Día nublado y después con sol. Desayuno con mi hijo. Hablamos mientras la puerta del balcón estaba abierta. Por momentos, podía entrever lo espléndida que puede ser la calma, pero fue solo un instante. Pequeños ejercicios de gimnasia más tarde y antes la noche atiborrada de sueños como siempre. Mi cabeza precisa asistir a incontables imágenes.. ¿Porque pienso demasiado durante el día? ¿Cómo puedo saberlo? Tal vez la IA podría decírmelo, si es que sabe tanto. Pero no lo creo. Sobre el mediodía, comienzo de una reunión en la oficina en torno a los recursos humanos. Las peripecias de liderar un grupo de gente. Algo que ya me resulta una ilusión. Un engaño inmenso. Nadie puede liderar a nadie. Nadie logra demasiado tiempo liderar su propia existencia. Habría que derribar las estatuas de todos los Césares.
Después, almuerzo en lo de mi amigo. Polenta con salsa de tomate, cebolla, ajo cerdo, romero y especies. Decliné un canelé: quiero limitar los dulces. He tenido bastantes a lo largo del último tiempo. Cuatro y diez fuimos a ver una película con mi amigo en el cine contiguo a su muy pequeño restaurante. Película sobre la violencia de género con un clima aciago y por sobre todo enajenado y opresivo. Bien creado el clima en definitiva, pero muy poco interesante el guión. Me pareció previsible y lento tal vez. Más tarde, taller de pintura tras comprar un bastidor a la tienda de mis amigos. Volví a decirles que el futuro del lugar es crear obras de arte conceptual lindando con lo pornográfico. Sería la mejor forma de levantar ese espacio decaído. En el taller, me atreví a pintar un cuadro de más de un metro de largo y de ancho. Ensayé con mis esculturas en el lienzo. Tal vez será el inicio de una nueva corriente pictórica. O al menos eso espero. Cuando salí noté que había llovido. Un aguacero en un día húmedo y todavía cálido y me dispuse a conversar con mi amigo de toda la vida que vive en USA acerca de sus últimos cuadros y los míos sentado en una plaza frente a un palacio del siglo XIX que no me canso de admirar. A mi derecha, a lo lejos, por momentos también miraba el primer rascacielos de estas tierras. Creo que soy más feliz de lo que pensaba.