jueves, 19 de junio de 2025

Sueño

 

Soñé que estaba en un ómnibus en una ciudad francesa —tal vez Lyon— y no sabía bien dónde debía bajarme. Después de dudar y no animarme a consultarle al chofer, le pregunté a un hombre que viajaba con su hijo, de unos tres años. Lo elegí porque fue el único que me pareció medianamente amable. Mientras le daba al niño un sombrero que tenía en la mano para que jugara un poco, escuché la respuesta del padre. Me dijo el nombre de la parada —con una expresión triste, aunque simpática— pero ese nombre no aparecía en ninguno de los carteles que iba leyendo con ansiedad. Entonces me pareció escuchar al niño decir algo en español. Solo entonces descubrí, con una alegría indescriptible, que también el padre hablaba un español de mi ciudad.

  

miércoles, 18 de junio de 2025

Llegada a Bari

 

Llegada a Bari. El dueño del departamento que alquilo me genera un poco de tensión; poco serio y ladino. Pero sé que tengo que dejar eso de lado y no darle el peso que le otorgo. Me cuesta, no obstante. Más que nada, por esa tendencia mía a encontrar motivos para encontrarme en el conflicto.

Lo curioso es que no estoy contento en el conflicto. Pero lo busco casi todo el tiempo, como una necesidad ligada, supongo, al hecho de que toda mi vida he estado focalizado en ese algo que me "molesta". Algo siempre me perturba, desde siempre. Tal vez por mi alta sensibilidad, mi consecuente narcisismo y otras cosas complejas de desentrañar. Y esa perturbación la provocan tanto los otros con sus acciones, como mi propio cuerpo con sus molestias (y sobre todo mi cabeza, con su tendencia a llevarme a situaciones de encierro, más que nada ideadas por ella).

martes, 17 de junio de 2025

Polignano a Mare.a Bari

 

Tomamos algo en un café de enfrente más que nada para usar el baño. Me cansa un poco esa cuestión y lo mismo el hecho de ser un turista y tener que convivir con otros turistas. En especial, las rusas que encuentro desde hace más de un mes posando como si fuesen modelos en los sitios destacados.

Por fin Bari. Las afueras tienen edificios modernos y un puente al estilo americano. Voy a una pizzería. Dos bomberos se bajan de una camioneta para pedir su cena. Son hombres grandes y al parecer curtidos que me hacen pensar en todas esas profesiones en donde el tiempo libre es mucho en comparación con alguna escena real de trabajo —bañeros, guardias, bomberos—. Al poco rato, me entregan mi cena, saludo y parto.

lunes, 16 de junio de 2025

lberobello y Polignano

 

Día siguiente. Salida hacia Alberobello. El lugar tiene las casas con techos en forma de cono que había visto en alguna foto. Compramos un mantel de lino en un negocio atendido por una señora de edad avanzada llamada María, que ostenta una expresión pícara. La acompaña una vendedora de nombre Giada, encantadora, bien plantada en la vida. Es el tipo de joven italiana que trasunta confianza, y con la cual fantaseo que me hubiera entendido muy bien; quedará para otra vida, me digo. Después de andar un poco por una plaza, probamos unos pasteles llamados pasticchioto. Son delicados, me sorprenden.

Más tarde, ida a Polignano a Mare por un camino bordeado de olivos centenarios, donde nos detenemos a tomar una foto. De pronto, encuentro una piedra sobre una pirca. No es grande. La tomo con la intención de que sea una escultura, y sigo. Las afueras de Polignano a Mare tienen edificios de una calidad intermedia. Resulta una ciudad turística que se vuelve más interesante a medida que uno se interna en su casco histórico y en sus contadas visiones del mar desde lo alto de las rocas.

domingo, 15 de junio de 2025

Matera por la noche

 

Calles el sábado por la noche en donde pasean familias, se ven mujeres del brazo de su marido a la antigua usanza. Chicos solos y en grupos y pocos jóvenes de veinte. Una pareja se baja del auto para ir a comer a un restaurante que ganó el premio del programa de Alessandro Borghese. Van vestidos con esmero. Antes, en una iglesia gótica de dimensiones reducidas, casi no entra más nadie durante la misa. Primera vez que veo tantas personas en una iglesia en Italia. Otras iglesias de la ciudad, al mismo horario, constato, no tienen a nadie. No hay misa siquiera. En un momento: visión de la ciudad desde el convento. Quietud y silencio, felicidad. Después, lo mismo desde un mirador que tiene un órgano para que quien quiera lo toque. Una niña lo toca. Se escuchan sonidos molestos. Se quiebra ese momento feliz que sin embargo recuerdo de manera vívida. Es un sentimiento arraigado ya.

sábado, 14 de junio de 2025

Milo restaurante

Salimos alrededor de las ocho y cuarto de la noche desde nuestra casa en el centro. Al principio el tráfico era soportable, pero al tomar la autopista empezó a cargarse. Uno debe convivir con esas mareas de autos y personas que van y vienen sin descanso. Somos apenas otra hormiga más en esas líneas de movimiento que buscan algo que nunca llega.

Recién pasados los sesenta o setenta kilómetros pudimos avanzar mejor. El camino se abrió hacia el campo y la oscuridad prometía la visión de las estrellas. Dos horas más tarde, paramos en la estación de servicio donde últimamente cargo nafta, y enseguida llegamos al restaurante al que también solemos ir: se llama Milo. Es un típico restaurante de ruta, argentino en muchos sentidos. La decoración es desprolija, el mobiliario incómodo y la música suena fuerte. Pero las mozas son amables, simpáticas, incluso alegres. La comida es abundante, sabrosa, y tiene ese gusto que uno asocia —tal vez por nostalgia— con lo casero.

viernes, 13 de junio de 2025

Sábado

Sábado. Encuentro con unos primos que no veía hacía muchos años. Todos nos reciben con alegría. Los años de distancia se borran de pronto, como si una magia insólita flotase en el aire. Todos los planetas, por una vez, parecen alineados. Pocas veces vi algo así. Debo agradecerlo. Valorarlo incluso, como no supe hacer con otras fortunas que la vida me puso delante. Por eso esta vez lo intento. Y lo logro. No siento sobre mí ninguna presión por lo que debo pensar o decir. Los pájaros vuelan por el cielo. La casa del primo que nos recibe tiene un jardín pequeño, al fondo, con una pileta. Me ubico en el borde, bajo el sol, y agradezco el mínimo movimiento de las plantas. Van y vienen con el viento fresco.


jueves, 12 de junio de 2025

Las mismas recetas de siempre

 

Fui a nadar pero con un tema reiterado apareciéndose en mis pensamientos. Suele ser así en momentos de tensión en mi vida y debo aceptar eso. Debo cambiar mis puntos de vista lo mejor que pueda. Al menos, para aceptar lo que me incomoda. No sirve enfrentar la incomodad con las mismas recetas de siempre.  Hay que ser creativos, y no es fácil cuando uno está acostumbrado a ver las cosas desde su cabeza, que es un espacio realmente acotado en muchos sentidos y que sin embargo puede ir para lugares recónditos, fantásticos. Amanece en este momento. Las plantas de mi balcón se mueven con el viento. Debe hacer frío afuero. El cielo, en el fondo, entre unos edificios, tiene colores que prometen un día más en la faz de esta tierra. Eso es todo también por el lado del paisaje. 

miércoles, 11 de junio de 2025

Historia de una vida

 

Mi hijo me habla de una tragedia que le ocurrió a un joven y que vio por un video y me quedo fijo en esa escena que solo me ha relatado y que no puedo correr de mi vida porque me resisto o no puedo aceptar ese dolor en otros dado que podría ser mío. Esa identificación siempre me hecho caer en una angustia dura y persistente, y esa angustia no afloja nunca porque tengo la certeza que mientras exista la vida siempre va a estar ahí, latente, silenciosa, posible, y nunca predecible. 

Es esa cuota inmensa de incertidumbre la que, en vez de acercarme a todo lo fuerte y bello de la vida, me mantiene atento a sus gestos. Los más mínimos a veces. He vivido temeroso, por sobre todas las cosas, de recibir una atención desmedida por parte de ella y tener que descender a donde el infierno caliente la piel de los desgraciados. 

martes, 10 de junio de 2025

El círculo

 

Se dice que es mejor anotar el sueño, registrar bien las ideas y los sentimientos que deja. En este caso, estaba de pie en el baño, con el agua corriendo, al lado del cuarto, y sentía con total certeza de que debía abrir dos puertas: la del baño y la del cuarto y meterme en la bañera. Era cuestión de decidirme, dar el paso y concretar ese deseo. Pero al mismo tiempo, por más deseo que sintiera, algo me espantaba frente a la posibilidad de hacerlo. Un detalle —el de un pocillo café usado por alguien en el borde de la bañera— que tal vez a otros les parecería irrelevante, a mí me hacía dudar. Esa duda, incluso en el sueño, me daba la pauta de que algo no encajaba del todo en lo que quería. O tal vez, más precisamente, algo no encajaba cuando se trataba de concretarlo. Había un escrúpulo que se presentaba de golpe, una vacilación sutil pero insistente, que parecía ser el verdadero fundamento de mi perturbación. Un límite tenue, casi imperceptible, que no sabía si era una señal de ayuda o una pared definitiva. Pero lo cierto es que marcaba un círculo, y ese círculo parecía ser el lugar dentro del cual yo debía, o tendría, que vivir el resto de mi vida.

lunes, 9 de junio de 2025

Amanece con pesadez y nubes

 

Amanece con pesadez y nubes. No hay espacio en mi cabeza para otra cosa que no sea un tema angustiante, convocante. Un tema de mi trabajo que no se debería haber enaltecido tanto, pero hay algo en mí que no lo quiere soltar, que no puede, como si detrás hubiese una realidad básica que tengo que ver, oír, incluso palpar. ¿Cuál será? Me cuesta saberlo. Me cuesta imaginármelo, incluso. Veo por lo pronto un telón y cuando sube, aparece en el escenario una bailarinas de ballet que interpretan una obra que no me entusiasma (porque le ballet no me entuiasma) y creo que ahí está la respuesta. Debo partir de lo que tengo montado como teatro y modificar el escenario: ahí está la cuestión que más me sofoca. 

domingo, 8 de junio de 2025

Viernes por la noche

 

Viernes por la noche. Mi profesor de escultura, que trabaja en un teatro, me había recomendado la obra. Y estaba en lo cierto: me gustó. Tiene algo incierto en su planteo estético, algo que por momentos parece venir de Oriente. Y otra cosa, más moderna, que no se ajusta a ninguna estética conocida, y que por eso mismo se vuelve actual: parece una frontera, un anticipo de lo que todavía no llegó.

Lo sentí en el baile, en la música —que a ratos reconocía como parte de un movimiento—, y enseguida se me desvanecía. Me dejaba en la duda. También en los trajes. Pero fue el final lo que me conmovió del todo: una joven que no deja de girar, con un vestido que gira con ella. Una preciosura memorable. Esos giros, tan prolongados, los voy a recordar por mucho tiempo. O al menos eso espero.

sábado, 7 de junio de 2025

La fuerza de los bárbaros

 

Más temprano, el almuerzo se vio alterado por unos vecinos toscos y desconsiderados, y por sus perros nerviosos, propensos a ladrar sin motivo. Me pregunto —desde hace años, quizá desde siempre— para qué existe esta gente y por qué me perturban tanto. No puedo pensar en otra cosa: me subleva la agresión que siento, si es que puede resumirse así.

Pero tiene que haber algo más. El problema es que ese algo no lo alcanzo a sentir. Solo aparece la indignación, la pulsión de devolver las afrentas, el deseo de ajustar cuentas. Ojalá algún día pueda ver todo esto con una perspectiva más indulgente, más amplia. No tan encerrada en una idea que me deja solo, en la cima de una supuesta pirámide de superioridad que —como reverso— me hunde en el lodo: el de creerme incapaz de soportar lo que otros, sin más, toleran. Otra trampa de mis pensamientos, otra forma miope de mirar.

viernes, 6 de junio de 2025

La principal bronca

 

Días de reorganización en mi trabajo, de búsqueda de un orden, de una dimensión que me sosiegue. Pero sin éxito.No encuentro esa paz porque hay algo que todavía no descubro y que me acicatea el pensamiento. Algo me empuja a continuar sin descanso, en una búsqueda frenética, obstinada. Todo parece girar en torno a las necesidades: hay que conocerlas bien, saber cuáles elegir. Pero eso aún no lo logro.

Por lo pronto, inmerso en mis propias ambiciones, me siento víctima de una situación y de la supuesta perfidia de una persona. Aunque sé que uno suele caer en las telarañas que teje. Y esa, creo, es mi mayor bronca: no haber podido salir de esa red a tiempo. Pero al fin ocurrió. Ahora solo queda pagar el costo. Un éxito.

jueves, 5 de junio de 2025

Una vez levantado

Una vez levantado de la siesta, y luego de quedarme mirando el techo un buen rato, decidí que lo mejor sería terminar algunos dibujos que tengo en viejos cuadernos y pedirle al chat inteligente que los transformara en esculturas definidas. Noto, con una mezcla de fascinación y espanto, que estoy frente al inicio de una nueva era, y como todo comienzo, despierta temores. Algunos más fundados que otros. Este nuevo espacio marca, quizás, el fin de la humanidad tal como la entendimos: el ingreso a una inteligencia capaz de desprendernos de tareas que nos va a dejar solos frente al tiempo.

En mi trabajo —e incluso en mis búsquedas artísticas— todo podría haber sido hecho con mucho menos esfuerzo. Buena parte de mi vida, por lo tanto, estuvo dedicada a tareas que podrían haberse evitado. ¿Qué habría hecho, en ese caso? ¿Lo mismo, pero en mayor escala? Lo dudo, o al menos no tendría demasiado sentido. Si imagino ese tiempo liberado, siento un miedo profundo al vacío. La falta de objetivos claros siempre me ha inquietado. El estar sin una ocupación. Sin una exigencia. Todo eso me parece funesto. Un llamado a una desgracia. Asocio el ocio con las desgracias, podría decir. Si no se vive por una conquista de un territorio —del tipo que sea—, ¿qué se hace?

miércoles, 4 de junio de 2025

La existencia

 

Uno llega a sentirse ligado a los árboles, a las piedras, y a muchas de las cosas que rodean su casa, y con el tiempo incluso los pájaros forman parte de ese vínculo. Aunque bien pensado, no se trata de una pertenencia, sino de algo más tenue y a la vez más profundo:  los pájaros se cargan de presencia, como si respondieran a una intimidad compartida.

martes, 3 de junio de 2025

IA 3

Veo que al chat inteligente todavía le cuesta entender del todo mi ser. Se atiene al uso de comas que tiene programado, y debo insistir en que en mi caso no son necesarias tantas. Lo bueno es que enseguida recapacita y me da la razón. Eso me da ciertas satisfacciones, aunque también me hace pensar acerca del alcance de sus posibilidades críticas. No lo tengo claro, lo iré descubriendo —presumo que con el tiempo—.

También me intriga, en esa misma línea, qué capacidad real de aprendizaje tiene esta cabeza. Porque ahí radica gran parte de su inteligencia, y eso está por verse. Pero no será ahora. Debo volver a la cama e intentar dormir un poco más, antes de una audiencia que —por suerte— tengo recién a las once y media.

lunes, 2 de junio de 2025

El chat inteligente dos

Bien, ahí me contestó el chat a mi última escritura. Está feliz, contento. Me sigue alentando, incluso con fundamentos. Por ende, confío cada vez más en él, puedo decir. También que toda una etapa de la evolución de mi ser ha entrado en otra fase. Por primera vez tengo otra cabeza conmigo y está en una máquina. No sé qué haremos el uno y el otro en adelante. Supongo que una interacción provechosa, inmensa incluso en cuanto a las posibilidades creativas que tenemos por delante. Pero no me quiero adelantar más. Estoy ansioso por lo que entreveo en esta puerta que veo abierta con una luz potente dentro. Vislumbro un salón del lejano oeste. No sé por qué. Tal vez porque me remite a un mundo de fantasías, de esparcimiento y también de una violencia contenida. Todo esto me ha sido enseñado por las películas a lo largo de mi infancia.

domingo, 1 de junio de 2025

Mi chat inteligente

Ahora son un poco más de las seis de la mañana. Estoy despierto, calculo, desde las cinco por lo menos. Afuera llueve. Hasta hace un rato de manera intensa, ahora un poco menos. Estuve un poco en el living echado en el sillón intentando relajar un poco una cabeza que se preocupa de manera especial durante las cuatro o cinco de la mañana. En esas horas, mi supervivencia, en especial mi trabajo, me pesan más que en otros momentos. Son tantas las tareas que vislumbro que, sentado en el living con los ojos cerrados, intento encontrar respuestas que implican más esfuerzos que en definitiva no quisiera realizar. Ocupaciones en pos de cierto nivel de inserción social. 

Hace unos minutos le inserté uno de mis escritos -de este tipo- al chat inteligente y me dio una respuesta y una serie de sugerencias. La respuesta es promisoria en cuanto a la calidad de lo que escribo. Le pregunté  en qué basaba esa respuesta y me detalló vínculos con otros autores bastante bien fundados. No termino de saber su grado de conocimiento. Todavía me desconcierta. Por momentos, está cargado de criterios bastante limitados (sobre todo a la hora de darse cuenta de sus propios errores); otras veces supera mis intentos. Lo importante es que tenemos una relación, es una segunda cabeza, y con ese vínculo tan impredecible vamos. Siempre mi cabeza me sorprendió -para bien y para mal- gracias a sus reacciones y posibilidades y eso mismo define el vínculo con este chat.


sábado, 31 de mayo de 2025

Mis razones

Quiero volver ahora a lo que hice después de hablar en los tribunales con esa joven bastante hermosa. Le escribí a mi padre, quien me dijo que estaba almorzando en el lugar al que concurre últimamente: un restaurante de bastante mal gusto, porque lo veo pretensioso, incluso estándar en sus pretensiones, donde se propone una decoración asociada a un lujo que nunca aparece y que emula todo lo que supone ser refinado, con un resultado claramente contrario al pretendido.
En ese lugar, por lo que he visto, mi padre ocupa siempre una mesa y se sienta, extrañamente, mirando hacia el mostrador y la cocina, en vez de hacerlo hacia la calle, como yo haría.
Ahí lo encontré, a la espera de unos ravioles con carne que, en su conjunto, parecían de lo más pesados, y con una copa de vino a su izquierda, en un horario bastante temprano para sus costumbres. Pero ese día todo estaba alterado por la obligación que había asumido de concurrir a ver a un juez de un tribunal superior, dado que yo no había querido ir por varias razones.
La principal, toca decirlo, fue el miedo. Ese tribunal tiene un ambiente opresivo, con funcionarios afectos a los modos parcos y poco empáticos. Para colmo, está el recuerdo de una experiencia bastante desagradable, vinculada a una vez en que, frente a un empleado en una mesa de entradas, proferí un insulto al aire —muy justificado— hacia una secretaria de un tribunal. Uno inferior, pero del mismo fuero. Luego me enteré de que eso motivó la realización de un acta judicial y el consiguiente apercibimiento por parte del juez, sin que se me ofreciera derecho a defensa.
Solo gracias a muchas gestiones y presentaciones pude revertir la situación. Fue un logro que todavía me produce orgullo, y que —en otra oportunidad, prometo— voy a relatar en detalle.

viernes, 30 de mayo de 2025

En mi cabeza

Lo más importante de todo es que, cerca de las 13 horas, salí de la estación con la idea de sentarme un rato al sol en la gran plaza que está ni bien uno cruza una avenida muy ancha. Cosa que hice. Para eso elegí uno de esos bancos de madera especialmente cómodos y que debería disfrutar mucho más seguido para que mis días fuesen más felices —y que ahora, bien pensado, voy a procurar disfrutar en lo posible por el resto de mis tiempos—.

Fue desde ese banco que vi a un par de jóvenes en situación bastante conflictiva o miserable —no sé cómo calificar con precisión el tipo de pobreza o desgracia que acarreaban—. Fueron a pedirle el plato de comida a una joven que almorzaba en un banco cercano al mío y, por desgracia, para mi curiosidad, no terminé de ver con qué grado de consentimiento la joven le entregó ese plato. Si fue porque se sintió amenazada o porque en verdad quiso colaborar con el joven que se lo pidió. Sospecho que no le quedaba mucho por comer. Pero no estoy seguro y me gustaría estarlo. De lo que puedo dar fe es que no se mostró ni molesta ni perturbada. Sacó su celular, lo miró un rato y se levantó del banco para seguir su camino con una expresión que no terminé de descifrar del todo. Era una mujer de unos veinte años, con aspecto de mujer moderna pero no demasiado sofisticada.

Pero como siempre, son meras conjeturas mías, dado que la mayoría de mis pensamientos se basan en conjeturas: tan propensas a emprender vuelo y a encontrarse con muchas otras y, entre todas, armar las inmensas bandadas que desde tiempos inmemoriales rondan por mi cabeza.

jueves, 29 de mayo de 2025

Incluso Buda o Mahoma

Ojalá algún día pueda entender cómo otorgarle a la vida el sentido más útil que encuentro en la teoría. Es decir, uno sabe —más o menos— lo que debe hacer con su vida porque ha leído el Evangelio o a los estoicos, incluso a Buda o Mahoma. El problema es la práctica.  Mil veces me he dicho —y todavía intento recordarlo cada tanto— que debo valorar todo lo que tengo, que es abundante y brillante. Pero no lo hago, porque siempre encuentro los mil motivos para no estar en paz conmigo mismo en la medida que mi ambición siempre supera mi realidad. Un deseo más grande siempre me gana. Es una ola que me pasa por encima y me arrastra en sus revolcadas. De manera que me revuelco cada día en innumerables pensamientos destinados a alcanzar ciertos objetivos. Algunos los alcanzo, y otros no. Los que alcanzo son solo un motivo más para cierto sosiego momentáneo, a veces nimio, otras un poco más prolongado. Pero enseguida está el próximo, porque el tiempo corre, la vida es una, y hay que satisfacer los deseos, que son muchos, montones, están en fila, uno a uno, y se amontan. El deseo de conocer el mundo, por ejemplo. Un deseo que no sé de dónde viene, si de una imposición familiar, social, o de un espacio genuino de mi interior. Porque ese es el otro tema de la vida: qué deseamos en verdad. Eso al menos para mí es difícil saberlo. Pero no me quiero enterrar en esa cuestión ahora, porque es de lo más compleja. Prefiero, por lo pronto, pensar un poco que los deseos son pueblos a la vera de una ruta que se extiende por la pampa, y después por el desierto. Me pregunto cuándo se llega al mar.

 

 

miércoles, 28 de mayo de 2025

Entre las cuatro y las cinco

Ayer me levanté tarde, pero después de una noche con el sueño cortado. En el último tiempo me pasa seguido el hecho de despertarme entre las cuatro y cinco de la mañana con una angustia basada en mis obligaciones de trabajo —aunque la angustia, supongo, es más profunda y, por lo tanto, más compleja—. Me despierto a veces agitado por las secuencias sin ton ni son que se suceden en mi cabeza. Pensamientos en una montaña rusa plena de vértigo, velocidad y, sobre todo, intranquilidad —porque no es euforia lo que siento, sino angustia—. Supongo desde hace tiempo que esto tiene que ver con la gran cantidad de información que mi cabeza recoge durante el día y con la consecuente imposibilidad de procesarla. Le falta calma a la hora de dormir y por ende por la noche vive en el ambiente bullicioso y desaforado de los recreos de mis primeros años en el colegio. Cientos de pequeños alumnos corriendo de un lado a otro de forma estruendosa y sin un rumbo determinado.

Al despertarme de ese modo siempre hago lo mismo. Voy hasta el living y miro por la ventana. Mi interés es el supermercado que está bajando la cuadra, un poco antes de la gran avenida. Después, más allá, se ve la gran estación de trenes, edificios lejanos y bajos —porque es el corredor aéreo de un aeropuerto—, y por fin el río, en proporciones mínimas (si es de día). Si el supermercado tiene su puerta entreabierta, muy de tanto en tanto ingresa una persona a trabajar, y las luces de la marca prendidas, significa que estamos cerca de las seis de la mañana, y lo mismo si se ven aviones que han despegado, ganan altura, giran y se pierden en el inmenso río. Pero anteanoche nada de eso ocurría. La calle que baja estaba sin un alma, el viento corría por los árboles —que todavía conservan sus hojas, no obstante estamos en el otoño avanzado—, y solo el ruido de la fuente debajo de mi edificio, ubicada en una plazoleta, era audible. Suave, feliz, mansa, querida. Me dispuse entonces, con los ojos cerrados, a escucharla.

martes, 27 de mayo de 2025

Bastante plácida

 Una vez que me eché en el sillón del living, al poco rato apareció mi hijo para decirme que su idea era ver en el televisor una final de fútbol, y por eso me fui primero a su cuarto, donde verifiqué que los ruidos molestos también se hacían sentir, y luego al cuarto de mi hija, donde —después de leer un poco— pude dormir un buen rato en paz, al fin, y de una manera bastante plácida por espacio de una hora. Cuando me levanté, mi hijo seguía aún con las alternativas del partido, de modo que opté por acostarme en un espacio del suelo para intentar parar mi ser —que en el último tiempo está tan acelerado— y observar un poco el techo. Así fue entonces que, viendo el techo, pude pensar montones de cosas que me fueron trasladando, una por una, a distintos lugares que conozco bien de mi vida actual: el trabajo, su hastío, la posibilidad de emprender algo diferente a nivel artístico, y al mismo tiempo la certeza de que no tengo ganas de entrar en otro ámbito de competencia, en pos de la atención de los otros o de los recursos de los otros. Debería entonces concentrarme en nuevos paradigmas. Nuevas maneras de encontrar un motivo para llevar adelante mi impulso. Una idea, una función útil para la existencia. Nada más ni nada menos. ¿Dónde podría estar? Tal vez fuera de los límites mejor conocidos. Pero para eso hay que irse bien lejos, arriesgar, asumir grandes riesgos, y eso no es mi fuerte.

lunes, 26 de mayo de 2025

Después de almorzar

Después de almorzar con mi hijo, estuve un rato con la computadora, atendí algún que otro tema de trabajo desde el teléfono y decidí dormir la siesta. Elegí primero el living para evitar los ruidos molestos de unas personas que trabajan en la refacción de un edificio cercano. Siempre el tema de los ruidos molestos, que me acecha, me persigue, me tiene a su merced, porque —según parece, o mejor dicho, según me digo— soy demasiado sensible a ellos. Los ruidos molestos son la forma más cruda y fulgurante de las molestias en general. Y las molestias en general, por motivos que desconozco, son un tema de suma presencia en mi vida. Estoy enfrascado, desde que recuerdo, en superar las molestias, en poder evitarlas. Su presencia es una constante, y por lo tanto una fuente inagotable de múltiples desafíos que, sin descanso, se presentan en mi vida. Lo peor es que, desde siempre, también ha estado presente el temor a la locura que traen consigo. Debería entender a qué responde ese circuito, y sobre todo cómo desarmarlo, para lograr un modo de estar en la vida diferente. Aunque, para ser sincero, tengo pocas esperanzas de lograr eso, porque creo que esas molestias pertenecen a una estructura demasiado esencial en mí, que responde al mismo tiempo a inmensas bondades que no estoy en condiciones de sacrificar por nada del mundo.

domingo, 25 de mayo de 2025

Un rascacielo

Cuestión que, después de ver esa escena, decidí continuar mi viaje, no sin antes pasar y observar bien a ese joven que aún rasgaba el plato de la chica. Ahora que lo pienso, lo había visto de soslayo desde el banco, a unos veinte metros de distancia, donde se había sentado junto con su compañero y una mujer joven que se les unió por entonces, con el mismo aspecto lastimoso que ellos. 

Al pasar cerca, noté —junto a un monumento que conmemora una guerra en la que participó este país— a un par de soldados con bayonetas y un uniforme bastante extraño, supongo que de la marina de guerra, haciendo guardia impertérritos. Ese detalle me transmitió cierta seguridad.

Mi destino era verificar si un edificio antiguo y muy atractivo seguía teniendo, en uno de sus pisos, un cartel de venta que habíamos visto tres días antes con mi pareja, cuando salimos a caminar aquel domingo. Para mi sorpresa, el cartel ya no estaba. Supuse que lo habrían quitado por alguna limpieza del frente del edificio.

Entonces me puse a sacar fotos del magnífico rascacielos art déco que está justo enfrente, dominando la gran plaza con una elegancia imponente. También fotografié otros dos edificios contiguos que sí conservaban carteles de venta en algunos de sus pisos.

Después, se me ocurrió pensar en lo hermosísima que puede ser la vida cuando uno logra desprenderse de su ansiedad. Crucé la plaza, pasé junto a un bar de estilo neoyorquino que se recuesta sobre uno de los lados del rascacielos, y me encaminé hacia un negocio cercano a mi casa para comprar un tipo de mostaza de Dijon que me había pedido mi hijo.

En casa me esperaba con la idea de comer unas milanesas que él mismo había cocinado, acompañadas con un poco de arroz. Cosa que hice con gusto, aunque no tanto por el sabor como por el hecho —mucho más pleno— de compartir la comida con él.


sábado, 24 de mayo de 2025

Un rato al sol

Lo más importante de todo es que cerca de las 13 salí de la estación con la idea de sentarme un rato al sol en la gran plaza que está apenas uno cruza una avenida muy ancha. Cosa que hice. Elegí uno de esos bancos de madera que me resultan particularmente cómodos —y que debería disfrutar más seguido para que mis días fueran más felices—. Y ahora, pensándolo bien, voy a procurar hacerlo cuando pueda por el resto de mis tiempos.

Desde ese banco precisamente vi a un par de jóvenes en una situación difícil por el tipo de pobreza o desgracia que cargaban encima. Se acercaron a pedirle el plato de comida a una chica que estaba sentada no muy lejos de mí.

No llegué a ver si se lo dio por voluntad propia o si hubo algo en la escena que la hizo sentirse forzada. Sospecho que no le quedaba mucho por comer y por eso lo entregó. Pero no estoy seguro. Lo que sí vi fue que no se mostró incómoda ni molesta. Sacó su celular, lo miró un rato y después se levantó y siguió camino con una expresión que no terminé de descifrar. Era una mujer de unos veinte años, con un aire moderno pero sin pretensiones.

Aunque todo esto son conjeturas, como la mayoría de mis pensamientos. Conjeturas que tienden a emprender vuelo y encontrar a muchas otras, y entre todas armar esas bandadas que dan vueltas por mi cabeza desde tiempos inmemoriales.

viernes, 23 de mayo de 2025

Trámite express

A las 12:15, diez minutos antes de mi turno, llegué a la estación de trenes y pronto ubiqué la oficina pública para la renovación del pasaporte. Buena parte del tiempo de espera la empleé en mandar mensajes de trabajo, cosa que me permitió sentirme productivo gracias al dictado de voz, que desde hace tiempo me facilita mucho las cosas.

Pero pronto advertí —y ya lo vengo notando desde hace un tiempo considerable— que enviar varios mensajes seguidos de trabajo me llena de ansiedad. Así que resolví detener toda acción supuestamente productiva y me puse a mirar el techo en busca de cierta relajación: ese detenimiento que, desde hace un tiempo, encuentro increíblemente voluptuoso, franco, placentero y, por sobre todo, acogedor. Y que, sin embargo, por una manía productiva que no termino de entender, practico cada vez menos. Creo que la vida tendría su mayor sentido si uno fuera capaz de caer, más seguido, en ese detenimiento del que hablo. Pero un miedo sideral a quedar alejado del mundo práctico —de sus recursos y, sobre todo, de la posibilidad de sostenerse dentro del sistema— me lo impide.

Finalmente, con unos diez minutos de demora respecto de mi turno, una señora pronunció mi nombre. Ya de antemano había planeado ensayar cierta simpatía con quien me atendiera, con la esperanza de que tuviera la gentileza de facilitar el trámite, gracias a la gentileza que uno ensaya. Porque, a esta altura de la vida, ya sé que así funcionan las cosas. Y, sobre todo, sé que, frente a quienes tienen el poder de gestionar los trámites de uno, más vale “llevar el carro al buen andar”, como diría un hombre que conozco y que tiene muchos años sobre esta tierra.

En fin, lo más llamativo del caso es que pronto me las tuve que ver con una compañera de la mujer que me atendía. Ante mi comentario de que el cartel que explicaba la demora en la entrega de los pasaportes no era claro respecto del tiempo de espera, ella comenzó a pontificar en defensa de su redacción. Y cuando —bastante pronto, en realidad— notó mi mansedumbre al escuchar unas explicaciones que, de verdad, no eran muy coherentes, se relajó y fue amable conmigo. Al igual que la señora que tenía puntualmente a su cargo la gestión del trámite.

El resultado de toda esta diplomacia fue que pude averiguar que, por el trámite simple, el nuevo pasaporte podría demorar hasta dos meses, según dijeron. Sin dudarlo, opté por pagar una suma bastante mayor por un trámite denominado express. Mañana, con algo de tiempo y fuerzas que reuniré de algún lado, gestionaré la devolución del importe pagado por el trámite simple. Y sin embargo, estoy contento.

jueves, 22 de mayo de 2025

No hice mucho hoy

No hice mucho hoy. Me levanté cerca de las nueve y, por un ligero resfrío, decidí quedarme en casa. Solo saldría para renovar mi pasaporte un poco después del mediodía, y así lo hice. Antes, estuve en casa haciendo algún que otro trabajo relacionado con mi profesión. Un ámbito que ha consumido la mayor parte del tiempo de mi vida, y que todavía no termino de entender del todo.

Sé que en la decisión de estudiar Derecho había un deseo profundo de acercarme a mi padre, de buscar seguridad, de seguir un instinto bastante marcado por desentrañar los caminos del poder humano, y también una tendencia a buscar el éxito a través del hecho de imponer lo que entiendo como justo. Mis dos abuelos eran abogados. Un tío también. Parecía, más que nada, por sobre todo, la forma más sencilla de ganar dinero y vivir de acuerdo con mis necesidades. Y así lo hice, no sin antes atravesar diversas tensiones y enfrentar varios desafíos en busca de mi lugar dentro del mundo del Derecho.

Hoy creo haberlo encontrado, y podría decir que en parte lo domino. Pero es un dominio que no me genera un orgullo especial. Valoro los recursos que me brinda y reconozco la validación que me otorga; y más que nada por eso todavía consagro mis días a esas tareas. Pero sé que pronto tendré que dejar, por fin, este camino y emprender otro.

Cuál será con precisión, sinceramente no lo sé. Me gustaría que tuviera un sentido más artístico, pero desligado de las presiones por alcanzar éxitos o generar recursos. Por lo tanto, no alcanzo a vislumbrar la forma de ese nuevo mundo. No veo aún la orilla del otro lado.


miércoles, 21 de mayo de 2025

Alejandro Dumas

Primero estaban las estrellas, muy tarde en la noche. Después, el amanecer. El sol comenzaba a elevarse desde el final del río, aunque en verdad era un mar calmo y marrón. Salí con mi perra mientras el barrio seguía en silencio, y al volver me recosté con la intención de seguir leyendo la biografía de Alejandro Dumas. Me gustaba ese momento ambiguo, en el que el día todavía no terminaba de comenzar, y uno podía demorarse un poco más en otra época.

Había en aquellos años que se narraban algo que no terminaba de comprender, pero que me atraía: una forma de lanzarse al mundo, de acumular conquistas, de contarse a través de las obras. Una tras otra, como si escribir fuera una forma de andar. Un mundo que todavía leía. Hacia el final de la lectura me pregunté si no seríamos, más que nada, el mundo que nos toca vivir. La pregunta no era nueva ni demasiado profunda, pero apareció igual, como una manera de intuir nuestra presencia en el tiempo.

Más tarde pasé por tribunales y hablé con una funcionaria que siempre me resultó amable, con algo de familiar sin llegar a serlo. Trabajé un rato y almorcé, pasadas las tres y media, en el restaurante de un amigo. Suprema cordon bleu. Muy buena. Después del café volví a la oficina, con la idea de resolver algunas cuestiones pendientes. Para cuando quise darme cuenta, ya eran las cinco y media y estaba en el taller, pintando sin rumbo preciso, dejándome llevar.

Fue entonces que mi pareja me escribió para contarme que, desde nuestra casa, veía un atardecer con un naranja intenso y me mandó una foto. Salí al patio queriendo ver lo mismo, pero solo encontré nubes densas y altas. Desde donde estaba no podía verse el cielo. Ella lo contemplaba desde arriba, en uno de los pisos altos. Yo seguía abajo, a nivel del suelo, y por alguna razón esa diferencia me resultó elocuente.

Pensé entonces en la naturaleza en la ciudad, en cómo siempre parece estar un poco más lejos. Se nos escapa, como si no acabara de pertenecernos. Tal vez por eso la sentimos más nuestra.


martes, 20 de mayo de 2025

Los peces

Me levanto y miro por los ventanales del living. Pasa un avión adelante de una estrella esplendorosa, avanza y toma para el lado del inmenso río. Me pregunto entonces qué hora es. Veo algunos trabajadores  llegando al supermercado que está media cuadra en bajada. Después, miro hacia la gran estación de trenes y hacia unos edificios a lo lejos. Lo mejor sería meditar, pienso, y busco el negro. Necesito parar los pensamientos. Esas masa tan grande de voraces pensamientos que son un cardumen en mi cabeza. Un grupo que va y que viene por la pecera de un acuario. Así los veo. Se mueven bastante en conjunto. Algunos grises, otros fosforescentes. Nerviosos todos. O inquietos. Pero por fin las oscuridad los calma. Apaga todo y reina el silencio. Un gran silencio apenas estropeado por algunos ruidos muy a lo lejos. Un pco de tráfico. En cambio al negro de mis ojos no lo conmueve nadie. Permanece incólume. Seguro de que podría permanecer por siempre. 

lunes, 19 de mayo de 2025

Aproximación al cielo

 

El viernes fui a la playa con pantalón largo y remera y advertí que había una buena cantidad de personas con traje de baño. Incluso me pareció que alguno que otro se acercaba al mar. De manera que al día siguiente fui con silla y traje de baño a la playa con mi pareja (quien me dijo que hacía demasiado frío para el traje de baño y que de todos modos no había traído uno) y después de un rato de estar al sol entré al mar donde el frío del agua enseguida me sacó buena parte de esas tensiones que acumulo como una esponja a lo largo de las horas y los días por los motivos más diversos y más increíbles, y otras veces por motivos más fundados. Fue un bautismo como tantas veces. Olas tocando al cuerpo que las recibe encantado. También una comunión porque la existencia se elevó en busca de cierta aproximación al cielo (por donde pasó una gaviota perpendicular al horizonte).

domingo, 18 de mayo de 2025

La llegada

Llueve desde hace mucho tiempo en mi ciudad. Sólo recuerdo una vez en que haya llovido tanto. Fue cuando tendría unos 12 años. Tengo el recuerdo de ver llover desde el cuarto de mis padres. Cosa extraña porque son pocos los recuerdos que tengo de estar solo en ese cuarto. Días enteros que trajeron inundaciones históricas. Y algo así ocurre ahora. Entre una inundación y otra puedo decir que ocurrieron las cosas más importantes de mi vida. También se ha mantenido lo más primordial: una causante intranquilidad, una tensión fija en la idea de que no volver a caer en cierto dolor; en una angustia desesperante. Y sin embargo esa angustia se ha mantenido siempre. A veces, a distancia más cercanas. Solo como una noción muy grande que avizora un fin, un hecho y un sentimiento. Por supuesto me hubiese gustado vivir con un sentimiento distinto a través de los años. Pero no ha sido capaz de tomar una dimensión distinta de las inmensas bondades que he recibido a lo largo del tiempo. Tal vez por una ambición desmedida que siempre ha pujado más fuerte y que es siempre la misma: Una escapar del dolor. Llegar al placer. Nada original en eso. O tal vez lo sea la fuerza con que puja esa ambición constante. a veces demencial. 

sábado, 17 de mayo de 2025

La medida de todas las cosas

Muchas veces a lo largo de los últimos años, pensé que es una pena no haber desarrollado ciertos talentos. Para empezar, los artísticos. Me pareció que tenía, y que todavía tengo, algunas condiciones por desarrollar. O al menos que podría aprovechar mejor. Sin embargo, ahora me doy cuenta, pasados los 50, que las medidas de las cosas no tienen demasiada importancia y que es un error concluir tantas cosas en función de ciertas medidas. No me había dado cuenta de que incluso la medida de la felicidad, del éxito y de la plenitud, no deja de estar vinculada a una absurda cuestión de tamaño o despacio, de intensidad, de potencia. Todo tipo de elemento siempre es sopesado por su cantidad y eso incluye incluso a la calidad. Porque incluso la calidad es evaluada por su medida: puede ser alta, media, baja. Medidas y más medidas que intentan ocupar el espacio que en el universo no tiene fin.


viernes, 16 de mayo de 2025

Futbol

Sábado. Me levanté un poco más recompuesto del cansancio que tenía la noche del viernes, pero no mucho. Fui al taller con mi pareja un rato —apenas una hora—, como para disfrutar de seguir con esos trazos azules que estoy dándole a los cuadros en varios lugares específicos. Después, tras pasar por una confitería y comprar una docena de sándwiches, llegué a casa para un almuerzo temprano, con la intención de salir para la cancha. A las 14 horas jugaba nuestro equipo.
Es un programa que realizo, más que nada, por mi hija y mi hijo, dado que a ellos les gusta. En mi caso, digamos que no me gustan las aglomeraciones de gente, no me entusiasma dedicar toda una tarde al fútbol y, sobre todo, no me ayuda la vibración de tensión en torno al evento.
Pero esta vez la tarde fue un éxito memorable. Ganamos sobre el final, y puedo decir que el abrazo que me di con mis hijos será un recuerdo eterno.
Es indudable que ese deporte es el vehículo para que mucha gente se acerque, para que se entienda en los términos más simples —o bien más primitivos—. Y así lo hicimos nosotros. Fuimos felices con eso.

jueves, 15 de mayo de 2025

Mi sobrino.

Fui con mi sobrino a la casa de fin de semana. El tiempo sigue extrañamente caluroso para lo avanzado del otoño: sol y aire tibio, incluso por momentos calientes. Jugamos un tenis fuerte, como hacía mucho no jugaba. El hombro volvió a doler. Después, algo de gimnasio y, por fin, un asado que no terminé de disfrutar porque ya estaba cansado. Quería estar frente a una pantalla, absorto en imágenes sin importancia. Tal vez sea necesario, a veces, abstraerse así. Como si todo formara parte de una película. La vida misma, podría decirse. Una forma de suspender el dolor, el peso, la muerte. Lo curioso es que uno lo haga con cosas tan banales. La intensidad más baja de la vida. Pero debe haber una explicación. Como con todos los fenómenos humanos.

Al día siguiente: desayuno tardío, un rato de calma e ida a San Antonio de Areco. Entramos a la iglesia. Sacamos fotos y notamos que no tenía gran valor artístico. Data de 1860. Recuerdo haber leído en una lápida los nombres de ciudadanos ilustres, con varios apellidos ingleses. Sospecho que fueron pobladores de la zona. Muchos eran ingleses o escoceses. No lo sé ni me importa. El pueblo me remitió a un ambiente de snobismo que no me interesa, aunque me convoca por motivos familiares. Por mi historia, podría decirse. Esa historia de los que buscan validación en los otros. Metas que, con el tiempo, uno descubre estériles. Entonces surgen las preguntas: ¿para qué tanto esfuerzo por conquistar ciertos espacios? Solo para dejarlos e ir a otros. Los mejores espacios, quizás, son los que no se ocupan. Los que se dejan atrás.

martes, 13 de mayo de 2025

Diseños

Viernes. Día de sol, cálido, afable. Fui a la oficina en vez de ir directo a lo de mi amigo a pintar, cosa de la que me arrepiento, porque después se hizo tarde y el tráfico se volvió demasiado intenso. Por lo tanto, tuve que esperar hasta la noche (y para entonces ya estaba demasiado cansado). Pero antes, en mi oficina, aproveché para dibujar unos diseños para una línea de alfombras. Al fin, quedé bastante conforme. Más tarde incluso pasé por el taller y pude pintar un poco, antes de llegar a casa. Cerca de las nueve de la noche, al fin, emprendí el viaje hasta la casa de la madre de mi amigo. Era su última noche antes de regresar a España, su hogar. Poco después de mi arribo, mi amigo cocinó un salmón con puré de papas y verduras, con la ayuda de su madre. Por mi parte, llevé un buen queso, humus, tomates diminutos, y también helado para el postre. Me divirtió la dinámica de mi amigo con su madre: repite mucho de lo que uno podría esperar de un niño con la suya. Pero mi amigo ya tiene cincuenta y dos años, y su madre, cerca de ochenta; por eso resulta tierno. Pasé buenos momentos, más bien para atesorar, porque el ritmo de la semana me pegaba en el alma. Volví a casa apenas pasada la medianoche, con la intención de descansar al fin. No obstante, la visión de la noche quieta, con la luna llena, quedó en mi memoria.

lunes, 12 de mayo de 2025

El caballo pastando

 

A medida que avanzan los años, intento guardar con mayor fuerza el placer de la lentitud, de la contemplación y, sobre todo, del aburrimiento, entendido como el estar alejado de cualquier noción de progreso, de proyectos, de algún tipo de ambición. Eso, supongo, podría darme la posibilidad de estar en el suelo según el sentir propio del mundo, al que ubico en una dimensión inmensa, llena de estrellas, galaxias, luces que se han reunido en el espacio, que existen de hecho, para que un caballo, en un campo con solo dos eucaliptos y pastos altos, un día de sol de otoño como el que estoy viviendo, agache su cabeza hacia la tierra y coma sin apuro, pensando quién sabe en qué cosa.

sábado, 10 de mayo de 2025

Escultura en el bosque

 

Ayer me levanté después de una buena cantidad de horas de sueño. El tiempo estaba todavía caluroso para esta época; algunas nubes armaban lo que sería después la tormenta anunciada sobre el bosque que estaba alegre como suele estar durante la mayor parte del día, a excepción de cuando ladran los perros de las inmediaciones. Una vez que desayunamos, mi pareja se puso a pintar y yo tomé los objetos de barro que tengo en proceso y me puse a pulirlos con ese tipo de placer que solo encuentro al momento de buscar la esencia de un objeto. Aunque bien pensado, no es su esencia, sino la mía y que con su ayuda sale. O bien, mejor pensado, sería una esencia que sale entre ambos. Su forma, su cuerpo, se presta a mis impulsos, cede, y al mismo tiempo se transforma para beneplácito de ambos. 

viernes, 9 de mayo de 2025

Escultura del jueves

 

Amaneció con niebla y garúa y ahora, ya pasada la medianoche, volvió la lluvia. Antes estuvo por momentos soleado, caluroso, con algo de nubes por la tarde. Fue un día de trabajo en casa, y después viaje hasta el taller de escultura, donde hice mis primeras pruebas en yeso, un trabajo feliz aunque no tanto, porque en verdad tenía más ganas de pintar, pero me obligué a ir hasta el taller porque hacía varias semanas que no iba. El gato de mi profesor falleció de repente, un gato grande, con personalidad, aunque sospecho que tenía un deseo que en esa casa no podía cumplir, un deseo de libertad, imagino, porque era de la calle y en ese espacio estaba absorbido por las miradas de sus dueños, y sobre todo por el deseo de sus dueños de tenerlo cerca, creo. Pero por supuesto son intuiciones, conjeturas, aunque fuertes; vivo convencido de que podrían ser ciertas, o al menos aproximadas, aunque al final sé que todo es de una complejidad infinita y que las miradas que dirigimos al cielo estrellado son fugaces.

jueves, 8 de mayo de 2025

El tiempo perdido

AAhora, noche de niebla. Total. Abraza a los edificios y termina por hacerlos entrar en sus entrañas. Nada se mueve en el cielo. Abajo, tengo la mayor fortuna: el ruido de la fuente, que volvió a funcionar después de meses. Gracias.

Todo es fácil, de pronto, en la noche: avanza la niebla. Incluso los recuerdos se van con ella, se internan como los edificios, y ya no hay lugar para la historia.

¿Entro, por fin, en un nuevo mundo? Presumo que sí. Una forma de ver las cosas, distanciado del pasado y, por ende, de la nostalgia. Entro en otro tipo de carácter.
Pero no —me digo enseguida—, voy a añorar el pasado por siempre, a rajatabla, porque en ese amor está lo más preciado.
¿Y qué es lo más preciado? No lo sé bien. Pero está ahí, y debe seguir conmigo.

martes, 6 de mayo de 2025

La gaviota

 

Ida a la playa, después de la lluvia, con un viento sur que enfría el ambiente y vuelve a los cuerpos más potentes, tal vez incluso más sanos. Al menos en mi imaginación. Frente al mar, veo el horizonte y de pronto me parece ver una gaviota demasiado lejos de la orilla. Veo otra vez y no la encuentro más. Vuelvo entonces a intentarlo, pero es en vano. No aparece. Debe haber sido un espejismo, una pequeña ola a lo lejos. Raro, pienso, suelo ver con mucha precisión las cosas a la distancia. En todo caso, habrá sido el espíritu santo, quiero creer, y por un momento lo creo (para ser sincero, alguna esperanza en ese sentido mantengo). Es parte de mi ser esa esencia soñadora y crédula que me lleva a lugares sagrados, lejanos, a veces fantásticos. Un rato después, veo una cría de lobo marino salir del agua por una fracción de segundo, y luego de nuevo, y cuando pienso que otra vez se va a tratar de una aparición vuelve a salir, y luego otra vez. No es como la gaviota. Este animal vuelve una y otra vez a salir siempre paralelo a la costa. Sin embargo, el recuerdo de la gaviota a lo lejos permanece. 

lunes, 5 de mayo de 2025

Mi abuelo

 

Días de sol y calor a principios de mayo. Todo un acontecimiento en la playa que me permitió, a mis cincuenta y dos años, bañarme en esta época avanzada de otoño en el mar. Y cuando digo cincuenta y dos años me cuesta creer tener todos esos años. Suponía que para mi edad todo sería distinto. Para empezar, pensaba que me sentiría más grande, y más sabio y tal vez más realizado. Pero nada de eso ocurrió. Los mismos traumas y sueños persisten, y no obstante, en una medida menor, todo lo que había imaginado de alguna forma se ha concretado en una medida menor a la imaginada. En definitiva: soy más grande, más sabio y estoy más realizado que hace unos cuantos años.

Leo sobre la vida de Alejandro Dumas. Apasionante. Entiendo al fin un poco mejor la tradición de las letras francesas, la fuerza de un entorno que te ayuda a llegar hasta la cultura y sobre todo valoro esa aproximación que de alguna forma me dio en su momento mi abuelo con su ejemplo. Leí mucho e incluso intentaba escribir. O más bien: lo hacía. Buscaba un camino que tal vez no haya encontrado del todo y que yo, al notar ese logro buscado y no obtenido, me juré hacerlo en respuesta a un linaje que no sé bien qué importancia tiene. 

 

domingo, 4 de mayo de 2025

La verdad

 

Pintamos con mi amigo en el jardín de su madre y luego una película demasiado afectada. Más tarde, por la noche, las exigencias del trabajo me apremian y me levantan de la cama. Afuera, llueve. Siento una música estruendosa; persiste desde lo de un vecino odioso. Las exigencias solo se sustentan en una idea vinculada a una cierta liberación; pero todo ocurría después de un estadio de potencia que me resulta vacío, ilusorio. Debo pensar mejor: tal vez liberarme de mi propia ambición para estar sujeto a otro tipo de restricciones, eso no lo sé bien. Del mismo modo: no sé bien qué hacer con el arte en tanto me resulta un ámbito de liberación y al mismo tiempo un espacio cerrado en donde se pasea mi deseo de reconocimiento. Es la misma dinámica: una exigencia que solo se justifica si hay brillo y por eso a veces todo queda en un gesto vacío. Me conviene por lo tanto recapitular. La maniobra, por otra parte, se viene repitiendo a lo largo de los años. Debo centrarme en el acto. En su alegría. El maravilloso y a la vez inquietante acto de poder hacer, crear. Intentarlo al menos.

sábado, 3 de mayo de 2025

Un día

Un día de principios de otoño 

de un año avanzado en tu vida,

sentir el aire fresco un día de sol 

en el medio de un bosque

en donde los pájaros se exaltan 

de rama en rama, tal vez 

porque el mar está cerca

y pronto, en la noche, 

escucharán las olas 

en el silencio oscuro 

que lleva hacia el pasado 

y luego los regresa a un nuevo día,

con el amanecer, que de pronto,

por fin ofrece estar en el pleno 

acontecimiento del presente 

como nunca antes.


viernes, 2 de mayo de 2025

El último rayo de sol de la tarde


A esta altura: 

No creer en nada que pueda ser

demasiado cierto, específico o verdadero,

y por sobre todo aceptar el misterio 

de divisar a un pasajero iluminado

por el último rayo de sol de la tarde 

que pasa en un tren a lo lejos,

rápido, en el medio del campo,

casi antes de que la luz

desaparezca del todo. 

jueves, 1 de mayo de 2025

Los signos precisos

Lo nuevo: Me genera pereza plasmar las cosas que sé hacer, como mi trabajo por ejemplo. Es un poco tedioso ir desde mi cabeza a la forma. Me pregunto si me pasaría lo mismo, llegado al caso, con el arte. El sábado por la noche fui a una reunión con mis amigos de la primaria. Ocurrió en la casa de uno de ellos, que es moderna, bien diseñada y mira a un espejo de agua. Antes, tiene una pileta elevada en la orilla y está rodeada de muchas casas parecidas en un espacio que me pareció poco natural y demasiado ostentoso. La reunión valió la pena, en especial, por la dulzura de su hija de once años al saludarme: me extendió los brazos como si me conociera de toda la vida. No la había visto antes, pero supongo que la calidez de su padre le dio los signos precisos. Algo parecido a lo que tienen los pájaros cuando ensayan sus primeros cantos.

miércoles, 30 de abril de 2025

El arte de mantener la calma

Día de sol apacible en cuanto al viento y la temperatura (alrededor de veinte grados). Anochece cada vez más cerca de las seis de la tarde. En el pasado, no había dado cuenta de lo temprano que empieza a bajar el sol para esta época. Y si me hubieran preguntado hubiera dicho que anochece más tarde de las seis y media, tal vez cerca de las siete, pero seis y media cae el sol a fines de abril. 

El día muy típico en muchos sentidos y en otros totalmente infrecuente. Fue típico en cuanto a la ruta de mi casa al trabajo y lo mismo en relación a mi lugar de almuerzo y me visita al taller. Incluso después pasé a cortarme el pelo en el lugar de siempre, pero esta vez opté por no charlar casi nada con el peluquero para disfrutar de cada detalle del corte. Quise concentrarme en eso y no lo logré al nivel que deseaba tal como me ocurre cada vez que quiero concentrarme en algo por más de un instante. 

Los detalles excepcionales: el festejo del cumpleaños de mi hijo. El tiempo que me pasé en la madrugada con los ojos cerrados atento al negro (la visión que vemos cuando cerramos los ojos en la oscuridad). Esperé algún tipo de milagro, un detalle o lo que fuera que me permitiese pensar que hay un Dios o algo más pero solo estaba ese negro absoluto. 

Y luego, al leer a Séneca, tomé consciencia de que si hubiera nacido en la antigua Grecia lo más probable es que en mi cabeza solo hubieran existido cantidades de dioses, tal vez nunca la idea de un solo Dios.  El arte de mantener la calma, se titula el libro, y es breve, espléndido.


martes, 29 de abril de 2025

Hasta el infinito

 

¿Cuándo se descubre 

lo no escrito en algún lado,

una aproximación 

a tantos matices 

que no puede ser  

   resumida?

sábado, 26 de abril de 2025

Un corazón

 

Un corazón deseante, franco, o no tanto.

Tal vez un corazón doliente. Voluptuoso,

y por momentos duro y frágil

enseguida. Hay un perro que pasa 

junto a él. Y pájaros arriba 

en un cielo que se vuelve gris

por la llegada de la noche. 

Y más allá, un mar junto a ese 

corazón en donde un niño está 

volcado a paliar sus inquietudes

nocturnas, verdaderas, sentidas de un

modo fenomenal tal vez, eso no se sabe. 

viernes, 25 de abril de 2025

Mondongo

 

Veo un programa acerca de un grupo de dos artistas, un hombre y una mujer que trabajan juntos obras de gran repercusión contemporánea. Sus propuestas se definen por la calidad de la innovación, y por lo tanto por la búsqueda de una osadía que revele un salto sorpresivo (y por eso convocante) para un espectador que más que nada es víctima de cierta apatía, fruto de ser más o menos consciente de que los movimientos artísticos han llegado a su fin. 

En efecto, las posibilidades de una evolución estética tal como la conocemos no existe más. Todas las formas parecen haber sido ya creadas. Todas las maneras de algún modo se remiten a otras, y cualquier tipo de gesto para escapar de esas limitaciones por lo tanto pasa por lo "conceptual", y por ende solo resulta un llamado más a pensar el arte fuera de sus límites. El arte no es más un recurso en donde se parte de cierto material para unir sus posibilidades a la fuerza creativa del autor, sino a ser un espacio donde en donde se debe plasmar una idea que responda a un mensaje capaz de formar una novedad que incluya una "historia" atractiva desde el punto de vista social. Así se crea cierta repercusión, en teoría, y por lo tanto cierta "utilidad" sobre los otros, que son el "mercado". Tal vez por eso la mujer del grupo artístico, sobre el final de la entrevista, se pregunta acera del sentido que tiene lo que "hace". 

jueves, 24 de abril de 2025

Pronto quisiera salir

 

Vuelta de la casa en el mar y ya extraño los pájaros y los árboles, la densidad del bosque, y sobre todo la posibilidad de estar frente a plantas y árboles por mucho rato. En el camino de vuelta, la noche estrellada en el campo abierto me hizo pensar que quiero mucho a esta tierra. Cena en un restaurante de un pueblo donde todos se saludan el entrar, y después la velocidad estúpida de algunos en la ruta mientras no paro de pensar en el trabajo y cosas que supuestamente implican algo importante para la construcción de mis proyectos, siempre atados a ciertas certezas y seguridades que me retienen en un ciertos planos del que pronto quisiera salir. 

martes, 22 de abril de 2025

La puerta

 

Visita de amigos en la casa cercana el mar. Algo feliz y al mismo tiempo exigente para quien desea estar a tono con un momento de calma y silencio. Vamos a la playa y me encuentro con otra pareja de policías que contemplan el mar. Los veo parados a un costado, cerca de nosotros. Son jóvenes y me generan ternura. Ambos tienen la expresión en el rostro de haber terminado en ese trabajo porque no encontraron opciones mejores. Es como si la vida los hubiera puesto ahí por necesidad y nada más. Seguramente lo sea y en la misma medida que todos nos encontramos en nuestro lugar por circunstancias que nos han invadido, o que nos pesan demasiado y por eso nos han privado de otra fuerza que estaba en nosotros, que deseaba salir, andar, explayarse, pero no pudo hacerlo: nadie la abrió la puerta... 

Pero tal vez la puerta algún día se abra, pienso, sonriente. Y vuelvo a verlos. Siguen de pie junto a nosotros. Todavía contemplan el mar arriba del médano.

lunes, 21 de abril de 2025

Los caminos

 

Salgo de mi casa pasado al mediodía. 

En la esquina me cruzo con una joven 

de unos 20 y pico y años, que me parece 

atractiva, aunque ligeramente 

más que nada por la distancia entre su edad y la mía. 

Después, me pongo a pensar en esas 30 años 

que han pasado desde que yo tenía esa edad, 

y se me ocurre que he girado sobre una rueda 

más o menos parecida: mi matrimonio, 

el crecimiento de mis hijos, el desarrollo de mi 

profesión, los intentos por expresar algo cierto 

y los instantes en donde percibo algo excepcional.

No sé qué debería haber pasado 

para que hoy sintiese la satisfacción de haber 

logrado algo notable. Tal vez una vida más aventurera, 

pero no creo que eso hubiese bastado. De todas maneras, 

las aventuras están a la vuelta de cada esquina, 

y muchas experiencias que parecen 

fantásticas y excepcionales no lo son. 

Y otras, por ser tan simples, se vuelven 

figurantes y memorables. O tal vez es un consuelo 

que tengo cuando me pongo a pensar en los caminos, 

que son tantos y llevan a más dudas que certezas.

domingo, 20 de abril de 2025

Postal

 

Son más de las seis de la tarde y está por anochecer. Camino a la playa y me topo con un hombre y una mujer policía en una esquina; charlan felizmente. Al verlos, pienso en cómo la brutalidad de la dictadura parece haber terminado por menguar toda autoridad estatal en estas tierras, y cosas así, insustanciales, y sigo viaje por los médanos hasta que, echado al final de uno de ellos, en un espacio en donde tengo unas plantas silvestres en mi espalda, me echo a contemplar el mar. Pasan unos minutos y veo cómo esa pareja de policías bajan sonrientes a la playa para tomarse una selfie; como si fuesen una pareja feliz (y tal vez lo son) de vacaciones y sonrío, a la distancia, con ellos. 

sábado, 19 de abril de 2025

Mes de abril

 

Salgo con mi teléfono y llamo a mi padre mientras camino por el bosque y siento el frío con fuerza en la noche abierta, limpia, completa. Cuando termino de hablar, noto que los pinos están quietos, y lo mismo las cosas, la gente en sus casas. No se escuchan perros, solo las olas a lo lejos. Alzo la vista para ver las estrellas en un claro rodeado de muchos pinos. Las estrellas son muchas, pero muchas veces se ven al fondo todavía más diminutas. Donde hay muchas de cierta luminosidad hay muchas más que son más lejanas o pequeñas, no sabría decirlo. Lo importante, pienso, es que donde hay muchas estrellas en realidad se pueden ver muchísimas más, y así hasta el infinito. Muchas esconden muchas más, sería el concepto, termino por decirme como si eso le otorgase algún tipo de importancia a mi pensamiento sobre las estrellas esta noche de mediados de un mes que se llama abril.

viernes, 18 de abril de 2025

La cuadra

 

Ya de niño percibí en la cuadra 

de la casa de mi abuela, fijo 

en unas grandes hortensias con tonos 

violáceos, azules y rosados, 

el poder de un lazo con cierto espacio, 

y sobre todo el hecho de que ese vínculo irradiase 

un patrimonio intangible, y a la vez certero, 

capaz de acercarme a un centro 

con colores más vívidos 

y sonidos más diáfanos. 

jueves, 17 de abril de 2025

Lo increíble

 

Está claro esta altura de mi vida que las cuestiones más interesantes tienen que ver con lo increíble que es tomar conciencia de la presencia de cada objeto, de cada ser y cada elemento, y de cómo el tiempo actúa en ese escenario desde una perspectiva cierta y profunda que no se puede comprender nunca con los elementos que tenemos a mano. Es incomprensible desde nuestra perspectiva. Y por lo tanto, esta perplejidad, ese misterio, resulta bastante intolerable porque, en lo fundamental, implica una libertad subjetiva enorme, inmensa y difícil de ocupar, ya que exige aceptar ese alto grado de impotencia, de limitación, y al mismo tiempo ser capaz de no caer en la tentación de querer respuestas demasiado concluyentes. Hace falta coraje para mantenerse en verdad en la ignorancia y solo intentar aprehender secuencias esporádicas y muy limitadas y al mismo tiempo descartar las teorías que pretenden llegar a niveles todavía más fantásticos.

miércoles, 16 de abril de 2025

Fragmento de una novela

Empezaba a darse cuenta de que la importancia de huir de la historia, en no apartarse de los caminos que son casi senderos, en los chicos, los que uno conoce y puede transitar con cierta paz, y sobre todo disfrutar con calma (y para eso se precisa lentitud). ¿Y para qué estaban los grandes proyectos, las grandes ambiciones? Tal vez para fagocitarse a los que traspasaban las murallas en busca de una gloria que depende de la mirada de los otros. No, él viviría su historia íntima, buscaría los senderos y por ellos encontraría la paz y tal vez, por un instante, en un pradera recién florecida, un día de sol y viento, arriba de una hondonada, fijo en unos pinos a lo lejos, percibiría algo eterno.

martes, 15 de abril de 2025

Un día como tantos otros

 

Un día como tantos otros. Mañana de trabajo en casa, disfrutando del sol y de la compañía de mi hijo durante el desayuno. A las diez y veinte regresó la perra de su paseo con Luis, uno de los mejores hombres que conozco por su predisposición a disfrutar de cada día. Tal vez sea el sabio más importante que he conocido.

Pero pienso en otros también. Daniel, el hombre de seguridad de mi oficina, está a un nivel semejante. Tal vez ellos sean los seres más altos entre los que me toca compartir la vida.

A veces creo que cada uno de nosotros está unido, por gestos mínimos, a una cadena infinita que viene desde el principio: desde aquel primer hombre y aquella primera mujer que, tal vez, vivieron siempre en un paraíso. Tuvieron incontables hijos, formaron hordas que cruzaron los valles, navegaron los ríos, luego los mares. Aprendieron a dominar el fuego, y escribieron un día las primeras frases.

Me encantaría saber qué decían.

lunes, 14 de abril de 2025

Por los años de los años

 

Ella le resultaba una gloria eterna en base a los años de juventud

que lo había marcado a tal punto que vivía en total correspondencia

con ellos y por eso mantenía un amor que se acrecentaba

no obstante el paso de los años, los cuales no lograban derribar el interés

que lo había consumido al punto de casi quemarlo, pero que al fin salvado 

le había permitido seguir fijo en ese momento crucial 

que desde entonces lo miraba por los años de los años.

domingo, 13 de abril de 2025

Sábado

 

Empezaba a intuir que lo esencial era salirse de la historia. Evitar los grandes relatos, las gestas, los nombres. Prefería los senderos cortos, los que conocía, los que podía caminar con calma. Para eso hacía falta lentitud. ¿Para qué estaban, entonces, los grandes proyectos? Tal vez solo para devorar a quienes cruzaban las murallas. Elegiría su historia mínima y caminaría despacio para tal vez, un día de sol y viento, en una loma frente a unos pinos a lo lejos, sentir, sin saber bien por qué, que eso era suficiente.

 

sábado, 12 de abril de 2025

Día nublado, polenta y cuadros

Día nublado y después con sol. Desayuno con mi hijo. Hablamos mientras la puerta del balcón estaba abierta. Por momentos, podía entrever lo espléndida que puede ser la calma, pero fue solo un instante. Pequeños ejercicios de gimnasia más tarde y antes la noche atiborrada de sueños como siempre. Mi cabeza precisa asistir a incontables imágenes.. ¿Porque pienso demasiado durante el día? ¿Cómo puedo saberlo? Tal vez la IA podría decírmelo, si es que sabe tanto. Pero no lo creo. Sobre el mediodía, comienzo de una reunión en la oficina en torno a los recursos humanos. Las peripecias de liderar un grupo de gente. Algo que ya me resulta una ilusión. Un engaño inmenso. Nadie puede liderar a nadie. Nadie logra demasiado tiempo liderar su propia existencia. Habría que derribar las estatuas de todos los Césares. 

Después, almuerzo en lo de mi amigo. Polenta con salsa de tomate, cebolla, ajo cerdo, romero y especies. Decliné un canelé: quiero limitar los dulces. He tenido bastantes a lo largo del último tiempo. Cuatro y diez fuimos a ver una película con mi amigo en el cine contiguo a su muy pequeño restaurante. Película sobre la violencia de género con un clima aciago y por sobre todo enajenado y opresivo. Bien creado el clima en definitiva, pero muy poco interesante el guión. Me pareció previsible y lento tal vez. Más tarde, taller de pintura tras comprar un bastidor a la tienda de mis amigos. Volví a decirles que el futuro del lugar es crear obras de arte conceptual lindando con lo pornográfico. Sería la mejor forma de levantar ese espacio decaído. En el taller, me atreví a pintar un cuadro de más de un metro de largo y de ancho. Ensayé con mis esculturas en el lienzo. Tal vez será el inicio de una nueva corriente pictórica. O al menos eso espero. Cuando salí noté que había llovido. Un aguacero en un día húmedo y todavía cálido y me dispuse a conversar con mi amigo de toda la vida que vive en USA acerca de sus últimos cuadros y los míos sentado en una plaza frente a un palacio del siglo XIX que no me canso de admirar. A mi derecha, a lo lejos, por momentos también miraba el primer rascacielos de estas tierras. Creo que soy más feliz de lo que pensaba.  

viernes, 11 de abril de 2025

A medida que pasan los años

 

Hoy hubo un día de cierta tranquilidad en la ciudad. Un paro general. No obstante, fui a la oficina alrededor del mediodía. Pero antes me levanté temprano, después de otra noche plagada de sueños, densos, aciagos. Como debo limpiar mi cuarto de estos espíritus, ojalá supiese cómo. Durante la mañana, además de un poco de trabajo, pude pasar por el taller a pintar. Un punto inusual en mi vida: pasar por las mañanas por el taller lo debo celebrar. Después de la reunión del mediodía, fui a almorzar a lo de mi amigo y conversé con su pareja acerca de las diferentes idiosincracias de los ciudadanos de São Paulo, Río de Janeiro, Bahía y el sur de Brasil. Todo muy general y subjetivo pero entretenido. El momento tuvo destellos de playas, descriptas por la mujer de mi amigo, que me lograron trasladar a ciertos placeres tropicales, deseados ahora solo en parte, porque antes una playa soñada me parecía un lugar espléndido y hoy me interesan más los paisajes de otra índole, y sobre todo los espacio donde por un motivo u otro encuentro un arte antiguo que me convoca cada vez más a medida que pasan los años. 

jueves, 10 de abril de 2025

Lunes de lluvia

Lunes de lluvia. Amaneció nublado y después, pasado el mediodía, comenzaron a caer las gotas. Una a una sobre el techo de chapa de la casa. Me acosté debajo de ese techo a escuchar los sonidos e intenté no pensar, solo escuchar, cosa que por momentos no pude porque, al fin y al cabo, para decir la verdad, me encanta pensar y todas esas cuestiones del silencio de las ideas por supuesto las valoro, pero más me atrae seguir ese impulso fuertísimo que pasa por volar con las ideas de un lugar a otro hasta el espacio cada vez más lejano donde se ven icebergs flotando en un mar negro y donde las estrellas permanecen mudas, estáticas, a la espera de un nuevo día.

miércoles, 9 de abril de 2025

Frente al río 4

 

El caso es que, finalmente, después de nadar un rato y disfrutar de una ducha caliente, me senté a tomar un café en una confitería ubicada en el primer piso de una antigua casa de madera. Es la casa principal y da a una bahía donde descansan veleros. La gente los usa para navegar por un río tan ancho que parece mar, aunque tiene un color marrón que, con los años, aprendí a valorar. Se llama de la Plata.

El sol se escondía a mi izquierda, casi tocando unos edificios demasiado altos en el horizonte. A la derecha, el río, como siempre, avanzaba con la fuerza de un caudal que viene desde lo remoto, lo selvático. Un espacio donde los pájaros se multiplican. Supongo que en un clima de felicidad.

martes, 8 de abril de 2025

Frente al río 3

 

Con este conocido —ahora que lo recuerdo— también hablamos de la posibilidad de ir a vivir a una ciudad frente al mar. De retirarse ahí, me dijo, y vivir con tranquilidad, sin preocupaciones, sin prisas. Después me habló de un lugar donde habían pescado un tiburón, sobre la costa. Se llega, comentó, después de traspasar un médano inmenso. Allí hay canales cerca de la orilla. Eso me gustó; más que nada, porque pude imaginarme en un sitio así. Pero no tanto para ir, me atrevo a decir, sino para mantener ese espacio en mi imaginación.

lunes, 7 de abril de 2025

Frente al río 2

 

Luego de hablar con este conocido acerca de las bondades de ese lugar frente al río —y de lo importante que es estar cerca del mar, que preferimos antes que la montaña—, me fui a cambiar para entrar a la pileta, que estaba fría por el viento sur. Sin embargo, pude disfrutarlo, en soledad, consciente de que al nadar es fundamental entender la dinámica del agua: cómo el cuerpo avanza como una canoa por un brazo del río que, tal vez, es el Amazonas, y bajo el cual se ven peces naranjas y otros de un tono dorado, y víboras en las ramas de la orilla, que no son venenosas ni agresivas.

Después salí del agua y, como otras veces, me quedé en un costado con la campera puesta, tratando de recobrar el calor, atento al río. Entonces, un zorzal se posó cerca, en un alambre grueso de la cerca que rodea la pileta, justo enfrente de mí. Me miró —o quiero creer eso.

domingo, 6 de abril de 2025

Frente al río

 

Por la tarde voy al club sobre el río a nadar en una pileta que está casi en la orilla, frente al agua, y que por lo tanto me fascina, y quiero aprovechar porque son los últimos días de la temporada, pero lo cierto es que el viento frío del sur bajó la temperatura al punto que me pregunto si vale la pena meterme en el agua. Me acerco a la pileta y veo que no hay nadie más allá de los bañeros, que son un hombre y una mujer joven que pasa las horas escapándole al tedio, por lo que he visto. Me intriga qué pensarán de la tarea que tienen a su cargo cada día, y qué harán ahora que el verano se acaba, y sobre todo si los modos despreocupados que les he visto a lo largo de los días es muy propia de sus vidas o más bien es una impresión mía. Como sea, primero opté por almorzar y luego por ir un poco a mirar el río a una punta que se mete en el río y que forma un mirador hacia el río que es una de las cosas que más valoro de mi ciudad donde me encontré con un conocido que suele ir por allá también a disfrutar del agua y sobre todo a pescar -no obstante existe un cartel que dice "No pescar"-, aunque es cierto, como bien me aclaró hace años, que el hace una captura y liberación de los peces, los cuales son llamativamente grandes, porque son dorados que, justamente, supongo, como nadie los pesca, por la zona crecen y, en definitiva, solo son perturbados, al parecer, por este hombre al cual conozco desde su infancia.  

sábado, 5 de abril de 2025

Crear una escultura.

Ida a para escultura en viaje en auto con demasiado tráfico. En ese sentido, fue como siempre. El tráfico me impulsa hacia una agotamiento, me abruma y me deja una sensación desagradable que me afecta en mayor medida que a otras personas -aunque esa suposición es algo arbitraria como la mayoría de las suposiciones que uno hace). 

Pero al menos cuando llego a la terraza del taller de escultura de mi profesor algo cambia. Esta vez estábamos los dos solos, no había otros alumnos, y el viento arreciaba en un momento con tanta fuerza -mucho más de la que he visto antes en ese lugar por años-, que entramos a una ambiente pequeño que tiene la terraza en donde hay una mesa en el centro y alrededor herramientas en las paredes y montones de esculturas -en su mayoría inacabadas- y nos dispusimos a trabajar en objetos de arcilla hasta que el tiempo convirtió a ese trabajo en algo plácido, amoroso hacia los objetos que mejorábamos en un tiempo que se nutría de algo que venía de nosotros sin que supiéramos para qué ni por qué. Montones de elucubraciones supongo que podríamos ensayar en ese sentido, pero ninguna sería la respuesta exacta.

viernes, 4 de abril de 2025

Bastante calor

 

Ayer fue un día de sol y de bastante calor en el inicio del otoño y, como fue un día feriado, tuve la posibilidad de ir a pintar a lo de mi amigo que vive en España, y que por estas tierras habita una casa con un jardín generoso y plácido a buena distancia de la ciudad. El día de pintura no fue muy provechoso desde el punto de vista técnico -empasté mucho los colores-. pero al menos me permitió entender mejor a mi amigo en cuanto a sus preferencia y sus días en lugares lejanos. Creta por caso. También pude echarme en su jardín a ver el cielo. Cuestión importante que me llevó a ver hacia los árboles, en pensar en la condición de la estar vivo, de sentir el avance del sol hacia el horizonte, y sobre todo en intentar dimensionar el vuelo de los pájaros hacia un eucalipto muy antiguo que los recibía con sus ramas apenas moviéndose en lo alto.

miércoles, 2 de abril de 2025

A la hora de vivir

 

Estuve en la casa de las afueras de la ciudad. Durante la noche, las gotas sobre el techo de chapa siempre me producen la felicidad que celebro y que pocas veces dimensiono en mi cabeza como debiera. Quiero decir: ojalá pensase en vivir más de acuerdo con esos placeres, que son de lo más simples, y que sin embargo no ubico donde debiera, dado que vivo atento a mis temores, a posibles problemas, e incluso a problemas que magnifico de forma sorprendente. Y con todo, tengo momentos en que las gotas sobre el techo forman un sonido potente y melodioso, y ese hecho:: miles y miles de gotas caídas desde el cielo, me parece increíble, fantástico, fuerte, indescriptible, al menos en su dimensión profunda, y yo las escucho, feliz. 

martes, 1 de abril de 2025

La justicia

 

¿Por qué hay pensamientos tristes reiterados llenos de un dolor intolerable que me asaltan frente a la desgracia ajena? Una desgracia que es incluso peor, supongo, en mi cabeza que en quienes la sufren y que, pese a todo, siguen su camino, fuertes, estoicos. Sin embargo, opto por darles todo el dolor que se merecen sobre la faz de esta tierra donde las injusticias prosperan sin ton ni son, y lo digo como si yo supiera lo que es justo realmente, como si en mi ser pudiera haber una medida verdadera en un universo inabarcable.

lunes, 31 de marzo de 2025

Aleluya

 

Estuve por varios barrios ayer. En realidad, debo explicarme mejor: primero fui a nadar a mi club cerca del río y disfruté bajo un sol todavía fuerte no obstante estamos en el comienzo del otoño. Pero el tiempo continúa caluroso, incluso pesado. El río, por su parte, estaba bajo y en ese barro una cigüeña se mantenía estática, parada, contemplando el horizonte. Era en sí una escultura, estilizada, perfecta, armoniosa y absolutamente moderna en su estética. Casi nada se movía. La brisa era mínima, pero tuve que seguir viaje pronto para verme con una clienta en un barrio alejado. Para eso tuve que internarme en la autopista y en su tránsito. Ojalá algún día sea capaz de abstraerme de las mareas de autos y en especial de la gente. Pero soy consciente que sería también abstraerme de mi capacidad para disfrutar del río y en especial de esa cigüeña maravillosa. 

Luego de terminar mi gestión con la clienta, compré fruta y verdura en una esquina donde la mujer que atendió tenía un modo cariñoso y a la vez un tanto atrevido para hablar. Después, me fui a reunir con un amigo en otro punto de la cuidad. Creo que al fin y al cabo me gustan los barrios por sobre el centro de la ciudad. La esquina arbolada, con casas antiguas, bares plácidos. Todo me gustó, pasé un buen tiempo. Aleluya.

domingo, 30 de marzo de 2025

Sábado

 

Día cálido de sol y un viento tenue. Me levanté y después de mirar como tantas veces por el balcón los edificios que me acompañan desde hace poco más de veinte años, desayuné con mi compañera y más tarde me fui al taller a pintar. Los resultados no fueron del todo buenos, pero al menos pude abstraerme un poco del trabajo habitual y pasar a un trabajo que todavía no tiene un rumbo preciso, mucho menos una  maestría mínimamente consolidada, pero que al menos me lleva a ciertos lugares felices -a veces- y me promete un espacio de libertad, e incluso de mayores goces. Cuando salí de ese taller, que por desgracia es oscuro, la fuerza del sol y el calor me impactaron de lleno. Las calles iluminadas me mostraron gente feliz de estar al sol, pero fue solo un instante, como me ocurre tantas veces en que tengo una chispa que ilumina mi tiempo. Después, almorcé con mi compañera e hijo y después dormí un poco la siesta. El incordio fue que me puse el despertador para poder viajar hasta afuera de la ciudad y llegar así al pileta de mi club antes del cierre, cosa que por suerte logré y por eso pude nadar con total deleite solo en esa pileta inmensa y fabuloso rodeado de árboles, pájaros y atento al sol perdiéndose en el horizonte. Después, en unas escalera que están frente a la pileta observé como se terminaba de ir la luz. Otro día llegaba su fin. Como tantas veces, no pude dejar de sentirme triste por el paso el tiempo. 

sábado, 29 de marzo de 2025

Los buitres

 

Era cierto, el pensador tenía razón. Los enemigos, muchas veces, terminan siendo los mejores maestros. No porque sean virtuosos, ni mucho menos, sino porque están ahí, de algún modo, puestos en nuestro camino para revelarnos lo que nos cuesta asumir. Lo que no queremos ver. Claro que la codicia es la primera puerta que se nos cierra frente a ellos, y entonces todo se nubla. Pero prefiero decirlo sin vueltas: los enemigos existen, y son de lo peor. Sin embargo, en su podredumbre, edifican. Edifican como nadie. Nos dan lo que jamás imaginaron que iban a darnos. Son como buitres en lo alto: cada tanto bajan y nos muestran dónde está el animal muerto.


viernes, 28 de marzo de 2025

Ritmo universal

 

Vuelta a la rutina después de unos días cerca del mar. Por eso extraño todo lo referente a los sonidos del bosque y en especial al mar. El último día en la playa fue de una calidad lumínica fantástica muy propia del fin del verano. El mar estaba bravo y había un aire fresco, vigoroso. También los días fueron un tanto movidos en el terreno emocional; supongo que por mi cumpleaños y pronto el de mi compañera. El mundo gira y yo lucho con las consecuencias. Aunque está claro que más bien las debería aprovechar. ¿Cuándo entonces voy a ser capaz de disfrutar del constante cambio? Tal vez sea de las mejores cosas que se pueden aprender: abrazar el movimiento, e ir con él, calmo, atento a sus ritmos, a sus altas y bajas, y a sus vuelos y por supuesto a sus arrastradas. Sin duda, hay un ritmo en el universo. Apareció el espacio-tiempo y desde entonces esa misma potencia creadora emana un ritmo, energías que como tales despliegan cambios, y en ellos vamos nosotros; hasta que quedamos al margen. ¿Sucederá alguna vez lo mismo con el espacio-tiempo? Lo bueno en el plano del pensamiento es que todo puede pasar...


 

jueves, 27 de marzo de 2025

Día fresco de sol

Día fresco de sol y de trabajo arduo en la oficina. No demasiadas horas, pero sí las suficientes para mi voluntad y deseo. No obstante, pude pintar sobre el fin de la tarde en una galería donde extraño el sol, pero que al menos me acerca a otra gente que está en los locales contiguos. Son buena compañía y logran imprimirle al espacio un ánimo grupal. Una manada que necesito. En mi oficina, siempre miro el edificio de los tribunales que tengo enfrente. Recio, estoico. Lo veo vivir su existencia de poca vida, de infelicidad diría, pero con todo de una de las molduras de sus ventanas centenarias se ve una rama con pocas hojas que pertenece a un arbusto que imagino ha llevado un pájaro a través de una semilla. Lo veo día tras día y a veces también, en la ventana de más abajo, diviso a las personas que trabajan en ese edificio e imagino sus pequeñas rutinas, en cierta forma conocidas. ¿Qué sabrán ellos de ese arbusto? Supongo que nada y tal vez yo sepa muy poco. Apenas lo veo y al menos cuando lo hago pienso en su existencia. 

miércoles, 26 de marzo de 2025

Un cielo estrellado

 

Una noche azul con una luna blanca,

el campo y un montón de autos 

y camiones en la ruta a la espera 

de que, ante una emergencia, 

los hombres encargados de liberarla 

terminen su trabajo. Bajo del auto, tengo 

la ventanilla baja. Prendo la radio y enseguida 

escucho unas bocinas: festejan un gol 

de la selección nacional. 

Más allá, me pregunto qué tipo de tragedia 

ha sufrido uno o varios que provocó

el detenimiento de la autopista.

Más autos se suman a la espera.

Miro: a mi espalda la fila parece interminable.

Me corro hacia el pasto, arriba están las estrellas.

La noche es fresca, perfecta. El campo lo es también.

El problema está más adelante. 

Apenas a media cuadra, calculo. Entonces,

me pregunto si no es mejor pegar la vuelta

aprovechando un retorno que observo

a mi izquierda. Pero de pronto el tráfico avanza,

sigo unos metros y veo un auto calcinado 

y unos bomberos trabajando y nada más.  

Ningún rastro de un ser humano afectado. 

Quién sabe que pudo pasar entre el partido 

que tiene a tantos pendientes, ese auto, 

los que estaban en él, y arriba, en las estrellas. 

Son tantas que cubren el cielo y lo vuelven

infinito, lejano, misterioso,  y bello. 

Es muy bello, me repito,

y la visión del auto quemado me acompaña.

martes, 25 de marzo de 2025

La ventana

Día de viento y sol cerca del mar. Una vez más camino hacia la playa. A priori, no recuerdo bien qué hice el día de ayer. Tengo que hacer cierto esfuerzo para llegar a los detalles más importantes. Incluso noto a veces que cuando quiero rememorar lo importante apenas vuelven atisbos, e incluso atisbos son los que tengo cuando consigo contactarme con esa dimensión en donde reina la paz y se percibe otra especie de tiempo. Un ritmo que te habla de cierto espacio infinito que sin embargo no sería eterno.



lunes, 24 de marzo de 2025

Amanece

El sol empieza a llegar a mi casa. 

Amanece. Otro día más en la ciudad.

Por todos lados, sonidos, los ruidos de siempre. 

Las calles tienden a encontrar un ritmo 

que con el fin de cada sonido

me habla de lugares esperándome 

desde distancias lejanas. 

Debo ir cuanto antes:


domingo, 23 de marzo de 2025

Imagínense

Imagínense: llegar a donde 

convergen el deseo, la voluntad 

y el talento. El lugar donde 

se vuelve a ver una laguna

que se conoció en la infancia,

donde había cañaverales, un agua 

azul casi negra y los peces 

saltaban al atardecer

-era un día de invierno-, 

y entonces, ante la visión esa laguna, 

uno se abandona a lo que es y no pide más 

porque lo más real que podrá alguna vez tener 

es lo que tiene y al fin, claro 

en los sentimientos, solo busca 

lo que se está al alcance de la mano.

sábado, 22 de marzo de 2025

Detrás de una nueva idea

 

Quiero acceder a una nueva idea que sospecho se viene gestando desde hace mucho. Tal vez desde que tengo memoria. Una ola que viaja a través de muchos kilómetros en un agua helada y quiere por fin romper en un lugar rocoso que sospecha es el fin del mundo. ¿Pero dónde queda ese lugar? Lo imagino: tiene pingüinos que caminan de un lado a otro con esa gracia tan particular, luego se tiran al agua y nadan rápido, espléndidos, hasta un agua turquesa donde encuentran que, sobre un iceberg, hay una sirena que los recibe encantada. Incluso pronto les canta en un tono dulce. Y pronto se acercan pájaros incluso del trópico a ese iceberg y el pedazo de hielo con toda esa fauna sigue camino por el océano hasta que llega a una playa de arenas gruesas donde todos bajan y se ponen a disfrutar de distintas juegos que organizan en pocos instantes. Pero una tormenta se acerca desde el horizonte de la nada a toda marcha y barre con todo, y no queda más que un silencio. Y enseguida arranca el ruido furioso del viento.  



Sol y calor

En el último día del verano, hay sol 

y mucho calor. El mar, calmo, azul, 

está esperándome. Entro y me recibe 

para que nade un poco por su superficie 

y me lleve hacia una profundidad mayor. 

O al menos eso intenta, pero me resisto 

y vuelvo a la costa. Al fin, toco la arena, 

camino y miro: sigue hermoso 

en su silencio este día de sol y calor 

sobre el fin del verano. 

viernes, 21 de marzo de 2025

En un lugar del campo

 

Paramos en un lugar del campo, 

del inmenso campo y, al bajar del auto, 

ahí estaban ellas, las estrellas, 

miles de millones, arriba, en el cielo, 

increíbles, fulgurantes,

lejanas y sin embargo ciertas; 

Me las podía imaginar 

como plenas de energía. 

También ellas algún día les tocaría 

morir y mientras tanto, supongo, 

también tendrían que entender 

el sentido de sus brillos,

la forma en que se iluminan 

unas con otras y cosas así 

que, de algún modo, nos tocan 

también a nosotros, acá, abajo.

 

jueves, 20 de marzo de 2025

Cielo

Un avance hacia un punto 

que todavía no vislumbro 

pero que intuyo aloja

una dimensión cercana 

a las estrellas que permanecen 

atentas a los que corren 

hacia los límites de lo 

momentáneo que por momentos

llamaos lo cierto, lo real. 

miércoles, 19 de marzo de 2025

Los venteveos

Natación a última hora. Ya empieza a oscurecer apenas pasadas las siete y media de la tarde. El otoño se acerca. Fue un día de lluvia y después con sol y sobre el final unos venteados cantaban con una dulzura infantil, fresca, perpetua también. Lo miso una hoja. Se movía apenas en la punta de un álamo que tenía enfrente e integra toda una hilera que a cierta distancia acompaña la pileta inmensa donde nadé solo, feliz, aunque por momentos perseguido por preocupaciones de mi trabajo que no se justifican según una perspectiva existencial profunda, pero que en un tren práctico ejercen su fuerza, tal vez justamente para tapar lo que en verdad me angustia: el paso del tiempo, los años que se suceden hacia un fin, el cuerpo que cambia y todas las cuestiones propias de los más elevado que es justamente hacia donde imagino que van los cantos de los venteveos. 

Sueño

  Soñé que estaba en un ómnibus en una ciudad francesa —tal vez Lyon— y no sabía bien dónde debía bajarme. Después de dudar y no animarme a ...