martes, 31 de diciembre de 2024

Roma 2

Amanece en la ciudad eterna. Día de sol frío  tirando a tibio. Pasamos por la estación de trenes donde dos chicos esperan a alguien. Cada uno tiene una rosa en la mano. Seguimos rumbo a Santa Maria Maggiore. Es de lo mejor el frente, el exterior entero, el techo interior y sobre todo los pisos de mármol gastados por el tiempo y por los miles y miles de seres humanos que los han pulido. Me fijo: son del siglo XIII.  Salimos y caminamos lo suficiente para recalar en un restaurante cercano al coliseo atendido por una familia impetuosa y orgullosa de los productos que sirven. Son bueno, en efecto. Luego caminata por las afueras del coliseo. Me gusta verlo desde afuera, sin el problema del "turismo". Las piedras gastadas, a lo lejos y a lo alto, antes del cielo, casi absorbidas por el tiempo y recorridos por el arte que el tiempo trae; son de lo mejor. No entiendo el sentido de la recuperación que advierto en ciertas partes. Seguimos por calles y el foro. Un hombre con apariencia de vagabundo perdido de la india vocifera cerca nuestro en un tono amenazante. Una familia de japoneses se adelanta al trote. Nosotros mantenemos el temple. Subo solo a la iglesia que hay junto al monumento de Vittorio Emanuele. Buenas vista y buen coro dentro. Son casi todas bellas las iglesias de Roma porque llevan demasiado tiempo acogiendo fieles y en su momento, en especial, recibieron el esfuerzo de artistas que trabajaron según reglas precisas y de un objetivo que todos interpretaron como elevado: honrar a Dios. Todo eso le dio un sentido claro y funcional. Hoy por hoy cuesta encontrar lo mismo en el arte. 

lunes, 30 de diciembre de 2024

Vuelo a Roma

Vuelo a Roma. Azafatas que hablan castellano con el marcado acento italiano de las que saben de la vida por haber superado los cincuenta años. Hombres también bien predispuestos. Viaje dentro de todo amable porque mientras tenga espacio para estirar las piernas estoy bien. Llegada a Roma y larga fila en migraciones con un contingente de indios Sij. Parecen humildes y al mismo tiempo severos, y tal vez soberbios. Taxista amable que escucha una canción en español. Llegada a un departamento de un edificio antiguo bien situado. Cuarto piso que mira a un parque centenario. Palmeras y cedros llenos de pájaros que festejan el fin de una soleada tarde de invierno. Soy feliz. Después, un restaurante llamado "Familia", lleno de turistas, atendidas por indios muy amables, con mesas casi pegadas y buena cocina. Por fin, un supermercado bien surtido donde compramos lo necesario para el desayuno. A descansar y sobre todo a intentar reducir la distancia horaria en el cuerpo resentido.

domingo, 29 de diciembre de 2024

Mirando a la mujer a la distancia

 

El público se reacomoda. Un lacayo sale al escenario y, con voz aflautada, dice: “La representación que ustedes acaban de ver se trató de un sueño”. Va hasta un rincón y ordena unos leños en una chimenea inmensa. Enciende un fósforo y se distancia del fuego. A medida que se aleja, gracias a las luces, notamos que, en un sillón, cerca de la chimenea, una mujer amamanta. La mujer tiene facciones demasiado suaves para ser rusa, tal vez sea escandinava. Arranca un piano y, en otra parte del escenario, iluminado, de pie, vemos a un militar que es panzón, tiene bigotes con puntas y un monóculo. Mirando a la mujer a la distancia, enciende un cigarro y parsimonioso contempla la escena. A los pocos instantes, una vez devuelto el niño a la cuna, la madre se arrodilla frente al hombre, le baja el cierre y comienza a hacerle una felatio. Y en eso un piano, de acuerdo con el ritmo de la mujer que lleve la mujer, suena cada vez más dulce mientras el hombre sigue fumando. Al final, al tiempo que sigue con un movimiento lento, la cabeza de la mujer termina iluminada. Aplausos.

 

 

miércoles, 25 de diciembre de 2024

Palacio de Tribunales.

Palacio de Tribunales. Voy hacia mis primeros recuerdos Yo tenía un puesto en la Fiscalía de la Corte Suprema que, como es un organismo independiente, tiene un edifico señorial, a unas cuantas cuadras, que adoraba porque me transmitía un poder fantástico solo por ser empleado en ese lugar. Suponía que mi caso era el de un empleado con una proyección excelente que estaría acompañado con los más distinguidos puestos. De modo que, cuando me enviaban a mandados nimios en la Corte optaba por usar el ascensor reservado a los funcionarios que cumplían funciones en el cuarto piso -tan alta era mi autoestima, o en verdad era tan baja que necesitaba actuar como si fuera alta- 

lunes, 23 de diciembre de 2024

Cuarto piso

 

Mi despacho mira a un palacio llamado de "Justicia". Palacio de justicia. Extraño nombre. Palacio. Busco la definición: "Edificio grande y lujoso que se utiliza como residencia de reyes, nobles u otros personajes de alto rango socialTambién puede referirse a un edificio público monumental o de gran tamaño, como un palacio de justicia o un palacio de congresos". ¿Un lugar para que los reyes impartan justicia?Mal lugar desde siempre en mi cabeza. Me provoca una fascinación extraña propia de una espacio sombrío y pesado, lleno de expedientes, habitado por personas que ejercen las cuotas de poder propias de un sistema demasiado humano. Me convoca y espanta a la vez. Se ve un arbusto desde mi ventana que, por más extraño que parezca, creció en una moldura de la ventana del cuarto piso del palacio, justo donde está la Corte Suprema. Es mínimo lo que yo llamo un "arbusto". Apenas debe tener casi nada de tierra para crecer, pero es más que una planta: su tallo tiene cierta proporción que puedo llamar considerable y cierta altura que también me atrevo a llamar considerable -casi un metro-. Es delgado. Apenas tiene -cuento- seis o siete hojas. Un fenómeno extraño que se mueve casi nada gracias a una brisa. Lo miro y en cierta forma me mira. Quiero creer eso. Soy capaz de tanto en mi despacho de un cuarto piso de otro edificio histórico. 

El encanto de las personas

 

Fascinación por los árboles siento mientras nado en una pileta inmensa de mi club, que prefiero disfrutar a última hora, a las decicinueve, cuando solo permanece la señora que trabaja de guardavidas, y voy y vengo por el agua; a veces nadando crawl, y otras con la cabeza afuera estilo pecho. Y cuando salgo, atento a unos loros que comen los frutos de las palmeras (llamado, si recuerdo bien, butiá), intento no tener el tipo de pensamientos que me agobian desde siempre. Pero los tengo. La novedad es que ahora tiendo a aceptarlos más y, en la medida que los acepto, pierden fuerza. No es  fácil, pero ocurre. Tal vez sea lo mejor que ha pasado en el último tiempo. Debo recordar eso. 

Más temprano, vi con interés un video de un hombre de avanzada edad que da los consejos para vivir mejor. Pero después me dije que mejor no pretender tanta perfección en el arte de vivir porque, ahora sé que nadie la tiene y que ahí radica el encanto de las personas que veré poco si sigo yendo y viniendo por la pileta a última hora.

domingo, 22 de diciembre de 2024

Chichen Itzá

 

Soñaste que subías  

la pirámide más alta 

de Chichen Itzá 

una noche de luna llena 

y en lo alto el paisaje 

dejaba de tener un vestigio 

de realidad para convertirse en un paraíso 

pintado donde se intuía una presencia 

que nunca se mostraba

viernes, 20 de diciembre de 2024

Una fila interminable

 

En tus sueños estaban los puteríos, 

mujeres explotadas como gallinas, 

ramas y cañas altas, y después, 

hormigas negras, en fila, 

entre las hojas, incansables, 

vehementes, laboriosas, unas y otras.

 

Y vos querías saber a dónde iban,

pero la fila era interminable.

 

 

jueves, 19 de diciembre de 2024

Sabores

 

Noche. Se escuchan grillos. Y eso que estamos en pleno centro de la ciudad. La mujer que suelo ver a lo lejos, la del quinto piso a mi derecha, se ha ido a dormir. Apagó recién todas las luces. En realidad, todas menos las de su cuarto. Hay poca gente por las calles. Poco tráfico también. Se acerca fin de año. Estoy solo después de mucho tiempo. Todos en mi familia se han ido para algún lado. No sé qué hacer con mi tiempo libre esta noche. La verdad. No tengo ánimo para meditar, ni para ver una película. El tiempo que acabo de pasar en las redes me parece ahora un tanto pegajoso y me deja un sabor ingrato. Quisiera ser capaz de escuchar mucho tiempo a estos grillos. Creo que ahí está la solución a casi todas las cosas que me aquejan. Si no todas. Los vuelvo a escuchar. Lo trascendente sería continuar atento a sus cantos, que  no cesan. No se apagan. Un avión pasa. Pero ellos, mis grillos, continúan con su canto. Son Dios en mi mundo.  Llego a quererlos y los tengo cerca. Me doy perfectamente cuenta de la suerte que tengo.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

Vigorosos

 

Te levantabas con una sensación de bienestar que no te asombraba en lo absoluto. Ibas por el Tiergarten, saludabas al hombre que vende comida en el restaurante que está casi de costado al Reichstag, y que te gusta definir como "cara amiga", y luego, en pleno claro del bosque, rodeado de lavandas, te ponías a esculpir una piedra gris oscuro que, cada vez que la vías desde cierta distancia, te mostraba los cuerpos entrelazados -de pie, vigorosos- que tenía, según pensabas, en su esencia. 


martes, 17 de diciembre de 2024

En el sueño

 

Sueña con irse de esa obsesión que lo ata a cada paso desde que tiene memoria. La obsesión es su propia vida. Su propio deseo. Desea lo mejor para sí mismo. Quiere demasiado. Todo esa cuestión es el gran "peso". Es lo que pasa en definitiva. Lo sabe bien. Y por eso sueña. Va por una pradera. Los pastos están altos. Garzas pasan en lo alto. Al final, se ven unos cañaverales, un río y decenas de patos. Los graznidos se escuchan a lo lejos. Y lo llevan. Lo hacen volar a él también. Lo sitúan en otras vida. Por fin es capaz de entrar en las historias de otros. Solo tiene que seguir esos graznidos para salir de su vida y sus deseos tan demandantes. Entiende al fin. Su riqueza será enorme. Se lo dice con emoción. Por fin, en el sueño.

domingo, 15 de diciembre de 2024

Cerca de su casa

Una pileta donde nada cada verano a última hora 

cuando queda solo una mujer, que es guardavidas,

y pocas veces lo mira desde su silla. Una persona, 

intuye, sabia, bondadosa y relajada. Esa imagen 

tiene de ella y es feliz mientras va y viene 

por el agua.  A veces, con la cabeza afuera, 

atento a los árboles que suenan sus hojas 

gracias al viento. Y otra veces, atento 

a los pájaros que pasan en lo alto cuando el sol se oculta 

detrás de unos pinos que conoce bien. 


Ocho en punto sale de la pileta,

se despide de la guardavidas cada sábado 

y domingo, toma su bici y pedalea 

hasta su casa con la sensación de haber 

vivido instantes de felicidad en el agua. 

Y eso le da una impronta que se diferencia 

de las sensaciones de incomodidad que le genera 

su trabajo, la ciudad, las personas que circulan 

a su alrededor, y muchas veces gritan, y esos perros 

que ladran, supone, por la mala influencia de sus dueños. 

Piensa mucho en esa gente que lo molesta y también 

piensa demasiado en las molestias en general, 

que siente en su cuerpo y llegan a ser moscas 

pegajosas en su cabeza. Su cabeza, se dice, 

que bien estaría si pudiera por un rato 

dejar de recibir a los caballeros que pasan 

con lanzas y espadas a toda marcha. 

Preocupaciones, miedos, angustias, destinadas 

a la supervivencia, supone, que no puede parar 

porque detener ese trajín significaría abandonarse 

en el medio del mar a los tiburones. 

Y los tiburones sí existen, se dice, sonriente, 

mientras pedalea cerca de su casa.

sábado, 14 de diciembre de 2024

Su cuerpo

 

Noche de sueños intensos. Un sentimiento confuso y abrumador que lo ubica en el medio de una orilla y frente a un ola negra que viene directo a donde él se encuentra absorto. Noche de calor y humedad. De un aire faltante. Lo que más lo intriga es lo que está detrás de esa ola. ¿Qué podría ser? ¿Un sentimiento que nace de una confusión muy estructural en torno a su madre? En todo caso, discursos que no alcanzan nunca a revelar una imagen tan fuerte, clara y amenazante como esa ola que desde lo alto se dirige a su cuerpo.

viernes, 13 de diciembre de 2024

Joven y grande

 

Fui a realizar los ejercicios que me ayudan con mi cuerpo. La chica que me ayuda parece muy amorosa, tal vez sea lo más sabio y perfecto en un ser humano que haya conocido hasta ahora. Y al mismo tiempo es un ser humano más. Quiero decir: lo que veo en ella tan espléndido estaba en todos los que he visto hasta hoy. Y sin embargo algo en mi corazón -no sé por qué- quiere diferenciarla del resto. Ponerla más arriba. Supongo que el origen de la competencia es la necesidad de sobrevivir. La misma que tiene mi tortuga cuando anda por el balcón de un lado a otro desde hace veinte años que vino acá. Fue un regalo que le hicieron a mi hija de chica. Ahora mi hija es grande -aunque no tanto- y me acaba de ofrecer un  café.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Que la aceptación

 

Amanece y vienen los cantos.

Acá están. Debería ser suficientes.

Y lo son, me repito. Y quiero creer 

que sí. Que lo serán algún día. 

Pero para eso uno debe llegar 

a donde la aceptación es sincera.

Y eso no es  fácil.

Implica confianza. Síntesis. 

Subirse al devenir y ver a donde te lleva.

Pero eso es lo que hacemos 

de una forma u otra, me digo. 

Y con todo no es suficiente.

Y con todo, quiero creer, 

es parte de puntos, de conexiones

que hacen que uno termine en 

cierta parte, y otros en lugares

tan distantes..., me digo.

Y solo vuelvo a pedir:

Que la aceptación sea sincera.


martes, 10 de diciembre de 2024

Entre las hojas

 

En tus sueños estaban los puteríos, 

mujeres explotadas como gallinas, 

ramas y cañas altas, y después, 

hormigas negras, en fila, 

entre las hojas, incansables, 

vehementes, laboriosas, unas y otras.

 

Y vos querías saber a dónde iban,

pero la fila era interminable.

 

lunes, 9 de diciembre de 2024

La piedra

 

Muchas de tus ocupaciones 

se limitaban a encontrar 

una piedra en el zapato,

y después la cuestión pasaba

por sentir la piedra a cada paso. 

 

Meditabas tanto sobre la piedra 

que te absorbía el trabajo de pulirla.

 

domingo, 8 de diciembre de 2024

En tu imaginación

 

 

Mirabas una escultura 

que tenía un cartel.

2006, en letras doradas, decía.

Y luego tu nombre.

 

Después, ya más cerca, 

descubrías algunos defectos 

en el pulido de la piedra

y lo lamentabas.

 

Y peor: con tantas 

personas alrededor

no podrías mejorarla. 

Quedaría inconclusa 

por siempre.

 

Pero de pronto, 

al mirarla de nuevo, 

la amargura ya no estaba.

Solo permanecía la presencia

de la piedra,  firme, noble. 

En tu imaginación, eterna. 

 

sábado, 7 de diciembre de 2024

Una noche soñaste

 

Hasta que una noche soñaste 

con dos búhos mirándote

desde lo alto 

de un cedro azul.

 

Al árbol lo veías 

desde tu ventana

en una ciudad lejana.

Por entonces, suponías

que deberías crear algo reluciente 

y así podrías vivir rodeado de salvias.

 

 

viernes, 6 de diciembre de 2024

Mirabas una escultura


 

Mirabas una escultura 

que tenía un cartel.

2006, en letras doradas, decía.

Y luego tu nombre.

 

Después, ya más cerca, 

descubrías algunos defectos 

en el pulido de la piedra

y lo lamentabas.

 

Y peor: con tantas 

personas alrededor

no podrías mejorarla, 

pensabas. Quedaría 

inconclusa por siempre.

 

Pero de pronto, 

al mirarla de nuevo, 

la amargura ya no estaba.

Solo permanecía su presencia 

firme, noble. Incluso, 

en tu imaginación, eterna. 

 

 

 

 

jueves, 5 de diciembre de 2024

La serpiente

 

 

Esos días buscabas 

una paz imposible:

si no era en un lado 

era en el otro que un perro 

o alguien alteraba tus nervios. 

 

Vivías en un lugar tenebroso

que no podrías describir del todo. 

 

Hasta que un águila voló 

desde una montaña nevada

para llevarse de tu pecho 

lo que te agitaba. 

Y por fin viste, bañada en sangre,

la serpiente que vivía de tu carne.

 

Y sentiste pena por su partida. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Escenas para la educación sexual en Rusia

 

Primer Acto:

 

Vemos un lago congelado. Más atrás, hay un bosque. Los troncos de los abedules son igual de blancos que la nieve. El cielo también es ceniciento. En el centro del lago, ahora a que el espacio está más iluminado, se distingue una bañadera. La luz va hacia el vapor. Se intensifican la luz un poco más. Así notamos que un adolescente está masturbándose acostado y con sus pies fuera del agua. A  su derecha, varios perros husky siberianos descansan. Todo lo demás está quieto. De pronto, se escucha un silbido, los perros se incorporan y comienzan a arrastrar la bañadera como si fuera un trineo. A la par, arranca un concierto de piano. A medida que avanzan, el joven se masturba cada vez más frenético y la bañadera se aleja cada vez más rápido. Hasta que, a la distancia, los perros y la bañadera se pierden. 

 

martes, 3 de diciembre de 2024

Hace tiempo

 

Durante noches de muchos años 

soñabas con estar cerca de los pájaros. 

Un deseo simple que no alcanzabas.  

Pero con todo, a veces, en forma 

tenue y esporádica, vislumbrabas

algo, un pájaro ratonero 

con un gorjeo amoroso 

aunque imaginario.

 

Y sin embargo, hace tiempo

estuviste como un semidios 

al amanecer junto a él

con los pies en el agua.

 

 

domingo, 1 de diciembre de 2024

Vaya uno a saber

 

Fuiste hasta la esquina con tu perra. Había dejado de llover. La música de ese vecino odioso no sonaba más. El viento arreciaba. Iba. Con todas sus fuerzas. Movía las nubes. Y las nubes pasaban. Se veían las sombras pasando toda velocidad en el campo. Ese espacio  en donde unos teros se paraban también a recibir el viento tan fuerte. Al parecer, un tanto extrañados. Te preguntaste entonces si en la vida, al fin y al cabo, había algo más. Si de pronto todo se apagaría y lo conocido, lo vivido, serían todas las sensaciones que hasta ese tarde habías vivido. Montones de recuerdos imprecisos e ingobernables que aparecían según el antojo de tu cerebro. O vaya saber de qué o quién. Lo mismo que el viento.

sábado, 30 de noviembre de 2024

Dijiste que eran

 

Al llegar al pueblo donde 

viviste tantos veranos, 

con el sol en la cara, 

alejando el polvo con tus manos, 

te preguntaste cómo volver 

dúctil lo arraigado en uno.

 

Sensaciones perturbadoras 

que vuelven para reclamar 

sus lazos con la historia,

dijiste que eran.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

La historia era cierta

 

 

Caía el sol. Hablaban 

de lo lindo que sería ver 

un faro a lo lejos. 

Una gaviota, al ras del agua, 

enfrentaba el viento.

 

Contaron los barcos. 

El agua es el número cero, 

dijo ella cuando entraron 

a una iglesia construida 

sobre pilares en el agua. 

 

Y agregó: La tuya 

es una historia 

bastante tergiversada. 

 

Pero la historia era cierta:

habías sido monaguillo

en esa misma iglesia 

donde debajo corría el agua.

 

martes, 26 de noviembre de 2024

Casi enseguida

 

 

Frente a una vidriera 

comentabas: Ese cuadro 

no es abstracto. Si lo ves bien, 

habla de unos pantanos donde 

una cigüeña mira los cuervos 

que graznan alrededor. 

 

Veías también posibilidades parecidas

en los tachos de basura, tirados 

en la vereda, a lo largo de la calle, 

quietos, tenues, bajo la luz.

 

Ese día mirabas con ella 

los festejos de año nuevo.

La gente también 

disfrutaba de los fuegos 

que terminarían perdidos 

en las estrellas.

 

Y las nubes sobre el mar, 

se veían finitas, y casi enseguida 

ya no estaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 24 de noviembre de 2024

De pronto

 

De pronto, todo en mi vida era perfecto. O tal vez, ideal en el sentido de que era todo lo que debía ser. Y cuando digo todo, hablo también de mi pasado. Días desgraciados por fin tenían un sentido pleno. No solo me habían llevado al lugar donde estaba, un lugar soleado, sino que también, incluso con todos sus puntos oscuros, habían sido lo mejor que yo podía tener cada uno de esos días. Por fin, lo veía con claridad. Y lo llegué a sentir incluso. Y después, al rato, todo ese panorama no estuvo más.

sábado, 23 de noviembre de 2024

Un poeta en las montañas

 

Arriba, cerca de las nubes, en una casa antigua, joven todavía, aunque no tanto ya, con dos hijos incluso, y una mujer amada y un montón de ideas capaces de ampliar el paisaje alrededor. ¿O es el paisaje el que se acercaba a tu escritorio y volvía a salir en las palabras que creaban todavía más espacios en donde las nubes pasaban?

viernes, 22 de noviembre de 2024

La noche quieta

 

Te sentías mejor 

gracias al aire templado 

en la noche quieta.

 

Esa tarde los grillos cantaban, 

los plumerillos apenas se movían 

y el camino recorrido durante 

tantos días te llevaba 

a un palacio en la montaña. 

 

 

 

 

jueves, 21 de noviembre de 2024

Qué pasará

 

Amanece. Una noche plena de imágenes, sueños, reiteraciones de secuencias que se graban de una manera vertiginosa y que hablan y hablan. No paran de decir cosas que no están inscriptas en una lógica. Solo la reiteración de escenas disparatadas. Un mundo encendido no se sabe para qué. Mucho menos qué pasará después. 

martes, 19 de noviembre de 2024

La parte antigua

 

Debajo, noté que el canal seguía agitado por el viento y no sé por qué pensé que mis días siguen los de mis padres, y los de mis padres buscan a mis abuelos. Y me pregunté, como tantas veces, sobre el vínculo verdadero que existe en la línea de los que nacen. Pero es mejor dejar ciertas cuestiones al margen, me dije. No conviene saber tanto. Y se corrieron las nubes, se iluminó primero el agua y después la iglesia. Miré entonces hacia el canal donde supuse que ajenos y mudos nadarían los peces, y en mi cabeza volviste a alejarte sobre los adoquines de la parte antigua. 

 

 

 

 

lunes, 18 de noviembre de 2024

Esa misma noche

 

Esa misma noche, el aire templado, en la noche quieta, ampliaba el canto de los grillos. Los plumerillos casi no se movían y el camino de siempre, de vuelta a casa, en mi cabeza iba hacia un palacio medieval en la montaña. Un castillo que habíamos visitado un verano cercano de la mano. 

domingo, 17 de noviembre de 2024

No hay

 

No hay una forma, ni una idea, 

ni siquiera una estructura,

mucho menos un dogma, 

que explique, justifique, 

o narre en detalle 

lo que nos pasa a cada rato 

en este mundo del universo 

infinito. 


No sabemos casi nada 

de lo poco que alcanzamos a entender 

al aproximarnos al canto de los pájaros.

Apenas que nos alcanza a conmover, 

bajo un árbol de moras, en donde otros 

seres también encuentran placer.


Desde ese sentimiento 

deberíamos crear los cuentos

que ideamos durante noches heladas 

para darle uso al tiempo.




sábado, 16 de noviembre de 2024

Cantos lejanos

 

También en ese tiempo, un día antes al atardecer, vimos una roca, bañada por una lluvia torrencial, resbaladiza y en partes brillante, en el medio de la playa. Se escuchaban cantos lejanos. Benteveos. Había mucha humedad, leo en mi cuaderno; cierta bruma se acercaba. 

 

Sentados en la orilla, veíamos lo que declina del día en las ramas. El río, cada vez más pálido, invitaba a mirarlo. Hablaste de remar por los canales. “Nunca supe dónde acaban”, y comenzaron a cantar las ranas. 

jueves, 14 de noviembre de 2024

Al fin

Mejor dejar que afloren las ideas, me dije.

Mejor que todo es acomode con un título,

porque si encuentro el nombre perfecto para 

lo que quiero contar, todo lo deseado 

se va a ordenar detrás de la potencia

de ese nombre. Pero ese nombre nunca

apareció esa tarde, ni las que siguieron.

Solo volvieron los deseos. Y siempre

los mismos. La necesidad de contar

la sorpresa que genera la existencia. 

Pero eso es muy difícil, me dije al fin.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Al despertar

 

Al despertar, gracias al ruido de la lluvia, las tensiones se habían aplacado: el agua adquiría un sentido renovador y ya no me importaban las inquietantes manchas de petróleo en la arena que descubrí en mi infancia en la playa donde íbamos los veranos. Las manchas se debían al derrame que había sufrido un barco petrolero a pocos kilómetros de la costa. O eso al menos me había dicho mi abuelo. Llevará mucho tiempo para que desaparezcan las manchas, dijo con solemnidad. Pero en ese momento, en mi sueño, llovía, y las gotas, millones, suaves, limpiaban en segundos las manchas. 

 

A esas gotas tan preciadas, las sentía en el techo de chapa. Gotas que con sus golpes me invitaban a permanecer concentrado hasta escuchar a lo lejos un zorzal. Por sobre todo porque, de ese modo, pensaba, podría olvidar que de los infortunios hice un compendio de temores que me ataron a un palenque y que desde entonces mi salvación sería salir de ahí.

martes, 12 de noviembre de 2024

Esa misma noche

 

Esa misma noche, por lo que dice mi cuaderno, tuve un sueño extraño. Junto a la pileta, con tu bikini blanca puesta, rodeada de una bruma incipiente, en una reposera, mientras sobre tu cabeza el viento movía las ramas del sauce, me mirabas. Lo más lindo era que no había en tu cara una sola imperfección, pero tampoco un aire de soberbia. 

 

domingo, 10 de noviembre de 2024

Copenhague 3

 

Salimos del café, cruzamos la calle, me siento en un banco a la espera de mi pareja - que mira algo en un negocio- y luego emprendemos camino. Pasamos por el parque, frente al palacio real, donde unos ciclistas mejicanos pretenden andar por un  espacio estrecho -cosa que me altera y me hace pensar en la cantidad de veces en tan poco tiempo que alguna persona a mi alrededor me irrita-. Después, seguimos para conocer la famosa estatua de la sirena. No tiene un gran atractivo, más allá de estar bien emplazada frente al mar. A continuación, tomamos por un parque y por fin, luego de caminar un tiempo, llegamos a la zona donde se ve un edificio importante que alberga un museo. El edificio está  a nuestra derecha. Después, llegamos al castillo de Rosenborg, que es relativamente chico y tiene formas complejas en un estilo holandés renacentista y está junto a un parque.

Antes de entrar, como son casi las tres de la tarde, decidimos ir a un supermercado de las inmediaciones. La idea es comprar lo necesario para hacer una suerte de picnic en los jardines del palacio. Cosa que hacemos. Y después nos tirarnos en el pasto a dormir una siesta. Soy feliz. Me abandono y, al final, cuando me despierto, veo a mi pareja a la distancia haciéndome señas para advertirme dónde está -la orilla de un estanque en donde hay patos que conviven con carpas-. Vemos unos instantes los peces. Es demasiado tarde para entrar al castillo, convenimos, y con cierta pena nos vamos. 

sábado, 9 de noviembre de 2024

Sobre los muros

 

Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el intento de comprender a mis padres. Uno puede comprender menos a sus padres que a uno mismo, pensé. Pero no estaba seguro de eso porque mis impresiones tienden a cambiar y los pájaros sobre los muros a seguir. 

viernes, 8 de noviembre de 2024

El témpano

 

En el cuaderno, a continuación, tengo anotado otro sueño: Sobre la proa de un crucero, mirábamos un témpano a lo lejos. Como el mar estaba calmo, sobre el azul del agua, el blanco vibraba. Unos copos de nieve caían al agua. 

 

Sonriéndome, me extendías tu mano. Vamos a nadar, decías en el sueño. Te va a gustar, está tibia el agua. Pero yo desconfiaba…

 

Y en ese mismo sueño, un poco antes, estábamos en una cabaña al cuidado de varias ovejas. Los pájaros en unos robles cantaban y las fuentes se escuchaban a distancias lejanas. Llovía y las burbujas iban por una ladera que se volvía cada vez más brillante. Pero en el sueño propiamente no pasaba más nada. Hasta que, de la nada, aparecíamos en el crucero y veíamos el témpano. 

 

 

jueves, 7 de noviembre de 2024

Mirar un buen rato el árbol

 

Miré el árbol y con el tiempo

-un buen rato- el árbol adquirió 

una existencia más intensa. 


Se reveló de alguna forma

que jamás podría poner en palabras.

Pero igual quise decirlo porque pensaba

que así podría darle la relevancia que tuvo 

en mí -aunque ahora que lo pienso mejor

es absurdo igualar ese momento-.

Lo cierto en todo caso

es que ese instante pasó 

y me apena, y que la única forma 

que existe para remediar esa pena, 

es creer por un instante 

que describir la experiencia 

servirá de algo.


miércoles, 6 de noviembre de 2024

Todavía más impresionante

 

Todo duró casi nada. Estábamos pintando, de nuevo con cierta familiaridad. Todo estaba bien entre nosotros. Al principio, no. Pero luego sí. Algo así, recuerdo. Pero enseguida era la hora de irme. Las seis de la tarde. No sé por qué en ese horario debía partir.. Pero antes, te contaba que me había llamado tu madre. Siempre confunde mi número con el del hermano que se llama igual que yo, te explicaba. Y vos nada. No parecía importante en absoluto.


Y después, bajaba de mi casa y me encontraba con el portero del taller, que me saludaba con cariño. Más del que suele mostrarme. Y le explicaba que luego iría para allá, que todavía tenía cosas que arreglar... Abajo de mi casa había una plaza mucho más grande que la que existe en la realidad. El sol de la primavera la iluminaba y el edificio de enfrente, que parece un palacio, se veía como el coliseo. O todavía más impresionante. 

martes, 5 de noviembre de 2024

Te contaba

 

Te contaba mi sueño de la noche anterior: Iba feliz, al galope, paralelo al río. Pero el animal pisaba un pozo, trastabillaba y caía al piso y, cuando todavía estaba en el suelo, dos toros, que pastaban a cierta distancia, arremetían para toparme. Sin embargo, en el último instante me esquivaban, y seguían a toda marcha. 

domingo, 3 de noviembre de 2024

En el agua caliente

 

Y así, en el agua caliente de mi bañadera, me puse a recordar que al final del otoño, en ese pueblo perdido, un no sé qué prosperaba junto a las veredas entibiadas por el sol de la tarde, durante la hora de la siesta, cuando casi no pasaban autos y el viento hacía sonar unas casuarinas y pocas personas iban por la calle. Y no pude dejar de pensar en cómo quisiera recorrer de nuevo esas lomadas. Ir, sin apuro, hasta el lugar donde una ramita, casi negra, al filo de una zanja, bajaba agitada por la corriente. Porque, aunque cueste creerlo, todavía veo con claridad esa rama bajando a intervalos junto a otras ramas caídas de otros árboles. 

 

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

La noche de la que hablo

 

Sin embargo, la noche de la que hablo a continuación en mi cuaderno, como se acercaba el fin de año, había cierta exaltación en las calles. Varias personas caminaban apuradas para celebrar en sus casas, mientras nosotros, de la mano, frente al estanque de la plaza principal, mirábamos cómo el viento movía el agua. Y ahora mismo, gracias a mi cuaderno, todavía el viento permite que viaje una hoja seca del roble sobre el agua, y el sol la hace brillar, mientras gira. Es mejor que una obra de arte, dijiste aquella vez. 

 

 

viernes, 1 de noviembre de 2024

Jardín botánico

 

Copenhague. Un parque donde trotan unos estudiantes cada uno por su lado. Salvo dos chicas que van juntas. Se esfuerzan, por lo visto, bastante, aunque no demasiado. Son serios. Después, vemos una chica meditando al costado del camino. Está fija en unas plantas, a no más de veinte centímetros de ellas. Seguimos y pasamos por un hospital inmenso, doblamos y atravesamos un espacio más de parque en donde hay un bici acostada. Al parecer, abandonada. Y por fin, debido a la lluvia, nos subimos a un bus y nos bajamos en el jardín botánico donde entramos a comprar unas semillas. Una joven simpática nos advierte:  Tal vez no podamos ingresarlas a Argentina. No habrá problemas, aseguro. El jardín botánico nos gusta. Tiene unas montañas artificiales hechas con piedras, en cierto modo, al estilo japonés, con acequias y cascadas, de no más de medio metro de alto. Como llueve, no hay nadie. Solo una madre y su hija, La hija tiene unos cuarenta años. También son simpáticas. Supongo que alemanas, y nos sacan una foto. Después, pasamos por una casa anexa, que en sus paredes exteriores, sobre cajones de tierra, muestra cómo trabajan los almácigos. Vuelve a llover y miramos los árboles desde una lomada. Un momento feliz.

jueves, 31 de octubre de 2024

El pasto se oscurece

 

 

 

Más tarde, sentados en la orilla, hablamos de cuando el pasto se oscurece, los pájaros todavía no duermen y las luces, declinando, empiezan a arroparnos. ¿Vos percibís lo mismo?, te pregunté, ¿existe un punto donde nuestros cuerpos sienten como los pájaros? 

miércoles, 30 de octubre de 2024

Era el final de una tarde nublada

 

Era el final de una tarde nublada y apacible. Miré el río donde unos peces rozaban las ramas de un sauce que entraban apenas al agua, y me puse a pensar en ellos, los peces, alejados de cualquier noción de tiempo, ajenos al paso de los instantes, imaginé, y sin embargo dentro de escenas continuas del tiempo que pasan, y me di cuenta de que ellos seguían ahí en el agua, fuera de mis pensamientos, y me pareció después, por más absurdo que parezca que todo era diferente, que con mis pensamientos podía llegar a tocarlos como lo hacían las ramas del sauce. Por un instante, sentí que entre esos peces y yo había una conexión, y que sería capaz de lograr algo con ellos.

martes, 29 de octubre de 2024

Copenhague

 

Copenhague. Autopistas. Autos que van y vienen de forma muy ordenada. Llegamos a nuestro departamento. Excelente, frente al agua. Pero pronto advierto que nuestra unidad no da al mar. Un tema a superar. Averiguo y buenas noticias. Podemos cambiar el día viernes. Salimos entonces a conocer la ciudad, mientras cae el sol, desde nuestro edifico, en una zona moderna, bordeando el agua frente a unos hombres que están metiéndose al mar junto a unas casillas donde s después tomarán un sauna. Luego, seguimos hasta una plaza y después cruzamos a un barrio antiguo y señorial donde vemos poca gente por las calles (es así toda en la ciudad salvo en la zona del centro de la ciudad). Y no hay ruidos casi. Existe un tiempo entre gélido y bucólico que transcurre al límite de la perfección. Hasta acá llegó la existencia humana, pienso. La civilización finalmente ha triunfado, parece. Aunque todo es una apariencia, y un tanto subjetiva. Sin embargo, la impresión me toma cuando, en las puertas de los edificios, nos cruzamos en coches de niños con cascos dentro porque nadie los va a robar Juno con flores que se expanden. Y más atrás, ventanas a la calle sin protección y personas con apariencia razonable. En un lugar compro una coca y el hombre -de origen indio- también sonríe, amable, y vuelvo a pensar que la civilización ha triunfado. ¿Pero, hasta cuándo?

lunes, 28 de octubre de 2024

Esas margaritas

 

Esas margaritas estaban en una casa cerca del río de un tío tuyo que, si recuerdo bien, con el tiempo la abandonó para irse a vivir con una empleada del supermercado. Se fueron de un día para el otro a un pueblo cercano a la frontera. 

 

A las margaritas las veía mucho tiempo antes en mis sueños. Nos echábamos en ellas, recordaba bien, en la casa de tu tío, que creo que se llamaba Ernesto, donde también, apenas los remeros se lanzaban por los canales, subíamos a la terraza para apoyarnos en la baranda. Yo entonces me quedaba atento a tus piernas y a los roces casuales. Intentaba más que nada mantenerme, frente al canal, concentrado en los reflejos de los árboles en el agua. Pero se movían bastante mis pensamientos sobre la corriente. 

 

 

domingo, 27 de octubre de 2024

Esa mañana de calor

 

Esa mañana de calor, dice a continuación mi cuaderno, un pajarito saltaba por las ramas de un árbol del que desconocía el nombre. Se divertía sobre unas rocas con manchas negras concentradas en la parte más alta. Arman dibujos chinos, acordamos. Me acosté en una de ellas para ver unas golondrinas que en el cielo se dispersaban y por momentos se unían, y pensé en los instantes. Pasan como los pájaros, me dije, y cerré los ojos para sentir algo que me sosegara. Cierta bondad indefinida que me limpiase de toda mácula…

sábado, 26 de octubre de 2024

Al llegar la noche

 

Al llegar la noche, leo ahora, el viento había corrido las nubes y, por un momento, vi las estrellas entre los árboles. La perra se detuvo también y miró para arriba. O eso me pareció por un instante. 

 

Después, en la galería de tu casa, te expliqué que nací con el píloro tapado y casi no podía comer. Hasta que un médico, de nombre Gianantonio, decidió operarme y me salvó la vida. Vos entonces me contaste de tus orígenes inciertos y que hace años, cuando mirabas las estrellas, apareció la Virgen y al día siguiente salvaste a mi hermanito de morir ahogado. 

 

Esa misma noche, el aire templado en la noche quieta ampliaba el canto de los grillos. Los plumerillos casi no se movían y el camino de siempre, de vuelta a mi casa, en mi cabeza iba hacia un palacio medieval en la montaña. Un castillo que visitamos un verano y recorrimos de la mano. 

 

 

viernes, 25 de octubre de 2024

Casi enseguida

 

Ese día mirabas con ella 

los festejos de año nuevo.

La gente alrededor también 

disfrutaba de los fuegos 

que terminarían perdidos 

en las estrellas.

Y las nubes sobre el mar, 

se veían finitas, y casi enseguida 

ya no estaban.

 

 

jueves, 24 de octubre de 2024

Dolmen de Guadalperal


Un conjunto escultórico, un lugar sagrado de casi diez mil años atrás, que se deja ver debido a una gran sequía. Bajó el agua de una represa que mandó a construir un dictador que gobernó un país durante décadas hasta su muerte. La sequía, pienso, obedece a un cambio climático que se deriva de un desarrollo tecnológico fuera de serie. Las oscilaciones de la existencia... Y si uno se pusiera a buscar sus esculturas ocultas bajo el agua -el inconsciente-, ¿qué emergería? ¿Cuáles serían las formas que, a la hora de crear, elige nuestra mano guiada por la intuición? Las formas que guarda nuestro cuerpo, ¿Y por qué? Es casi como preguntarse cómo llegó uno a definir su firma. 

En esa tarea, a lo largo de los años, me puse a realizar esculturas que, como es lógico, se vinculan a formas que he visto en la naturaleza o en otros artistas y que me sirven para esta indagación mayor, que puede ser infinita, y que se vincula, entre otras cosas, con la búsqueda de un identidad,  con la necesidad de buscar la esencia que nos diferencia y vuelve únicos. Una buena forma de aprovechar el tiempo. 


miércoles, 23 de octubre de 2024

Y

 

En el blanco refulgente de la luna

creíste ver una bandada de patos.

Volaban sobre unas montañas dibujadas

y, gracias a los tenues grises,

había una atmósfera soñada.

 

 

 

martes, 22 de octubre de 2024

En tu sueño

 

En tu sueño, un iceberg 

iba sobre el calmo 

turquesa del mar.

 

Entusiasmado,

fuiste hasta su camarote

para pedirle que te acompañe a verlo, 

pero cuando regresaron 

el blanco indeleble no estaba más.

 

 

Sábado

  Día cálido de sol y un viento tenue. Me levanté y después de mirar como tantas veces por el balcón los edificios que me acompañan desde ha...