque no había nadie, más allá de los bañeros: un hombre y una joven que pasan las horas escapándole al tedio, por lo que he visto, gracias a los celulares. Me intriga saber qué pensarán de la tarea que tienen a su cargo, qué harán cuando el verano se acabe, y sobre todo si los modos despreocupados que admiro a lo largo de los días son ciertos o una impresión mía.

Como sea, antes de nadar —como tenía hambre— opté por almorzar y luego fui un rato a mirar el río, a un espacio de pasto con dos árboles que forma un mirador hacia el agua, donde me encontré con un conocido que suele ir a pescar —no obstante, existe un cartel que dice “No pescar”—, aunque él me aclaró hace años que captura y libera los peces, muchos de los cuales son llamativamente grandes, que se ven desde la orilla y que, al parecer, solo son perturbados por este hombre extraño y afable al que conozco desde mi infancia, y que por algún motivo que no termino de entender se empeña en alterar la paz de esos seres —que, no obstante, ahora que lo pienso, yo mismo los como de vez en cuando, sin ningún tipo de culpa—.

Contento, hablé con él acerca de las bondades de ese lugar frente al río, y de lo importante que es estar cerca del agua para quienes preferimos eso antes que la montaña, y me fui a cambiar para entrar a la pileta en soledad, consciente de que para mí es fundamental al nadar sentir cómo el cuerpo avanza como una canoa por un brazo del río que tal vez es el Amazonas, y bajo el cual se ven peces naranjas, otros dorados, y víboras en las ramas de la orilla que no son venenosas ni agresivas —o al menos eso pienso a veces mientras nado—.

Al salir, cuando no hacía mucho que permanecía en un costado, con la campera puesta, tratando de recobrar el calor, un zorzal se posó en un alambre de la cerca que rodea la pileta, justo enfrente de mí, y me miró —o quiero creer eso—, y se fue por arriba del agua hasta girar hacia una reserva natural de la ciudad universitaria, parte de este espacio de la ribera que me ayuda tanto.

sábado, 5 de abril de 2025

Crear una escultura.

Ida a para escultura en viaje en auto con demasiado tráfico. En ese sentido, fue como siempre: el tráfico me impulsa hacia un agotamiento. Me abruma y me deja una sensación desagradable que me afecta supongo que en mayor medida que a otras personas —aunque esa suposición es algo arbitraria, como la mayoría de las suposiciones que ensayo—. Pero cuando llego a la terraza del taller de escultura de mi profesor, algo cambió. Estábamos los dos solos, no había otros alumnos. El viento arreciaba en un momento con tanta fuerza —mucho más de la que he visto antes en ese lugar por años—, que entramos a un ambiente pequeño que tiene la terraza, en donde hay una mesa en el centro. Alrededor, se ven herramientas en las paredes y montones de esculturas —en su mayoría inacabadas—, y nos dispusimos a trabajar en objetos de arcilla hasta que el trabajo se convirtió en algo plácido hacia los objetos que se nutrían de algo que venía de nosotros sin que supiéramos para qué ni por qué. 

viernes, 4 de abril de 2025

Bastante calor

 

Ayer fue un día de sol y de bastante calor en el inicio del otoño y, como fue un día feriado, tuve la posibilidad de ir a pintar a lo de mi amigo que vive en España, y que por estas tierras habita una casa con un jardín generoso y plácido a buena distancia de la ciudad. El día de pintura no fue muy provechoso desde el punto de vista técnico -empasté mucho los colores-. pero al menos me permitió entender mejor a mi amigo en cuanto a sus preferencia y sus días en lugares lejanos. Creta por caso. También pude echarme en su jardín a ver el cielo. Cuestión importante que me llevó a ver hacia los árboles, en pensar en la condición de la estar vivo, de sentir el avance del sol hacia el horizonte, y sobre todo en intentar dimensionar el vuelo de los pájaros hacia un eucalipto muy antiguo que los recibía con sus ramas apenas moviéndose en lo alto.

miércoles, 2 de abril de 2025

A la hora de vivir

 

Estuve en la casa de las afueras de la ciudad. Durante la noche, las gotas sobre el techo de chapa siempre me producen la felicidad que celebro y que pocas veces dimensiono en mi cabeza como debiera. Quiero decir: ojalá pensase en vivir más de acuerdo con esos placeres, que son de lo más simples, y que sin embargo no ubico donde debiera, dado que vivo atento a mis temores, a posibles problemas, e incluso a problemas que magnifico de forma sorprendente. Y con todo, tengo momentos en que las gotas sobre el techo forman un sonido potente y melodioso, y ese hecho:: miles y miles de gotas caídas desde el cielo, me parece increíble, fantástico, fuerte, indescriptible, al menos en su dimensión profunda, y yo las escucho, feliz. 

martes, 1 de abril de 2025

La justicia

 

¿Por qué hay pensamientos tristes reiterados llenos de un dolor intolerable que me asaltan frente a la desgracia ajena? Una desgracia que es incluso peor, supongo, en mi cabeza que en quienes la sufren y que, pese a todo, siguen su camino, fuertes, estoicos. Sin embargo, opto por darles todo el dolor que se merecen sobre la faz de esta tierra donde las injusticias prosperan sin ton ni son, y lo digo como si yo supiera lo que es justo realmente, como si en mi ser pudiera haber una medida verdadera en un universo inabarcable.

Buzios, Agosto, 2025 "Mar abierto"

Son las seis y veintidós de la mañana. Me desperté por segunda vez en la noche, como tantas veces, inmerso en sueños implacables, continuos,...