jueves, 17 de octubre de 2024

Mons Klint


Andamos un rato por el parque hasta llegar a la costa. El mar tiene una mezcla de ceniza y de celeste turquesa, pero solo al principio, más cerca de la costa. Las piedras blancas de los acantilados crean el efecto. Todo lo que deseo está acá: riachos que baja por colinas que tienen bosques y desembocan en un mar conmovido por el frío y el viento. Hay cabras. Frutos silvestres. Están los pájaros. Siento por un momento un tipo de renovación trascendental. Un fuerza que está en todos lado pero que en esencia viene del cielo. Y entonces una familia que había visto comenzar el sendero conmigo tiempo atrás, se acerca hasta donde estoy, al preciso lugar donde me encuentro parado, dentro de un bosque inmenso, y comienzan a hablar en voz alta en alemán y luego, pasado un tiempo, que aguanto estoico contemplando siempre el mar, se retiran. 

¿Un espacio inmenso y cuatro personas que se acercan a donde estoy para alterar mi contemplación?

¿O a qué han venido?

Entiendo por fin, después de tanto tiempo, varias cosas. Mi mayor potencia está en mi interior, que es mucho más amplio y espectacular que cualquier paisaje otro porque tiene todos los paisaje habidos y por haber. Me conviene por lo tanto llegar a ese interior a través de la "humilde confianza", me digo. Y emprendo la vuelta. 

miércoles, 16 de octubre de 2024

Un artista

 

Un artista crea relieves y esculturas y después los ubica en las paredes de sus ciudad. Y luego en las del mundo. En su ciudad, con el tiempo, descubre que hay una persona -o tal vez sean varias- que las destruye. No todas, algunas, las que están cerca de su casa. ¿El destructor es un vecino del barrio? Imposible saberlo. Pero el artista no se desanima y continúa con su labor. No por desafiar al o los destructores, sino porque no puede privarse del placer de crear sus obras y ubicarlas donde más le gusta. El tiempo que ellas permanezcan siempre será finito. Así como el planeta se formó, se terminará un día. Y lo mismo pasará con el universo. Algo así tal vez se diga el artista y por eso disfruta de su potencia creativa más allá de los espacios consagratorias (galerías de arte, museos, espacios culturales), e incluso más allá de cierta línea útil para el mercado. y por supuesto más allá del destructor, en estrecha relación con todos los que, milenios atrás, cuando casi nada asimilable a lo que hoy conocemos como arte existía, crearon dibujos y tallaron piedras y maderas en los espacios que habitaban. Un espacio, cierto tiempo. El espacio es el lugar que ocupa la creación. Y el tiempo es la duración que perdura en una dimensión llena de misterio. Tal vez eso se diga.

martes, 15 de octubre de 2024

Aquel verano

 

Aquel verano, íbamos a ese bar llamado “La paloma”, un lugar con sillas de mimbre y música lánguida. Casualmente ahí fue donde una vez, atenta a unos pájaros que aprovechaban las migas, me dijiste: “Me gusta este bar, me gusta esta música”, y giraste la cabeza para recibir el sol. 

lunes, 14 de octubre de 2024

Vistia a la catedral de Berlin

 

La catedral por dentro está demasiado hecha a nueva y todo lo hecho a nuevo, con una impronta de siglos atrás, termina siendo de mal gusto. Principio elemental, no falla. La madera es de un tono reluciente y por lo tanto entorpece cualquier tipo de conexión con la gracia que tiene la madera antigua en las iglesias. De hecho, no hay en mi recuerdo una sola iglesia moderna que guarde algún tipo de encanto por la sencilla razón que las iglesias, en esencia, pertenece al pasado. Y los ritos en general. Y más de este tipo en la vida moderna. O en el mundo occidental. Y eso lo percibe uno en cuanto entra a una iglesia moderna.

Pero ya me estoy adentrando en el terreno del dogmatismo y ahí me empobrezco... Cuando dice algo demasiado certero, se corre el riesgo de caer en la rigidez. Y eso me pasa a mí cuando intento adentrarme con demasiados bríos en una idea...

domingo, 13 de octubre de 2024

El cuervo de Copenhague

 

Nuestro departamento en un primer piso 

está en una calle peatonal sobre una bahía 

formada por edificios de buen diseño 

que miran a los modernos molinos de viento 

diseminados sobre el horizonte del mar.

Y como si eso fuera poco, hoy a la mañana

nos visitó  un cuervo. Se posó en la mesa 

del balcón, constató que no era comida 

lo que había en ella (se trataba de unas zapatillas) 

y se fue hacia otro edificio color rojizo 

que ve más adelante a la derecha, ni bien le dije 

a mi pareja que había un cuervo fabuloso en nuestro balcón.

sábado, 12 de octubre de 2024

En ese tiempo

 

En ese tiempo, al menos soñaba con estar cerca de los pájaros. Un deseo simple que no alcanzaba. Aunque a veces, en forma tenue, vislumbraba algo entre las plantas, un pájaro ratonero igual al que vimos un atardecer lluvioso. Estaba en la orilla bañándose tan cerca nuestro que a tu lado fui un dios con los pies en el agua. Sí, esa tarde cerraba los ojos y del cielo caía agua y más agua. 

 

Y pronto, llegaron más pájaros, y todos, entusiasmados, saltaron sobre el pasto. 

 

 

viernes, 11 de octubre de 2024

La casa de Karen Blixen

Vamos a la casa de Karen Blixen 

en las afueras de Copenhague 

y me quedo conmovido frente 

a su tumba, pero después,

luego de ver su casa y conocer 

más de su vida, me pregunto 

cómo termina la vida de un artista 

convertida en una atracción turística. 


Frente a un video de la escritora,

entrevistada para el New York Times, 

le digo a mi amigo danés de visita también 

conmigo: Cuando le preguntan a un escritor

qué es lo mejor de la vida, está petrificado. 

Y supongo que es ingenioso el comentario. 

Aunque tal vez no lo sea, ahora que lo pienso. 


Lo que sí creo es que no está claro 

cuál es el sentido del arte. Tal vez 

provocar en uno y en otros cierta 

felicidad, pasión, el deseo de lograr

más contacto con la existencia. 

Pero las respuestas me dejan

la impresión de que fuerzo las palabras. 


Solo después de disfrutar, horas más tarde, 

las esculturas de Henry Moore entiendo mejor. 

Parado frente al mar en el jardín del museo,

con la noche declarada, escucho en soledad 

el ruido del agua y por unos instantes un rayo 

divino y sutil me toca. 


Y después sigo con mi vida. 

Pero no es lo mismo que nada.


jueves, 10 de octubre de 2024

Tantos años

 

Me despierto otra vez con un sueño 

recurrente, que vuelve debido 

a un evento determinante en mi vida,

hace ya muchos pero muchos años 

y que me quiere mostrar la importancia 

de lo que no suelo atender. 

O sí, porque en las profundidades

es difícil llegar a conclusiones 

demasiado diáfanas. 


Mucho menos a las palabras exactas 

cuando el lenguaje enfrenta una muralla 

y ahí se queda ante la extensión de las piedras  

por la inmensidad de la China 

y ellas siguen sin poder pasar 

a lo largo y a lo ancho....

 

miércoles, 9 de octubre de 2024

Humboldt forum

 

A la salida del Humboldt forum, me acuesto en unos sillones de plástico con forma en C que han puesto acostados a la salida y me quedo un rato a la espera de mi mujer, que está un negocio cercano. Pronto, contemplo una paloma, parada arriba de un edificio que solo conserva de su versión original la entrada principal y parte de la fachada aledaña. Fue reconstruido en años recientes y el resultado es bastante aceptable teniendo en cuenta las limitaciones que impone demoler más del ochenta por ciento del edificio original. Pero la magnitud de la destrucción de la ciudad, en una batalla final absurda, la opaca la silueta de la paloma en lo alto del edifico desde donde mira la extensión de los edificios, el enorme esfuerzo alemán por su reconstrucción y, por sobre todo, disfruta el fin de la tarde en el comienzo del otoño de un año tan lejano como el 2024...  

martes, 8 de octubre de 2024

Estadio Nacional

 

Son casi las dos de la tarde. Llueve, está frío. Avanza el otoño en Copenhague. Paro a tomar un café cerca del estadio nacional y me quedo fijo en una iglesia que veo enfrente. La miro para entender, sentir más bien, la esencia de la estructura que tiene su torre de ladrillos a la vista, y que supongo ha visto montones de cosas interesantes desde que se levantó hacia el cielo, y en donde miles, cientos de miles tal vez, de pájaros han visto también montones de situaciones fantásticas que no han quedado registradas en ningún lado. Y entonces, cuando voy al baño, la veo tomando un cortado en vaso sentada en la barra. Es la mujer danesa que un poco antes entró al lugar. Y cuando vuelvo del baño, ella me mira, apenas, y entonces me juro que voy a registrar al menos el momento en algún lado. Y cumplo. 

lunes, 7 de octubre de 2024

En el cuaderno

 

En el cuaderno, a continuación, tengo anotado otro sueño: Sobre la proa de un crucero, mirábamos asombrados un témpano a lo lejos. Como el mar estaba calmo, sobre el azul del agua, el blanco vibraba mientras unos copos de nieve caían al agua. Sonriéndome, me extendías tu mano. Vamos a nadar, decías en el sueño. Te va a gustar el agua, está tibia...

 

En ese mismo sueño, vivíamos en una cabaña al cuidado de varias ovejas. Los pájaros cantaban y las fuentes se escuchaban a distancias lejanas. Llovía y las burbujas iban por una ladera que se volvía brillante. Pero en el sueño propiamente no pasaba más nada. Otra vez un mundo idílico que solo vibraba en mi cabeza. 

 

domingo, 6 de octubre de 2024

El cajero del restaurante al costado del Reichstag

 

Ese hombre, que los primeros días vimos ejerciendo de cajero en el  restaurante al costado del Reichstag, uno con esas mesas afuera, casi sobre el Tiergarten, tenía una mirada en cierto modo sufrida y amorosa, que emanaba cierta bondad capaz de dibujar un aura. 

El tercer día que fuimos el restaurante solo permitían el ingreso a ciertos corredores de la maratón de Berlín. Lo han alquilado, nos explicaron. Y sin embargo, al hombre lo encontramos unos metros más adelante a cargo de la venta de salchichas junto a una parrilla. Nos detuvimos a probarlas solo con una botella de agua y nos las dio con esa bondad suya que ofrecía al prójimo...  


viernes, 4 de octubre de 2024

Catedral Kreuzberg

 

Hay una catedral en Kreuszberg, no mucho después de cruzar el río, y ahí vamos. En el trayecto, una madre le advierte con severidad a su hijo que no tire unas piedras diminutas (que tiene en la mano) hacia la calle. Después, nos cruzamos con otra madre que tiene una bicicleta en cuya parte de atrás lleva a su hijo. Veo que hace una seña para naturalidad para indicar que va a doblar. A nuestra derecha, entre dos calles, hay un espacio delimitado con alambres que parece ocupado por alguien que ha puesto sus cosas viejas, ha sembrado sus plantas, y ellas han crecido. Pero no veo a nadie a la vista en el lugar.

El interior de la iglesia, que es luterana, en su interior, tiene unos cuadros geométricos, con dibujos de cuadrados realizados con los colores mismos, y con tonos vívidos. Saludo primero que nada a un hombre que custodia la entrada fijo en un celular. Entre un joven que, por su atuendo, viene de correr, prende una vela y se pone a rezar. Una joven de aspecto indio hace lo mismo. Yo también elijo una silla del fondo para contemplar todo en silencio. 

Casi en la entrada, veo unas fotos que muestran los duros tiempos de la guerra fría. El muro, la división. 

Después, el joven de la entrada, que al principio estaba absorto en un juego en su celular, cuando me retiro con amabilidad me abre la puerta. Me pregunto entonces qué será de su vida y por qué estará de custodio en una iglesia... Los vaivenes de las vidas... 

Caminamos a continuación con mi pareja por el parque hasta el final y doblamos a la derecha. Unos hombres de aspecto africano cantan con felicidad en una esquina. Pero es más bien un lugar con impronta turca por lo que veo, y me pregunto entonces por qué ese lugar me parece un espacio poco sonriente... Después, encontramos un negocio de cómics y mangas japoneses en donde compramos algo a nuestra hija, y seguimos camino. Los edificios se vuelven, con el correr de las cuadras, más altos y modernos. 

Tomamos un bus y al poco rato entran en él un padre y un hijo mejicanos -lo noto por el acento-. Hablamos con ellos un poco acerca del sistema de pago de los boletos y por fin nos bajamos en el museo. La muestra de Haas, un retratista del siglo XVIII está muy bien lograda. Es lindo ver a las personas de ese tiempo en un modo tan cierto, tan vívido. Pero con el correr de los cuadros, la cuestión empieza a decaer en mi cabeza y prefiero volver a donde está el arte del siglo XIII y XIV, con sus representaciones con colores vibrantes y sus figuras rígidas al punto de resultar un tanto infantiles... 

Maratón de Berlín

 

El museo dedicado a Egipto y culturas milenarias más o menos próximas en el tiempo me resultó, al fin y al cabo, lo más memorable de mi visita a los museos en Bertín. La precisión en el diseño de ciertos cuerpos, y sobre todo de ciertos animales, en los egipcios es algo asombroso. La piedra negra, el granito, no puede estar mejor trabajado. Pienso en la dificultad que pudo haber representado trabajar una piedra tan dura como el granito con los materiales de entonces hasta lograr los resultados armoniosos, fuertes y más que nada sensuales. Pienso que esas obras no serán jamás igualadas. Pertenece a un tiempo que está en el cielo más estrellado. Cleopatra, Julio César, Marco Antonio. Los lugares más fascinantes de mi infancia. Y también están en una sucesión de ideas más negras. Las momias, la muerte, el encierro en una pirámide. Vidas pasadas...

jueves, 3 de octubre de 2024

Café museo Bode

 


Llegamos al café del museo. El mobiliario es moderno y las ventanas son altas (están a más de tres metros del suelo). Se ve el cielo nublado. Pienso cuánto me gustaría que la vista diese a los edificios que tiene la zona. Frente nuestro, hay un hombre. Calculo que tiene unos cincuenta años, En una mesa debajo de la ventana,  un domingo, tres de la tarde, toma un capuchino leyendo un libro. 


Es la persona que me gusta de vecino, pienso. Aunque también sé que por su contención no tiene un diálogo fácil. Ni suelto. Las personas reservada, contenidas, en cierta forma presas de una análisis desmedido, guardan siempre ese tipo de distancia, supongo. Me pregunto si yo no soy así. Pero me digo que mi energía ya no es opaca. Sostengo que hay algo radiante que me sobrepasa. Y me pongo feliz, como si mis pensamientos creasen la realidad...

miércoles, 2 de octubre de 2024

Treptower Park 2

 

Continuamos, después de almorzar, nuestra caminata. A un costado, cruzando un puente, vimos el patio cervecero mítico, pero seguimos por un camino que bordea el agua, detrás de un adolescente de jogging azul que caminaba abrazado a dos chicas de su edad con abrigos de cuero y que supongo viven en una dimensión en cierta forma fantástica propia de tener no más de dieciséis años. Y supongo también que entre ellos solo hay una mínima conexión sexual anterior a todo, que de alguna forma espectacular, será el inicio del descubrimiento de un continente lleno de peligros y por lo tanto de atractivos...

martes, 1 de octubre de 2024

Treptower Park

 

Después de ver el monumento de guerra s soviético -una plaza con la impronta esperable para el caso- y de luego subir hasta lo alto de la escultura del soldado, sacarle una foto a un grupo de holandeses y pedirles que hagan lo mismo por nosotros, fuimos hasta un lugar que tiene mesas frente al agua y se puede pedir la comida típica -por decir- y disfrutar al aire libre en una mesa.


Junto a nosotros, había un grupo de madres y padres con niños recién nacidos que disfrutaban de un almuerzo al aire libre un sábado. Las madres, jóvenes, con colores rubios y rojizos, en cierta forma radiantes, parecían contentas como a veces lo están las madres después de traer a un niño al mundo. Hay un tipo de placer en sus caras que tal vez sea inigualable. Estaban vestidas de un modo un tanto formal, como si ese rol que ahora tuviesen las obligase a sujetarse a ciertos convencionalismos familiares. Y con todo, en sus caras había felicidad, tal vez la mejor que  en ese momento eran capaces de obtener de sus vidas...

 



Mons Klint

Andamos un rato por el parque hasta llegar a la costa. El mar tiene una mezcla de ceniza y de celeste turquesa, pero solo al principio, más ...