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martes, 30 de septiembre de 2025

Frente a la virgen

 

Había ranas sobre plantas
acuáticas donde no se nota,
pero el agua corre feliz.

Esa tarde llovía de a ratos.
Recuerdo ver las gotas
bajando por el mármol
que cubría una virgen.

Frente a ella unas ancianas
rezaban. Una lluvia suave.

A un costado, un perro
revolvía la basura.
Más allá, el valle.
Difícil pedir algo más.


lunes, 29 de septiembre de 2025

Los espacios de campo

 

Soñé con los espacios de campo
que nunca tuve y tanto quería.
Los autos pasan, de tanto en tanto,
por una ruta lejana.

En el sueño,
indios atacaban nuestra diligencia,
y dos buitres volaban en círculos
sobre la pradera,
donde un instante antes
sonreíamos
frente a las montañas.

domingo, 28 de septiembre de 2025

Por el pueblo

 

Pasé la tarde en el pueblo

donde estuve con mi abuelo

algunos veranos.

Con el sol en la cara me pregunté

cómo encontrar a la tortuga

que vi hace tanto.

Era pequeña y simpática,

y ahora es grande y adusta.

Y me mira.

sábado, 27 de septiembre de 2025

Los primeros dioses

 

Subíamos al lugar

donde los primeros dioses

nos mandaron a dibujar:

una dimensión

para sostener

la sucesión de los días.

 

 

 

 

viernes, 26 de septiembre de 2025

Los grillos cantan

 

Los grillos cantan;
los camiones pasan a lo lejos
en un frío impecable.

En los potreros,
echado en el pasto,
veo girar luciérnagas:
en sus propios mundos,
tal vez en otros tiempos.

Las miro como me mira Dios:
incapaz de hacer nada por ellas.


jueves, 25 de septiembre de 2025

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Mi escultura

Tengo en mi casa una escultura de mármol gris, hecha con mis propias manos durante seis años. Cada tanto vuelvo a pulirla, como quien moldea un cuerpo que ha emergido. Pero no es un cuerpo: es algo abstracto, la idea de un cuerpo. Una forma que representa la sensualidad de un movimiento que pide al espectador que lo complete.

martes, 23 de septiembre de 2025

Nube

 

Empecé a escribir 

y después de tantos

intentos, caí en la cuenta 

que algo me llama, 

pero no capto qué es.

 

 

lunes, 22 de septiembre de 2025

El camino 2

Pensar en el arte cuando todas las imágenes ya fueron creadas y las posibilidades abundan sobre la mesa: no forzar una innovación; preferir la potencia desconocida que nunca se revelará del todo; intentar conocer un sueño.

domingo, 21 de septiembre de 2025

El camino

Para avanzar en el arte debo volver mis acciones más humildes. Mis actos, ahora que lo razono, deben nacer de pensamientos que no superen mis fuerzas. Si vuelvo a pensar con las mismas premisas de siempre, llegaré a los mismos lugares. 

Mejor ser sincero: estoy encerrado en mis caprichos. Una prisión en la que pretendo hallar libertad —un absurdo. Un plan: vencer las resistencias; abandonar lo conocido y transitar la incomodidad. Ojalá pueda, desde lo más simple, entender los procesos; disfrutar de la magnífica insignificancia que encaro en el universo. No será fácil: tiendo a cambiar solo ante la catástrofe.

sábado, 20 de septiembre de 2025

Alas desplegadas

Desde que tengo memoria, estoy incómodo dentro de mi cuerpo. ¿A la mayoría de las personas les ocurre lo mismo? ¿O vive más tranquila, aunque también más aburrida? ¿Es condición de cierta sensibilidad y conexión con el entorno trepar tanto? Me gustaría estar en la cabeza de otras personas. Sentir como ellos sienten sus cuerpos. En mi infancia quería con todas mis fuerzas meterme en el cuerpo de un delfín o de una pantera negra. Lo mismo al ver a los pájaros ir alto deslizándose por las olas del viento con las alas desplegadas. 

viernes, 19 de septiembre de 2025

Pequeña figura

 Por mucho tiempo estuve empecinado en volver atrás, en recuperar algo de otro espacio, de otro ritmo, en no perderlo del todo, porque ese final me parecía inmerecido. No había razón atendible que justificase que ese espacio divino quedase atrás, y por eso debía volver, reintegrarse a la realidad, como si así lo dramático pudiera aflojar.

Así perdí décadas como quien espera con su caña un pez que jamás muerde el anzuelo.

Y todavía espero que esa bolla que observo en la superficie calma del agua se mueva, que regrese el pez al anzuelo. Pero no lo hace y sé que nunca lo hará.

Aun así, la sola idea de ver la bolla moverse me mantiene absorto en la superficie, enamorado del movimiento del agua.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Ayer a la noche

 

Ayer a la noche, nos juntamos con mi mujer a cenar en un restaurante a la vuelta de casa. Ella eligió una mesa pegada al ventanal que da a la calle que nos permitió, al rato, cuando apareció una amiga suya que volvía a su casa, que entrase a conversar con nosotros. Nos contó la muerte de su padre: a los 94 años, de su mano. No me quiero morir, le dijo frente al final. Hasta un mes antes había gozado de buena salud, agregó.

Mientras ella hablaba, en mi cabeza vi salir humo negro de la gran chimenea del patio central del Palacio de Justicia, monumental. Ojalá hubiera asumido el final con más serenidad, dijo nuestra amiga. Con más templanza, agregué yo. Y ella respondió: Sí, tal cual, con entusiasmo, esperanzada con ese legado.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Hoy

 Hoy: trabajo por la mañana desde las diez treinta. Antes, disfrutar del silencio. Ver una planta moverse apenas con el viento. Caminé hasta mi trabajo y fui a una oficina del palacio. Al esperar, vi por el patio interior una enorme chimenea dentro del palacio. No la había visto antes en los más de treinta años que hace que recorro ese espacio extraño. Alta de gran porte, de ladrillos rojos, industrial es la chimenea. Mientras la veía hablaba con una persona que trabaja conmigo acerca de los días finales que le toca enfrentar a su madre. Nos preguntábamos cómo serán los nuestros. Pero en el fondo no me importaba tanto ese problema porque pronto tendría una audiencia en una sala contigua; mi atención por lo tanto estaba centrada en esa cuestión que si bien veía como intrascendente frente al final de la madre de la persona que trabaja conmigo. Lo cierto es que me apartaba de ese tema para hacer foco en ese expediente que requería mi atención -aunque el expediente en sí no tuviera una importancia vital-.

Ahora ya es medianoche, y la chimenea sigue presente en mi cabeza y larga humo. El cuerpo incinerado de la madre de la persona que trabaja conmigo, supongo que viaja en el humo: y me pregunto ¿qué estará viviendo en este instante esa señora, la madre de la persona que trabaja conmigo?

martes, 16 de septiembre de 2025

El pájaro

Había llovido gran parte la noche, pero ya no caía agua y las nubes viajaban. Debería aparecer el sol pronto. Me puse a trabajar para sosegar un tipo de ansiedad que me pide no perder el tiempo. Sin embargo, cuando pierdo el tiempo es cuando más disfruto. Pero necesito sentir que me lo he ganado. Por eso hice ejercicios de costos. 

Planté dos petunias que tenía colgadas en una maceta de mi galería, cerca de la pileta con facilidad gracias a que la tierra estaba negra y, después otras plantas para mejorar el frente, atento a los pájaros, caminé un poco con mi perra, que está vieja y no quiere alejarse de la casa. 

Pero algo culpable por desatender mi trabajo, volví a los mensajes, a los mails, a los llamados. Me hice no obstante, el tiempo para tallar un poco una piedra. La antítesis de cualquier noción de eficiencia; casi no se avanza y solo se puede atender el ruido de la herramienta junto a la maza y la roca que cede muy poco sus resistencias.

Almorcé con mi pareja y traté de avanzar un poco más en mi trabajo, siempre proclive a hacer las cosas rápido para sentir que he avanzado. Después, volví a la piedra y, sobre el fin de la tarde, me senté junto a la pileta a escuchar los cantos de los pájaros. Uno de ellos pasó muy cerca mío volando y se desvió a pocos centímetros de mi cuerpo. Por un instante, pensé que iba a impactar en mi rostro. Fue algo inusual, pero él estuvo en dominio de la situación. El único que pensó que por un instante podría fallar fui yo.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Dj en la pantalla

Llego al gimnasio. Como me temía, hay música en la pantalla: una atractiva DJ, vestida con una bata que trasluce una bikini y tacos altos se mueve frente a la cámara. La bajo. Solo hay tres personas más en al gimnasio y ya advertí que están alejados del televisor: dos jóvenes de unos quince o dieciséis años, calculo, y un hombre de unos sesenta de anteojos y un soberbio aspecto de burócrata. Los jóvenes me preguntan si me molestaría que vuelvan a subir y les digo que si las bajé es porque sí, me molesta. Uno de ellos me dice: Ok, no hay problema. Y el otro me mira con reprobación. Entonces, agrego: La solución son los AirPods. Y el joven me vuelve a mirar mal y mantengo la mirada dispuesto incluso a preguntarle: ¿Te debo algo?, pero el joven deja de mirarme y por poco no llego a pronunciar la frase. Al rato, se van y el hombre con aspecto de burócrata se queda por momentos absorto en las joven DJ en la pantalla con el volumen casi del todo bajo. Flexiona sus brazos con una pesa liviana mientras mantiene una expresión impávida. Me pregunto qué piensa. Debo buscar el placer como cualquiera, supongo. Luego se va y por fin apago el televisor. Me echo sobre una colchoneta a escuchar el tic tac del reloj que está al costado del televisor. Logro contar hasta sesenta sin distraerme. 

domingo, 14 de septiembre de 2025

Los pájaros

Estoy en el último día de mis vacaciones en Búzios, en la terraza de una casa en lo alto de una colina con palmeras y árboles que animan el paisaje. Es un día templado de sol, unos veinticinco grados. El clima ideal para el ser humano, me dijo mi padre. Fue la única vez que vinimos juntos a estas tierras hace treinta años. A unos doscientos metros, en línea recta hay una bahía con forma de herradura. En el centro, deja ver el océano abierto y dos islotes con rocas de un gris claro donde, alrededor, sobrevuelan pájaros de un diseño tan preciso para planear, con mínimos movimientos, que verlos me relaja. Parecen golondrinas grandes. 

El día ha sido de paz, pero acaban de aparecer los seres humanos y sus perros, y esa manía —tan de estos tiempos— de escuchar música a un volumen capaz de imponerse a los demás ruidos de la naturaleza. Aunque no era eso lo que pensaba mientras miraba una laguna que tengo abajo a la derecha, sino en lo difícil que es aceptar todo tipo de peligros; podríamos sufrir tormentos en cualquier instante. En algún momento me tocará desaparecer y el mundo seguirá su curso. La rama de una palmera movida por el viento, a un costado, pareciera decirme algo. Tal vez que esa desaparición puede adquirir tintes dramáticos. O me dice que solo veré envejecer mi cuerpo hasta que decline. Los dioses podrían hablar de esa forma. 

Por suerte, los pájaros pasan a pocos metros desde un árbol con ramas que parecen secas y sin embargo sobre el final están florecidas. Descienden por el aire que sigue la pendiente de la colina. Son negros, con una cola larga y vistosa. Hace un rato, uno se acercó a comer una miga que había dejado cerca y pude ver su cabeza: un rostro inexpresivo con un canto de otro ámbito.

sábado, 13 de septiembre de 2025

Escultura

 Salgo con mi perra; es casi medianoche. Arriba están las estrellas. Me pongo a mirarlas y a pensar en mi día: trabajo. y a partir de las tres de la tarde, por suerte, tallé una piedra. Pegar y pegar hasta sentir que recibe una furia muy arraigada y la adapta a sus formas. Tiene una total complacencia para lo que necesito liberar, está capacitada para recibirlo y lo hace. Se deja incluso modificar hasta darme algo que creo es su esencia pero es simplemente un reflejo de lo que está en mí. Hasta ese límite llega su capacidad de darme lo que sabe que preciso. Tiene ese don y lo ejerce.

En un momento de la tarde, me eché en el pasto, bajo el sol, cerré los ojos, me puse a escuchar a los pájaros y dejé que viniera el sueño. Imágenes confusas se acercaron. Secuencias que hablan de otras vidas, otras dimensiones y sobre todo de un espacio inaccesible. Me dejé llevar hasta que una bocina en algún lado me despertó. Mejor así: todavía había buena luz. Me levanté para ver el agua en la pileta. Trabajaba el filtro y de ese modo se generaba el rumor qué tanto me sosiega. Agua sobre agua. Esas son las cosas que me gustan y estar con personas que me entienden y a las que yo entiendo. Lo demás son tensiones para justamente poder disfrutar a su debido tiempo de las piedras, el agua, del sol, de esas conexiones con los otros y de los pájaros. 

viernes, 12 de septiembre de 2025

El Kavanagh

En el último tiempo, mi intención es aprehender la ciudad partiendo de sus edificios públicos, iglesias, e incluso los edificios de departamentos emblemáticos. Después de décadas de renegar de la ciudad, de sus ruidos, de añorar la paz que encuentro en los campos con terrenos ondulados apenas, cercanos al mar, después de todos esos años repetidos, en donde la visión de los mendigos, de los pudientes también, me cansó de ver desfiles continuos, descubro que esos edificios son cuerpos que me convocan. Hay un ida y vuelta con ellos. 

A un rascacielos que tengo a mi derecha por ejemplo, que veo cada noche por mi ventana, gracias a la definición de un poeta, lo veo como un legionario que se eleva sobre los árboles de una plaza, mira al río, y al mismo tiempo es un estandarte de la elegancia moderna del art deco.

No me imagino una elegancia superior; ya es antigua y al mismo tiempo moderna. Es la unión de dos ríos que elevan al edificio. Cuando miro ese edifico desde la plaza, intuyo un caudal de agua corriendo dentro de ese hormigón armado que bien podría tener yo en mi cuerpo.

miércoles, 10 de septiembre de 2025

La rama


Llegar al punto del silencio y de la quietud. Eso me interesa por sobre todas las cosas. Captar el movimiento casi imperceptible de la rama de un laurel. Ocurrió más temprano, al final de la tarde, en uno de los últimos días de invierno, cuando todo estuvo en calma un instante. Pero enseguida regresaron los pensamientos. Lo único cierto es que esa rama se movió apenas.

martes, 9 de septiembre de 2025

Semáforo

 

Buenos Aires. Acá está mi casa, mi tierra, y al mismo tiempo el lugar que siento lejano de la naturaleza, del mar, de todo lo que busco. Sin embargo, también está mi historia. El tráfico, los ruidos ensordecedores y agobiantes me enajenan, pero a veces me empujan, sin que lo busque, hacia un pájaro en un árbol, un pulmón de manzana, incluso donde no hay vegetación aparente.

También están las noches, una tras otra, en las que viajé en un tren excitante, prometedor. Algunas chicas pasan en las ráfagas. En un taxi, una mano aprieta la mía. Después, una sonrisa y la promesa de decirme algo en el próximo semáforo. Cuando nos detuvo, me lo dijo. No recuerdo qué. Solo quedó la sonrisa. Ni siquiera la cara. Apenas un nombre sin apellido. O sí, lo recuerdo, pero no importa.

Nada pesa frente a esa sonrisa cómplice detenida en un semáforo de una avenida que conozco de memoria. Demasiado tráfico, pero qué importa. La escena todavía vibra cada vez que paso por esa esquina de noche, de regreso a casa, y otra vez me detiene la luz roja.


lunes, 8 de septiembre de 2025

Percibo

Mañana de sol en un pueblo alejado de mi ciudad. Falta poco para el comienzo de la primavera. Más temprano, al amanecer, escuché el canto de un gallo. Miré por la ventana de mi hotel, pero no lo vi. Solo estaban los árboles, todavía sin hojas, en los terrenos de las casas. Había una bruma que volvía a la escena un sueño consciente. Algo indescifrable. Volví a mi cama feliz. Intuyo una confianza en mi cuerpo que avanza. Cuando llegue, cambiará todo.

domingo, 7 de septiembre de 2025

UN TEMPLO

Tal vez esta alergia, y la consecuente tristeza, tengan que ver con la aproximación a mi padre y a mi madre a través de este diario, y sobre todo con la profunda desunión que hay entre ellos, —incluso hoy en día en los hechos y también en mi interior: mi madre, la artista; mi padre, el abogado—. Pero estoy cansado de adentrarme en las interpretaciones posibles de mi vida, y sobre todo de vivir atento a los riesgos más o menos inminentes que acechan mi paz —que solo alcanzo por instantes—. 

Por siempre mi cuerpo ha sido un receptáculo de molestias y dolores provocados por su sensibilidad, supongo, o por los otros miles de seres que vienen a alterar mi cuerpo con sus ruidos o sus gritos. O bien con sus codicias y sus mentiras. De todos ellos debo cuidarme, y aun así hay algo más perturbador que todos esos peligros y está en mi cabeza, dispuesta a infundirme algún tipo de tormento, novedoso o antiguo, que me exige estar alerta para conjurar una catástrofe que persiste como una posibilidad.

Debo abandonar esta fijación de una paz simulada. No debo desearla más. Buscar otra cosa distinta a la perfección. Me lo ha demostrado mil veces, ella no va a acudir a mi llamado. Debe ser un verdadero cariño el que me auxilie, genuino y sentido. Nada religioso, ni ideado por los sistemas de poder establecidos para otros fines. Debo ser capaz de fundar mi propia pirámide. Mi propio templo y yo debo ser la luz de su interior.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Exilio

¿Ese es el precio por sostener mis principios? ¿O debo soltar la rabia, salir de los límites trazados y ganar potencia? Sé lo que ocurre con quienes abrazan su deseo fuera de las prohibiciones, por eso vacilo y busco refugio en el arte. Pero el arte solo recompensa a quienes piden poco y dan mucho.

viernes, 5 de septiembre de 2025

Rabia

Hoy encontré un cuaderno con una anotación. No sé bien de qué época, tal vez de hace cinco años. Dice: "Lo peor es que el enemigo está en todos lados. Se multiplica de una manera absurda y continua sin ningún respiro por las calles. Lo encuentro en moto, toca la bocina, grita en las esquinas, tiene perros que ladran sin parar y él no les dice nada. O bien los pone en los balcones para que continúen con esos ladridos que piden algo que él no piensa otorgar. Otras veces, usa modos arteros o bruscos. O dice una cosa y hace la otra. Así logra irse fuera de mis márgenes obligándome a adaptarme a los suyos. Pero eso es algo que no quiero hacer por ningún motivo. Mi rigidez, que es mi ética, me lo impide. ¿Qué tanto yo me mantengo por ese camino escrupuloso? Bastante. Y todo ese respeto a mi ética tal vez no me trae grandes dividendos"

jueves, 4 de septiembre de 2025

Ojalá

Ojalá algún día pueda darle a la vida el sentido que encuentro en la teoría. Uno sabe lo que debe hacer: lo dicen el Evangelio, los estoicos, Buda, Mahoma. El problema es la práctica. Mil veces me lo he dicho: debo valorar lo que tengo, que es abundante. Sin embargo, siempre encuentro los motivos para no estar en paz. Tal vez porque mi ambición supera la realidad y un deseo más grande me arrastra, me coloca en la fila interminable de lo que sigue. Algunos deseos los alcanzo; otros no. Y aun los que alcanzo solo me traen un sosiego breve, mientras el tiempo corre y los deseos se amontonan. Viajar, conocer el mundo, por ejemplo. No sé de dónde viene ese impulso —si lo impone la familia, la sociedad, o si surge de un rincón verdadero. Lo cierto es que la ambición más grande, como un buitre enorme arriba, siempre se impone.

miércoles, 3 de septiembre de 2025

Los expedientes

Me encantaría encontrar respuestas: ¿por qué estoy en esa oficina de un cuarto piso frente al palacio de Tribunales desde hace más de treinta años? ¿Por qué miro cada día también ese mismo piso del palacio donde funciona la Corte Suprema de Justicia? Cuando me acerqué a este mundo, a mis dieciocho años, recién salido del colegio y ya trabajando en la Procuración General de la Nación, iba a ese cuarto piso a realizar gestiones para mi entonces jefe. Tomaba el ascensor reservado a los funcionarios de la Corte, el de la izquierda en el gran hall de entrada —porque el de la derecha era solo para los Ministros— y subía directo, sin puertas intermedias, hasta desembocar en ese espacio que representaba para mí una corte más bien inquisitiva, donde se tejían destinos. Todo eso me atraía con una fuerza que supongo es el origen de mis treinta años en la oficina de enfrente donde tengo esculturas y cuadros que pretenden equilibrar los miles de expedientes que me acarrean una responsabilidad enorme que siento necesaria por motivos que todavía no descubro. ¿Por qué sigo junto a los tediosos grises, atrapados en estructuras vetustas y claustrofóbicas de ese palacio?

martes, 2 de septiembre de 2025

Los presocráticos

Quiero escribir mi vida como los presocráticos, con ese nivel de asombro, de pureza por los elementos de la naturaleza, por el cielo, los pájaros. De ese modo espero sumar mucha alegría a mi vida mientras camino por el campo. Ese placer que sentí de niño al descubrir el agua, el hecho de tener de algún modo un cuerpo y saber que había pensamientos en mi cabeza que se unían de un modo extraño con los animales. Incluso con los que podía tener de plástico flotando en el agua caliente de mi bañedera. Recuerdo bien ese baño de mi casa de niño y adolescente. Creo que ahí tenía un santuario. Debo recuperar eso. Debo recuperar el placer del agua caliente en mi cuerpo hasta que se arruguen las yemas de mis dedos. Eso es el placer por sobre todas las cosas. El cuerpo feliz, calmo, en el calor supremo del agua y los animales alrededor pidiéndome jugar desde distintas tramas que se podían conjugar sin que uno lo pensara. Sin actuaciones de ningún tipo. Solo había un hilo que había que tirar y la escenas se sucedían como en un parque de atracciones personal.


lunes, 1 de septiembre de 2025

En la penumbra

Debo dejar las supersticiones de lado y juntar fuerzas para contar esto: iba con mi hijo por la rambla que tiene este lugar. Era de noche, estaba fresco, había viento. Caminábamos de forma animada hablando de cosas sin importancia. Asuntos vinculados al mundo del futbol. A nuestro equipo. Cuestiones que interesan mucho a mi hijo y que de algún modo se han colado en mis intereses. A nuestra izquierda estaba el mar, y a la derecha unos restaurantes. De pronto, había una pérgola y bajo la pérgola pude entrever un hombre joven, de origen afro, que fumaba, solo y me pareció que impávido, un cigarro de marihuana. Pasé junto a él sin mirarlo demasiado para no incomodarlo. Seguimos camino y con mi hijo unos cuantos minutos después nos detuvimos frente a banco que mira el mar y también estuvimos un buen rato sentados contemplando el agua oscura, unos pocos barcos de pescadores fondeados, las luces de una ciudad a lo lejos que mi hijo se encargó de buscar en su teléfono y cuyo nombre no terminó de decirme, conversamos un poco más y emprendimos nuestro regreso. Recién entonces, de vuelta bajo la oscuridad de la pérgola pude divisar mejor: había una silla de ruedas y este hombre joven de origen afro, que era muy alto, estaba esforzándose por volver a ese lugar. Lo supe ni bien vi sus primeros gestos y la magnitud del esfuerzo que tenía por delante, en esas calles con piedras desparejas y veredas poco amigables a su silla de ruedas, toda su realidad se me representó de una forma tremenda y muy bien imaginada: su vida, su limitación permanente, supuse, un momento trágico, un hecho desconocido por mí y muy conocido por él, todo estaba inmediatamente después de ese cigarro de marihuana que él fumaba en la penumbra, según me pareció entonces, de forma impávida.  

La osteópata

 Me subí al auto para ir a la osteópata que me había recomendado mi hermana. Treinta minutos de viaje. El Waze me hizo pasar por calles que ...