Lluvia. Humedad y sol. Y después lluvia y algo de calma, de falta de viento, de pájaros que todavía pasan, que vuelven a sus refugios antes de que termine el día. El instante donde algunos buscan su detención. Un instante de felicidad, lo llama mi padre, con quien discutí hoy sin que pueda contarles bien el motivo. Diría que son cosas de trabajo los motivos, pero tratándose de mi padre y de mis reflexiones tal vez sea más mis propias ganas de imponer mis puntos de vista, de no aceptar los límites y los desencuentros que los otros me proponen. Hace poco un joven me hizo ver que las personas que tenemos alrededor también nos proponen desencuentros. Pienso a partir de entonces que está bueno aceptarlos, e incluso sacarles el máximo provecho. Valorar así las distancias, las cosas que se terminan y festejar eso para algún día estar un poco mejor preparados para el fin de todos los fines.