viernes, 28 de febrero de 2025

El fin de todos los fines

 

Lluvia. Humedad y sol. Y después lluvia y algo de calma, de falta de viento, de pájaros que todavía pasan, que vuelven a sus refugios antes de que termine el día. El instante donde algunos buscan su detención. Un instante de felicidad, lo llama mi padre, con quien discutí hoy sin que pueda contarles bien el motivo. Diría que son cosas de trabajo los motivos, pero tratándose de mi padre y de mis reflexiones tal vez sea más mis propias ganas de imponer mis puntos de vista, de no aceptar los límites y los desencuentros que los otros me proponen. Hace poco un joven me hizo ver que las personas que tenemos alrededor también nos proponen desencuentros. Pienso a partir de entonces que está bueno aceptarlos, e incluso sacarles el máximo provecho. Valorar así las distancias, las cosas que se terminan y festejar eso para algún día estar un poco mejor preparados para el fin de todos los fines.

miércoles, 26 de febrero de 2025

La pileta con palmeras butiá

 

Ayer, después de una lluvia que ocupó la mayor parte del día, cuando por fin el cielo mostró el sol en el horizonte, fui en bici a nadar. La pileta tenía el cartel de cerrada, así que estuve a punto de dar la vuelta. Gracias a que decidí acercarme un poco más, descubrí que la guardavida estaba en un salón viendo una película en su celular. Me abrió y se mantuvo a la distancia, de pie, bajo una sombrilla de madera con techo de paja en la entrada. Su celular seguía sonando a cierto volumen. Pero intenté concentrarme en la pileta sin gente, en los pájaros sobre unos álamos carolinos a los costados, y el agua, tibia, límpida, con las líneas negras del fondo sobre las que me puse a nadar. Fui y vine hasta que, cansado del crawl, nadé pecho con la cabeza afuera para disfrutar de las cosas de esta tierra, y después nadé de espalda para alegrarme con el cielo, donde vi pájaros en lo alto. Al final, descansé en el borde mirando a unas cotorras mientras comían el fruto de un naranja tenue que dan las palmeras y que en mi infancia me dijeron que se llama butiá.

lunes, 24 de febrero de 2025

Mármol gris atigrado

 

Fui a nadar después de ver 

la lluvia casi todo el día. 

Más temprano, pulí un mármol gris

con vetas marrones (es como un tigre), 

que espero me dé muchas alegrías, 

incluso más de las que me está dando, 

y de las que me ha dado a lo largo 

de los últimos años. Porque, 

desde el punto de vista artístico,

tengo hacia ella los deseos más fuertes 

y por eso le pido demasiado. 

Voy a dejarla ser en todo caso

lo que desee y voy a ir por el campo, 

libre de ella, y de tantas otras cosas.

Lo mejor de todo

 

Hay un punto en el que tal vez 

uno se pone a disfrutar 

de lo que antes lo exigía 

a permanecer atento a cierta valla 

que marcaba ciertos límites. 

Pero a veces esas vallas caen 

o se abren y muchos días, 

años incluso, salen, van, corren, 

se vuelcan por distintos lados y, por fin, 

ya no pesan las cuestiones que importaban 

porque la libertad de pronto es 

amplia, amplísima, y la alegría

 resulta merecida y tiene motivos 

para estar donde está, y uno la agradece 

y deja cualquier objeción 

porque está cansado de buscarlas.

Un tren de locos

Cuando era joven, alguna vez, paseando por la playa, inspirado, pensaba en los grandes personajes de la historia, y después en esos seres anónimos a los que les tocó morir de forma absurda en batallas que no sirvieron para mucho. O sí, pero en todo caso no les sirvieron a ellos. Y cosas así. Cada domingo por la noche, con cierta tristeza o tal vez impotencia, me repetía: pasó una semana más; los años pasan.

Y por momentos me angustiaba por problemas grandes, que después crecían, y con el tiempo decrecían —con suerte—, y luego llegaba algún otro desafío, y así durante los años, hasta que un día, cansado de esa sucesión de estados repetidos, me propuse cambiar. Y con cierto entusiasmo lo intenté, pero los cambios fueron pocos, o no llegaron, y la sensación era que no había nada nuevo bajo el sol. Entonces, cansado, percibí que con el paso de los días —tal vez los años—, la velocidad de mis pensamientos bajaba y los pájaros, una mañana de sol invernal en la que estaba bien, en un banco, en un patio, se dejaban estar más cerca.

domingo, 23 de febrero de 2025

Era un día de verano

 

Era un día soñado de verano en que el mar estaba calmo al tiempo que amanecía, los dos iban por la playa de la mano y las gaviotas levantaban vuelo felices de ir por el cielo y graznar para decirse cosas incomprensibles. No había nadie más a la vista, apenas un perro de pelo largo marrón oscuro y ojos muy redondos que tenía una mirada triste porque le tocaría solucionar los males de ambos. Si, lo haría. Se sacrificaría por ustedes para liberarlos y luego sería enterrado en esa misma playa. No obstante viviría muchos años menos que ustedes, la expresión triste de ese perro permanecería como un recuerdo en parte feliz para ambos.

sábado, 22 de febrero de 2025

Ayer en escultura

Ayer en escultura me adentré 

en el ritmo suave de la herramienta 

sobre el barro en el ir y venir 

como lo hace el agua y el viento 

en una mesa de madera ubicada 

en una terraza que mira el horizonte  

y tiene un palo borracho en flor detrás 

que recibe a los colibríes  

felices de llegar  a lo más alto 

donde incluso parece que juegan. 

Somos tres, y nos acompaña un gato, 

y mientras el sol baja cada uno avanza 

en su intento por expresar algo 

que tiene que ver con darle sentido 

al hecho de nacer, estar y morir. 

Y para eso nada mejor 

que los colibríes cerca. 

jueves, 20 de febrero de 2025

Días y noches en la Pampa

 

Un momento de luz, y luego de sombra, generado por las nubes al pasar por el cielo; la tierra las refleja en sus pastos, en sus árboles esparcidos, algunos apenas rozando el suelo y otros grandes, altos, casi como colinas de ramas y hojas que se divisan a lo lejos. La Pampa, un lugar que me resulta familiar y que cada vez quiero más. Es que, con el paso del tiempo, gracias a la posibilidad de andar un poco —o tal vez bastante—, uno aprende a valorar lo propio, lo más cercano, como se conoce el cuerpo que nos acompaña cada día y también por las noches, y otra vez bajo el sol, después la luna y las estrellas, repetidas hasta un cansancio que en algún momento alcanza el cuerpo y lo libera.

Devaluación

 

Me repito una y otra vez que el tema no tiene importancia, que va a pasar como tantas otras cosas. Su lugar en el mundo es ínfimo, casi inexistente, y hasta parece pedir ser olvidado. Pero me cuesta, como me cuestan tantas cosas. De todos modos voy a insistir, porque estoy seguro de que al final voy a lograrlo —como he logrado tantas otras cosas—, y entonces sonrío, con la certeza momentánea de que no hay forma de que algo falle, al menos en mi corazón. O sí, puede fallar, pero incluso eso, me digo, tampoco importa tanto. Porque todas las ideas, incluso las que ahora parecen determinantes, también van a seguir quién sabe a dónde.

miércoles, 19 de febrero de 2025

Copenhague 2

 

Salimos otra vez rumbo al centro y en ese caminar pasamos por un parque donde veo todo limpio, ordenado, bien organizado en su diseño, y por fin llegamos a la catedral que tiene una impronta parecida en su concepción a San Pedro, pero es mucho más chica y dentro no tiene mayor gracia. Figuras de santos pintadas en el techo sin mayor encanto y una forma redonda con espacios para esculturas que no están en su sitio porque en el interior la sobriedad llega a ese punto. El altar, como es de imaginar, sigue ese mismo camino y no hay imágenes, solo una cruz. Una catedral construida con un estilo neoclásico. Después, nos vamos hacia el palacio real y asistimos al cambio de guardia en un escenario muy parecido a Londres. Atuendos similares en los guardas incluso, pero con diferentes colores, aunque los sombreros, son casi idénticos: negros con piel. Los distintos edificios del palacio no son del todo impresionantes, pero tienen cierto atractivo como conjunto y se unen con una fuente cercana al mar y a un jardín angosto y con detalles modernos que me genera dudas -y lo mismo unas esculturas en forma de columnas modernas-. Lo moderno y lo antiguo juntos es un tema complejo.

Después, tomamos unos capuccinos en un lugar con mesas en la vereda donde un hombre, sospecho que oriundo de Brasil, come en una de ellas de una manera espantosa. Aunque me indignan sus maneras, sé que debo ignorarlo, pero no lo logro porque hay un criterio que tiende al juicio severo sobre los demás que nunca entendí a qué obedece, pero que es una parte esencial de mi ser y, en este caso, a continuación, pasa a criticar a una señora que cruza la calle con lentitud junto a su perro por la mitad de la cuadra. Después, tal como lo imaginaba, se ha sentado en una mesa y molestado al mozo con unas maneras poco gentiles para que le sirva más vino. Acto seguido, llega una amiga de ella a conversar con ella. Tienen más de setenta años y la amiga que ha llegado última tiene una apariencia mucho más esmerada en sus joyas, en su pelo y en su vestimenta. 

martes, 18 de febrero de 2025

La Pampa

 

Voy por la ruta junto al enorme campo que celebro pensando que no es como en Europa donde siempre aparece la mano del hombre en un modo más notable. A mi izquierda, las nubes que de todas maneras dejan ver al sol detrás, como si fuese la luna, redonda, pujante, bella. Dos chajá cruzan la ruta. El de la Pampa es un paisaje que siempre guarda la calma de un mar y me recuerda una novela de Chejov: La estepa. 

Después, en la estación de servicio está el hombre que carga nafta y considero mi amigo. También la joven que me prepara unos sandwiches. Todo en orden y en paz. Podría durar?

lunes, 17 de febrero de 2025

Un ciclo más

 

Me levanté en la noche. Un ciclo de más de doce años concluía, y por eso miraba la oscuridad atento al canto de un grillo, como si esperara recibir un mensaje que nunca llegó. Sabía que una época se terminaba, por obra de quien construye sin develarse, sin tregua, con sed y hambre de llegar al otro lado. Incluso cuando deja atrás a los exaltados —sin aviso, sin ceremonias—, lo hace para avanzar con una fuerza que no se repite. Y si acaso algo se le parece, es apenas una variación, una forma de regocijarse en el placer que le genera ese caudal de cambio inmenso, incontenible, que parece disfrutar como nadie. Solo el canto del grillo se sostenía en el aire. Pero llegado el momento, el sol aparecería, y todo seguiría su viaje.

domingo, 16 de febrero de 2025

El mar

 

Un montón de agua que crea un manto de felicidad que es el azul moviéndose. Va y viene según el viento y fuerzas que determinan los astros. Algunos dicen, designios emocionales emparentados con raíces que nos exceden y que, por sobre todas las cosas, nos lleva a los momentos previos de la gestación. Un rumor donde nada de lo que existe estaba determinado. El espacio donde no llega la memoria; solo hay un cúmulo de lava que ronda el espacio subterráneo. En él se desenvuelven razones más importantes. 

Pero seguimos en la playa atentos a otras cosas. Ajenos a la fuerza inmensa.

sábado, 15 de febrero de 2025

Día de viento y lluvia

 

Voy por lo playa, debo alejar de mis pensamientos un tema de índole laboral que me persigue, que sé que no tiene tanta entidad profunda, real, como para que le otorgue tanta importancia, pero mis pensamientos vuelven a él una y otra vez para intentar desmenuzarlo, digerirlo, tragarlo de algún modo. Y no es fácil. Me siento la playa, ya está oscuro, veo las estrellas, siento el viento en la cara, un viento fuerte, que suena, y trato de atender al ritmo de las olas en el mar, de fijarme en sus ruidos, continuos, fuertes, capaces de llevarme a una dimensión diferente de paz y oscuridad. Y por momentos lo logro, pero lo único que veo es la oscuridad, y lo único que siento de manera cabal es a mi cuerpo y me mantengo atento a sus demandas. ¿Esto es al fin y al cabo meditar? me pregunto, y sé que no lo es, que debo insistir, pero no lo logro, y abro los ojos y me fijo en las estrellas. Un avión, con una luz diminuta pasa muy a lo lejos, y después siento su estruendo, pero de una manera apenas perceptible, y me fijo un poco más en las estrellas. No parecen más que un decorado. No resultan del todo reales, ni mucho menos me resulta real que sean parte de un espacio inmenso, infinito, misterioso, y que al fin y al cabo un día, cuando muera, ellas sigan ahí como si nada sin que pueda verlas. Es un pensamiento de lo más infantil, pienso, pero admito que es lo único que se me ocurre frente al viento y el mar.

viernes, 14 de febrero de 2025

 

Amanezco después de vivir un sueño que se repite a lo largo de mis últimos treinta años de una manera metódica, punzante, obstinada. Quiere mostrarme algo, o darme algo, o generarme algo que no logro retribuirle por lo visto. Afuera, está nublado. Más temprano llovió por momentos. El bosque reposa con la letanía del canto de las palomas y nada se mueve mientras unas pocas caen gotas de los árboles. Por suerte, ningún perro ladra. Pienso muchas cosas, pero a esta altura de mi vida sé que no tienen mucha importancia. Vuelvo también al sueño, a sus representaciones. me detengo en su función y en lo que debo aprender de él. Pero, como siempre, no logro llegar a nada demasiado concluyente. Hay un mundo oculto que veo inmenso como un iceberg en la noche del mar antártico. Silencioso, potente, gélido y en donde apenas golpea el agua del océano. 

jueves, 13 de febrero de 2025

Silbando


Soñé que tenía otra vida. Todo era igual: vivía en el mismo lugar, tenía los mismos hábitos, el mismo trabajo, los mismos afectos, el mismo amor por el paisaje. Pero por dentro, algo era distinto. Era libre. Ya no estaba más atado a los tormentos que tanto suelo alimentar y era muy consciente de eso. Ese costado mío que vive trazando desafíos constantes alrededor de la idea de estar conmigo mismo —esa exigencia, esa tensión— se había desvanecido y por fin caminaba por mi barrio silbando, despacio, con una expresión un poco cándida en la cara. Los gorriones se me acercaban y yo los miraba como si los conociera desde siempre, como si hubiera algo natural en esa confianza. Pero al despertar, me acompañaba un sentimiento impreciso de terror. Algo se había quebrado en la vuelta y no sabía bien qué vendría después.

miércoles, 12 de febrero de 2025

Los pensamientos

 

La posibilidad de distanciarse de los pensamientos, de dejarlos ir por su cuenta según su cauce, igual que un riacho cuando baja la pendiente. Y cuando crece el caudal, de no ser arrastrados por ellos. Y al mismo tiempo: la necesidad de atenderlos, de darles espacio, lugar, cobijo, un espacio entre plantas suaves donde podría también uno echarse, un manto donde estar a sus anchas. Luego entender por qué ellos vienen a decir sus cosas: qué buscan, qué intentan, los pobres, monos a veces en los árboles, gritando, chillando en realidad, sus deseos y también: qué debe uno agradecerles, desde lo más profundo, esa arena que está sola en la playa y espera la llegaba, al fin del agua, para estar lo más en paz con ellos. Tal vez sea, hoy pienso, posible.



martes, 11 de febrero de 2025

El instante

Día de calor bochornoso. Imposibilidad de andar más o menos bien. Con todo, sobre el fin de la tarde, ida a la pileta. Mucha gente para lo que suele ser la concurrencia. Muchos nadan para un "desafío" en un lago de montaña. Gente voluntariosa. Intento abstraerme de todo sin éxito. Insisto no obstante. Hasta que al fin, cuando salgo, fijo en unos pies, que se divisan entre un cerco de pinos enanos, aparece el instante mágico. Es un segundo. Tal vez dos. No más. Pero aparece. Una sensación que no podría describir nunca. Paz y comunión con algo llamado vida, existencia. Consciencia de estar en eso que llamamos existencia con total plenitud, tal vez sería. Pero no lo es. Es algo más y por eso se vuelve tan precioso. 



lunes, 10 de febrero de 2025

Domingo por la noche

 

Domingo por la noche. Mientras está a la espera de que le entreguen el pedido con su cena, se encuentra con un hombre, un vecino, y hablan de que se conocen desde hace por lo menos treinta y cinco años. Él tenía quince ahora tiene más de cincuenta y el hombre es mucho más grande y pasó por muchas cosas. Al parecer, no muy buenas, ni muy loables en cierto punto. Pero quién puede juzgar al prójimo piensa. Aunque en realidad sí se puede juzgar, agrega su cabeza, y eso es lo que hace cada día, cada hora. Y de ese hombre también, para ser honestos, no piensa muy bien. Pero con todo, al menos, puede ahora matizar esos pensamientos hasta volverlos en cierta manera más livianos porque, en cierto punto, quisiera que ellos volasen, que fueran junto a esa águila que anda por los árboles cercanos a su casa, se posa en una rama por las mañanas y chilla con insistencia como nunca antes él sintió chillar a un pájaro. Quisiera saber qué busca y sobre todo qué sentido tiene esa insistencia. Y al mismo tiempo, está contento con ese misterio y le gusta ver al animal a la distancia. Escucharlo, pensar en sus búsquedas. en el sentido de ese sonido que cala hondo, va hacia una fibra profunda por donde él ve correr lava sobre piedras negras. El águila sobrevuela ese fuego, y chilla, con insistencia.


domingo, 9 de febrero de 2025

De dónde nace la magia

 

Todas las molestias, las preocupaciones y las ansiedades y las angustias, no van a ser nada frente al final, al que vas a asistir, tarde o temprano, de la mano de alguien, o en soledad, de un día a otro, o por un espacio de tiempo. Y vas a estar feliz, o infeliz. Nada de eso, de ese último suspiro, se va a poder comparar con el fin de la consciencia actual. No tener más un cuerpo. No ser. Abandonar las cadenas y también la libertad para adentrarte quién sabe dónde, cómo y para qué. Las preguntas son siempre las mismas; acá y allá. No sé sabe más bien nada y ese es el encanto. De ahí nace la magia.



sábado, 8 de febrero de 2025

Un sinfín de recuerdos

 Un sinfín de recuerdos, imágenes, posiciones que adopta tu cabeza en sus intentos por entender el mundo, su lugar en todo, su forma de estar mejor, de pie, aunque parezca que está más bien confundida frente a la consciencia de todo lo que tiene ante sí, inmenso, es, se dice, y a eso hay que agregarle el tiempo, que corre, pasa, genera eventos, uno tras uno, y encima de ellos, arriba del tiempo y el espacio, está el azar, y sin ningún correlato lógico, al parecer, en alguna parte también estaría el creador. Sí, se dice, unir el azar con el creador sería la cuestión. Pero enseguida, confundida, tu cabeza busca salir de cualquier vigilia y vuelve a las aguas torrenciales del sueño.



viernes, 7 de febrero de 2025

Al menos

 

Al menos se esforzaba por agradecer, por encontrar ese instante diferente, que es la realidad de los sueños, esa detención completa del mundo, de todo, de su alma, para estar alineada con los demás, y ser uno, no vivir más apartada, ni lejos, ni estar desunida de lo que es mucho más grande y late en los extremos más remotos de todo y queda en un lugar que ni siquiera se puede imaginar de un modo claro, cierto. 

jueves, 6 de febrero de 2025

Matera. Caminata nocturna.

 

Al llegar, mientras en el frio de la noche recorría los espacios que lindaban con rocas, grutas, casas y gatos, me permití escuchar mis propios pasos. Quería entender el ritmo. Pensaba que, si lograba hacerlo, tal vez dejaría de preocuparme tanto y podría caminar hasta no estar separado del paisaje. Desde hacía mucho había querido eso. Así que, en el máximo silencio, lo deseaba más que nunca.

miércoles, 5 de febrero de 2025

El Milagro

 

El tiempo puede llegar a modificar todo. Incluso el carácter de alguien.  Pero para eso también se necesita una fuerza. Y esa fuerza no sé de dónde viene, ni por qué, ni qué la trae, ni por qué oscila, por qué duda, por qué luego vuelve, retoma lo que empieza, parece que no puede, y tal vez, al fin, puede, un poco, y sí, se nota un cambio. Y está hecho el gran milagro de la Creación. 



martes, 4 de febrero de 2025

Lectura de manos

Hay un punto en el que todos los puntos se esfuman en favor de no decir nada, de ver, de saber. De un conocimiento que supera al lenguaje. Ese es el conocimiento profundo. La palma de una mano puede ser leída, pueden ser descriptas sus líneas, pero ¿quién podría describir las fantasías que trazan?

lunes, 3 de febrero de 2025

Ciampino. Roma

 

Estaba en las afueras de Roma. Ciampino. Los pájaros cantaban. De pronto, el sol invernal me tocó mientras escribía en un balcón, frente a montones de pinos que formaban varias filas. Todo parecía encontrar un cauce. El mundo había estado siempre esperando un momento así. Por fin lo vivía, sin molestias cercanas, sin pensamientos oscuros ni formas enrevesadas. El sol llegaba a mi cara, y eso valía más que cualquier idea o meta cumplida. Más que miles de millones de años pasados o futuros. Lo sentía y estaba bien con él y con los pájaros. Y ellos, felices, cantaban.

domingo, 2 de febrero de 2025

Matera la edad de las piedras

 

Eran cuevas donde las personas viven desde hace por lo menos nueve mil años, le dijeron. Pero lo importante son las piedras, pensaba  que tienen muchos más años, miles de millones, y por eso los trabajos en ellas son tan sagrados, y en este lugar más  porque se trata de piedras que han logrado crear una convivencia con los seres humanos, una forma amorosa de unir los orígenes en la tierra con la vida cotidiana. Por eso hay que tener piedras en las casas, pensó, y quizo decir algo más, pero no le pareció adecuado adentrarse en disquisiciones tan personales frente a otros. Pasa siempre lo mismo, se dijo, lo que pienso no tiene la misma claridad cuando lo digo. Pasa que yo me entiendo de una forma intuitiva, supuso. Y calló atento a los filos de una de las cuevas. 

sábado, 1 de febrero de 2025

Lo fuerte a través de lo tierno

 

Para rescatar algo 

de las gaviotas que vuelan 

detrás de la rompiente.

te adentraste en la orilla 

a la espera de las olas.

 

En el puerto, durante 

varios inviernos, un lobo 

marino se acercaba a tomar 

los peces que ponías en la explanada 

para conquistar lo fuerte 

a través de lo tierno. 

 

Buzios, Agosto, 2025 "Mar abierto"

Son las seis y veintidós de la mañana. Me desperté por segunda vez en la noche, como tantas veces, inmerso en sueños implacables, continuos,...